Tendencias de la urbanización en África: una perspectiva económica

Publicado por

Dar es-Salaam, Tanzania, una de las ciudades del continente africano con mayor crecimiento. Fotografía: Flickr.

Uno de los fenómenos más evidentes e importantes que se desarrollan actualmente en el continente africano es la acelerada urbanización que están experimentando sus naciones y sociedades, por lo cual es crucial comprender los aspectos más relevantes de este proceso. A continuación, se abordan algunos de los desafíos económicos más sobresalientes de la urbanización de África, a partir de una mirada económica, espacial, histórica y sustentable.

Urbanización y la economía.

La ciudad es la máxima expresión material del dominio de la humanidad sobre la naturaleza, a la que imprime una forma útil para la vida humana, como resultado de vivir en sociedad. Conforme las sociedades humanas se vuelven más numerosas y complejas, la estructura productiva sufre transformaciones que dan paso a los grandes asentamientos urbanos, proceso que conocemos como urbanización.

En los centros urbanos, la población es más propensa a tener a mayores niveles de ingresos. La vida en las ciudades permite acceder a mejor educación, mejores servicios y más oportunidades de empleo y negocios. La concentración poblacional y de los mercados propicia una asignación óptima de recursos y un mayor aprovechamiento de las inversiones públicas.

A lo largo de la historia, las ciudades son el escenario en el que se desarrollan los acontecimientos definitorios de las naciones y los pueblos, en los cuales dichos complejos se erigen como el epicentro de la vida política, económica, social y cultural de una nación. Y cuanto mayor sea el valor del espacio sobre el cual se erige una ciudad, mayores serán las posibilidades de que convierta en un centro estratégico para la economía nacional y/o mundial.

Para las actividades productivas no solo es importante el valor del espacio (intrínseco), sino la disponibilidad y características de las fuerzas naturales, que actúan en el nivel de productividad y la división territorial del trabajo. Conforme se va incrementando la producción de mercancías para el intercambio, más se expanden las ciudades y los mercados. De esta manera, y económicamente hablando, la ciudad cumple con las siguientes funciones:

  • Facilita las necesidades sociales de consumo, entendidas como la provisión de bienes, mercancías y demás elementos que hacen posible la vida en sociedad.
  • Hace posible la formación de la organización social.
  • Perfecciona la estructura productiva.
  • Se genera la división del trabajo.

La evidencia empírica demuestra que existe una correlación positiva entre la urbanización y el crecimiento económico, es decir, que mayores niveles de urbanización conducen a un crecimiento de la actividad económica. Por lo tanto, podría decirse que la urbanización es un proceso positivo, dado que conduce a mayores niveles de bienestar para la población.

Y efectivamente, el crecimiento de las grandes urbes en Occidente fue precedido por un boyante crecimiento de la economía, al grado que sus ciudades se han convertido en símbolos de la prosperidad y riqueza. Hasta hoy algunos de sus centros urbanos más antiguos, como Atenas, Roma y Londres, siguen siendo importantes. En Estados Unidos y en el lejano Oriente las ciudades se han desarrollado paulatinamente a base de un impulso industrial extraordinario. Ejemplos de ello son Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Shanghái, Tokyo y Singapur.

Actualmente África concentra la mayor proporción de población rural en el mundo, pero al mismo tiempo, registra tasas de urbanización galopantes, que se dan a una velocidad impresionante. Este proceso de transición de preponderancia del medio rural al medio urbano es quizás el más importante que está experimentando África hoy en día.

Pero a diferencia de lo que ocurre en Occidente, en las grandes economías asiáticas y aún en el resto del mundo en desarrollo, en el continente africano el crecimiento de las ciudades no está generando crecimiento, desarrollo ni oportunidades. Hay un sinnúmero de aspectos preocupantes en los que podemos ahondar cuando hablamos de las ciudades africanas. Pero en cualquiera de ellos, hay una respuesta de corte estructural que nos remite a la colonización.

La ciudad africana como construcción colonial.

Tras la desintegración de muchos centros urbanos del África precolonial, y la disminución poblacional que se produjo durante la trata esclavista, muchas de las grandes ciudades y capitales africanas, sobre todo en África Subsahariana, fueron establecidas durante el régimen colonial en función de los intereses económicos de las metrópolis, casi siempre ubicadas en las costas y destinadas a ser centros logísticos para el manejo y distribución de minerales y materias primas.

Durante el siglo XIX, la creciente industrialización de Europa y sus necesidades de expansión imperialista provocó un proceso de valorización de tierras de ultramar, y por medio de la colonización forzada se apropió de prácticamente la totalidad del continente africano, alterando los procesos y modos de producción vigentes hasta entonces. Para ello, y con el recurso de la esclavitud, se produjo el expolio de las riquezas y recursos naturales del continente, y se sometió a los pueblos nativos.

Los objetivos de la colonización se materializaron sobre la forma de diseños espaciales diferenciados, con base en las necesidades del colonialismo europeo, que después se fueron adecuando e improvisando a los planes económicos de los distintos Estados africanos que se constituyeron posteriormente. En poco tiempo, sus ciudades pasaron de ser polvorientos centros logísticos para la extracción de materias primas, a ser la región con mayor crecimiento urbano del planeta.

De esta manera, el crecimiento de las ciudades africanas es el resultado de un proceso de intervención externa, y no como parte de un desarrollo urbano “natural”, donde prácticamente no hubo planeación ni se integraron las relaciones sociales de producción y fuerzas productivas internas. Este aspecto es clave para entender el fenómeno urbano actual de África.

Una vez que los países africanos se emanciparon de sus metrópolis europeas, los centros urbanos que se erigieron durante la colonia continuaron siendo los principales protagonistas de la vida económica, social y política. Sin embargo, los nuevos gobiernos independientes no se preocuparon en lo más mínimo por impulsar un desarrollo urbano ordenado, ni por atacar las deficiencias heredadas.

Tendencias de la urbanización africana.

A pesar de lo anterior, las ciudades africanas no han dejado de crecer. Y en los últimos años, la velocidad con la que ocurren los cambios inquieta a los analistas, y se preguntan si las sociedades africanas podrán digerirlas. En la siguiente gráfica se muestra la proporción de la población urbana por país, y su cambio en 45 años.

Elaborada con datos de ONU HABITAT.

Como vemos, de una media de aproximadamente 20% en la década de los setenta, la proporción de la población urbana aumentó a la mitad de la población total, es decir, en 30 puntos porcentuales. Todo esto equivale a una tasa de crecimiento urbano anual promedio de 0.66% durante el periodo 1970-2015. Pero lo más sorprendente es que esta cifra ha aumentado en los últimos años, y se estima que el ritmo de crecimiento no será menor al 0.90% por lo menos hasta 2050.

Elaborada con datos de ONU HABITAT.

Por regiones, en la gráfica que se muestra a continuación vemos que es en África Occidental y Oriental donde el crecimiento urbano es mayor, con tasas de crecimiento anual que superan el 1%.

Elaborada con datos de ONU HABITAT.

Por países, éstos son las 10 naciones que presentan las mayores tasas de crecimiento urbano:

Elaborada con datos de ONU HABITAT.

Para aterrizar en ejemplos concretos todas estas cifras, de acuerdo con estimaciones realizadas por el Foro Económico Mundial, la ciudad de Lagos, en Nigeria, crecerá en 77 personas cada hora desde ahora hasta el 2030, o sea, 674,520 personas por año. Otras ciudades africanas que crecen a un ritmo similar son Kinshasa, El Cairo, Luanda, Uagadugú y Nairobi. Esa es la dimensión del vertiginoso fenómeno urbano que se desarrolla en África.

Los estudios demográficos más recientes apuntan a cuatro causas básicas de la revolución urbana en África:

  • El crecimiento “natural” de la población, debido al aumento en la esperanza de vida y la natalidad.
  • La pobreza y éxodo rural.
  • Recalificación de terrenos urbanos y auge de las ciudades secundarias.
  • La migración.

Esto contrasta con lo que ocurre en Occidente, en donde la industrialización fue el motor de la urbanización. Pero en el caso de las naciones africanas, los niveles de actividad industrial siguen siendo bajos. En África se está viviendo un proceso de urbanización sin oportunidades de empleo, y sin industrialización, cuyo proceso ni siquiera se asemeja al de Asia o América Latina.

En África, el fenómeno de la urbanización se presenta como una reacción a las carencias del entorno rural. La vida en la ciudad representa para muchos, especialmente para los más jóvenes, la realización de un sueño, y una vía de escape a sus carencias y a una cultura tradicional que se les presenta demasiado asfixiante, la puerta a oportunidades de trabajo y de ocio. De esta forma, se estima que dicha población se va a duplicar en los próximos 30 años, y para 2050 la población urbana en África alcanzará los 1,000 millones de personas.

El crecimiento urbano se genera principalmente en los litorales, las costas, los ejes fluviales y las zonas mineras del interior, con patrones más o menos constantes a lo largo del continente. No es infrecuente que en muchos países existan dos ciudades importantes: una capital política y una capital económica. Ejemplos de este modelo son Pretoria y Johannesburgo (Sudáfrica), Abiyán y Lagos (Nigeria), Rabat y Casablanca (Marruecos), y Yamusukro y Abiyán (Costa de Marfil).

No obstante, cabe señalar el extraordinario crecimiento de las ciudades medias. Ciudades como Goma y Bukavu han multiplicado su población en 20 años. En 1960, en todo el continente solamente había 80 ciudades con más de 100 mil habitantes. En el 2015, la cantidad de asentamientos que rebasaban esa cifra ya era de 1,318, la gran mayoría de ellas, de tamaño medio.

Elaborado con datos de Africapolis.

Todos los porcentajes y cifras que hemos presentado hasta ahora hay que tomarlos con prudencia, dadas las dificultades de establecer estadísticas rigurosas. En teoría, la urbanización es un proceso deseado, dado que este fenómeno ha implicado beneficios económicos y reducción en los niveles de pobreza en otras partes del mundo. Sin embargo, en África no ha ocurrido lo mismo, pese a que las ciudades africanas generan el 50% del PIB del continente.

Según el Programa de Naciones Unidas sobre Asentamientos Urbanos (ONU-HABITAT), el 60% de la población africana que vive en las ciudades lo hace en condiciones inadecuadas y asentamientos irregulares, en las periferias y los slums más desconectados Este porcentaje contrasta con la media de 34% en otras regiones en desarrollo. No en vano se está construyendo una imagen estereotipada de las ciudades africanas como espacios desiguales, indecentes y sin esperanza.

Los retos urbanos a los que se enfrentan los Estados africanos son gigantescos, que requieren de una adecuada coordinación y armonización con las principales políticas económicas y sociales que se deben de implementar en beneficio de sus pueblos en otras áreas no menos importantes, como la educación, comunicaciones, transportes, vivienda, empleo y salud, entre las más destacadas.

Las claves para que la urbanización africana contribuya a mejorar la calidad de vida de su población urbana son, principalmente, las siguientes:

  • Planificar mejor las ciudades.
  • Reforzar las capacidades productivas y el sector privado.
  • Garantizar marcos jurídicos y normativos equitativos.
  • Medidas contra externalidades ambientales negativas (contaminación atmosférica, degradación del suelo, pérdida de flora y fauna, etc.).
  • Viviendas asequibles.
  • Mejorar el transporte.
  • Establecer derechos de propiedad claros e inclusivos.

El África urbana actual y el ODS 11.

Como vimos al principio, las urbes del continente son una amalgama de fuerzas centrífugas que se remontan a la época de la colonización y descolonización. Hoy en día, las ciudades africanas se presentan como un espacio contradictorio: son fuentes de desarrollo, pero también de pobreza; son una fuente de oportunidades, pero al mismo tiempo, las niega.

La ciudad africana actual es inevitablemente heterogénea, frente a la homogeneidad de sus sociedades culturales. No obstante, la sociedad urbana africana, con todas sus contradicciones y tensiones, genera las condiciones para la emergencia de una nueva identidad, la de ciudadanos con derechos. Así surge la sociedad civil africana, que es el motor y el laboratorio de un cambio sociopolítico.

Dentro de sus carencias, la ciudad africana aporta algunos aspectos positivos: la alegría de vivir, el deseo de superación, la solidaridad y el calor de las relaciones humanas. Hay infinidad de proyectos ciudadanos que muestran múltiples formas de contener las desigualdades que se dan en las ciudades africanas.

Las ciudades africanas crecen sin una planificación urbanística previa, de manera descontrolada en una caótica desmesura, sin presupuestos y con enormes carencias estructurales. Simplemente Kampala, la capital de Uganda, se extendió, entre 1989 y 2010, de 71 a 386 km2. Pero la transformación de las ciudades africanas no se circunscribe solamente al ámbito territorial. Las principales ciudades africanas se las arreglan para impulsar modelos urbanísticos muy interesantes y contrastantes.

Por ejemplo, Addís Abeba, la capital de Etiopía, se ha convertido en una ciudad más cosmopolita gracias a las grandes inversiones en transporte público e infraestructuras viarias, principalmente con el apoyo de China. En Lusaka, Zambia, se ha experimentado una alta gentrificación, en donde en algunas zonas podemos encontrar cafeterías cool y viviendas turísticas anunciadas en plataformas digitales como Airbnb, y en otras zonas, slums en los que vive mucha gente viviendo en la pobreza.

Tren ligero de Addís Abeba. Fotografía: Wikimedia Commons.

Por su parte, en ciudades como Abiyán y Nairobi aún es muy visible el modelo urbanístico heredado de las necesidades extractivistas coloniales, como reflejo y herencia de la dominación europea, mientras que, en Sudáfrica, las ciudades todavía presentan una fisonomía muy en la línea del Apartheid, donde los hacinamientos en los townships no dejan de crecer.

También tenemos ciudades antiguas como El Cairo, recientes como Abuja, megalópolis como Lagos, costeras como Luanda, secundarias como Saint Louis, e inteligentes, como Kigali. En todas ellas se da el encuentro de culturas y distintas formas de ser y estar en el mundo. De esta manera, las metrópolis africanas deben ser comprendidas en el contexto de las relaciones mundializadas y globalizadas.

Existen muchísimos aspectos del fenómeno urbano en África en los cuales podemos detenernos. Y por su relevancia, y a manera de conclusión, vale la pena explorar, aunque sea de manera sucinta, el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) N° 11: Ciudades y Comunidades sostenibles, y sus metas para África.

Este debería ser un tema primordial en la agenda de los gobiernos africanos, dados los retos y problemas a los que se enfrentan las ciudades (que ya de por sí son muchos), a los cuales se les agrega el aspecto de la sustentabilidad. Las metas específicas para este objetivo abordan una serie de retos urbanos muy específicos, relacionados con el mejoramiento de los asentamientos marginales, el transporte público, gestión y tratamiento de residuos sólidos y áreas verdes, entre otros.

No obstante, y sin dejar de lado aquellos propósitos, para los países africanos en específico es muy importante que las metas de este objetivo se conecten con los objetivos en materia de generación de empleo, educación, salud, vivienda, agua potable e industrialización, principalmente. No se puede hablar de desarrollo urbano sin la generación de oportunidades de bienestar para la población.

Del mismo modo, sin un reconocimiento a la ciudadanía no se puede hablar de ciudades sustentables, ni se podrán cumplir con las metas del ODS 11. Los ciudadanos deben ser los agentes del cambio y la transformación del entorno urbano del continente, ya que el cambio es por ellos y para ellos. Por su parte, a los gobiernos locales, regionales y nacionales les corresponde fijar la agenda urbana, implementarla, monitorearla y evaluarla. En suma, las políticas públicas que estén a la altura del fenómeno de la urbanización. El futuro de África, además de ser urbano, tiene que ser sustentable.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *