Claves para entender el conflicto en Níger

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En este artículo se analiza, a partir de distintos ángulos, el más reciente conflicto interno que ha estallado en Níger, así como sus repercusiones a nivel local, regional e internacional, mostrando un panorama completo de la situación.

¿Qué pasa en Níger?

El pasado 26 de julio, un grupo de militares adscritos a la guardia presidencial de Níger asaltó la residencia del presidente Mohamed Bazoum, y lo obligaron a dejar el poder. La noticia de su derrocamiento se transmitió ese mismo día en el canal de televisión estatal por los militares golpistas. Dos días más tarde, se anunció la formación de una Junta militar, que a partir de entonces estaría al mando del país en sustitución del gobierno depuesto, encabezada por el general Abdourahamane Tchiani, que fue nombrado presidente del “Consejo Nacional para la Salvaguarda de la Patria”.

Este oficial, que dirige la guardia presidencial desde 2011, justificó el golpe señalando la degradación de la situación de seguridad – provocada por la presencia de grupos yihadistas en el país -, las precarias condiciones socioeconómicas de la nación, así como la presencia perniciosa de actores internacionales (especialmente franceses), que no han apreciado el apoyo y los sacrificios del pueblo nigerino.

Este tipo de historias, desafortunadamente, son frecuentes de escuchar en los países del continente africano. Pero ésta en particular ha tenido muchos reflectores, repercusiones y reacciones a nivel internacional. Y no es para menos. Como veremos más adelante, en juego se encuentra no solamente el futuro de Níger, sino un nuevo cambio de las dinámicas geopolíticas en el Sahel, África Occidental y hasta del resto del mundo.

¿Por qué lo que pasa en Níger es tan importante?

Antes de responder esta pregunta, vale la pena conocer, aunque sea de manera muy general, las características de esta nación, para tener más claridad sobre el país del cual estamos hablando.

Níger es un país que se ubica en África Occidental y en el centro del Sahel. Tiene una extensión aproximada de 1,267,000 km2 (el sexto más grande del continente) y alrededor de 25 millones de habitantes. Suele confundirse con Nigeria, pero estamos hablando de dos países distintos, aunque son vecinos. El nombre de ambos países se debe al río Níger, el tercero en longitud de África, que nace en los bosques de Guinea y tiene su desembocadura en aguas de Nigeria, y que atraviesa Niamey, la capital de Níger. Pese a la distinción, realmente estamos hablando de una misma región, que fue separada durante el reparto colonial africano.

Cuenca del río Níger. Imagen: Wikimedia Commons.

En la mayor parte de Níger el clima es árido y desértico, que lo convierte en un terreno poco propicio para la agricultura, pese a lo cual esta actividad es la que emplea a la mayor parte de los nigerinos en edad de laborar. No obstante, tiene importantes yacimientos de diversos recursos materiales valiosos para la economía, como oro, petróleo, uranio y fosfatos.

Durante la época precolonial, en esta zona transitaban caravanas comerciales, y al ubicarse en el centro de éstas, Níger recibió las más diversas influencias. En consecuencia, gran parte de la población es musulmana, pero con muchos grupos étnicos, cada uno con sus propios intereses.

Cuenta con una media de 15 años de edad, y con la mayor tasa de natalidad en el mundo (aunque también mucha mortalidad infantil). De acuerdo con datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 2023 Níger era el tercer país menos desarrollado del mundo, con tres cuartas partes de la población viviendo por debajo de la línea de pobreza trazada por el Banco Mundial, y un 20% de la misma en inseguridad alimentaria. Tiene una dependencia crónica de la ayuda internacional.

Níger fue una antigua colonia francesa, y es una nación muy castigada y explotada. Su territorio formaba parte del África Occidental Francesa. La colonia se asentó en el racismo, y duró hasta 1960. Su primer presidente, Hamani Diori, fue un dictador que estuvo 14 años gobernando, hasta que un golpe de Estado lo sacó del poder. Lamentablemente, todo lo demás a partir de 1974 han sido guerras y golpes. En todo este tiempo, la constante fue un estado y una elite local construidos en base a la extracción de los recursos naturales, especialmente del uranio, del cual Níger tiene el 5% de las reservas totales del mundo.

A partir del 2010 no sucedían golpes de Estado, y en las elecciones generales del 2020 se había presentado por primera vez en la historia del país una transición de poder pacífica y democrática, en donde el entonces mandatario Mahamadou Issoufou le entregó la presidencia a Mohamed Bazoum, quien había dado continuidad a las políticas de su predecesor. Para su desgracia, su permanencia en la presidencia ha quedado truncada, y es muy posible que no la recupere.

Como vemos, la situación de Níger es bastante triste, precaria y desesperada. No obstante, no es muy distinta a la que sufren algunos de sus vecinos regionales. Para entender la relevancia de Níger en el concierto regional y africano y lo trascendental del más reciente golpe de Estado, tenemos que analizar con profundidad cada uno de los elementos y actores que intervienen y tienen algún interés sobre Níger.

Mercado sobre ruedas en una de las calles de Niamey, la capital de Níger. Fotografía: Wikimedia Commons.

La situación del Sahel.

Veamos primero la situación del Sahel. En un principio dijimos que Níger se ubicaba en África Occidental. Pero también pertenece al Sahel, que es una subregión del continente africano, en concreto, una franja que atraviesa de Este a Oeste el continente africano que funge como frontera natural entre el desierto del Sahara, al norte, y la densa selva africana del centro.

Históricamente, el Sahel ha sido el hogar de numerosas tribus y etnias seminómadas, muchas ellas árabes, como los fulanis, tuaregs, amazizg, peul, amarar, entre las más destacadas. Todas estas tribus no conocen las fronteras en su estricto sentido, y su movilidad a través del desierto representa un obstáculo para la consolidación de los Estados-nación que se encuentran en la zona.

La porosidad de las fronteras, las pésimas condiciones económicas y sociales, los efectos del cambio climático, el fracaso del panafricanismo y panarabismo, así como la incapacidad de los Estados del Sahel para integrar a estas tribus, han convertido toda la subregión en un auténtico polvorín.

Actualmente, todo el Sahel es una encrucijada donde convergen todo tipo de tráficos ilícitos, grupos yihadistas y rutas de migrantes y refugiados que tienen como destino Europa. Su situación siempre ha sido crítica, pero sí podemos identificar un punto de inflexión reciente que transformó la dinámica de la subregión: el derrocamiento de Muammar Gadafi en Libia. Sus hombres fieles huyeron al Sahel, sobre todo al norte de Mali, y aprovecharon el abandono de vastas zonas con el objetivo de formar un Estado en la zona.

Su aparición desencadenó una operación militar por parte de Francia (la Operación Serval, que después se transformó en Operación Barkhane), y el incremento de las actividades terroristas. Previamente, en este espacio ya había profundizado en este aspecto (ver aquí). Tan sólo subrayo, una vez más, que a pesar de haberse desplegado en la región 30 mil efectivos (entre militares franceses, soldados del G5 y de la Unión Africana) y un presupuesto de 600 millones de euros al año, la situación del Sahel no hizo más que empeorar, al grado que Emmanuel Macrón, presidente de Francia, ya decidió poner punto final a la Operación Barkhane.

Desde el inicio de esta operación, y hasta el primer semestre de 2023, el número de muertes acumuladas por la violencia y ataques terroristas supera la cifra de 15 mil, siendo Mali, Burkina Faso y Níger los más afectados, en donde es más fácil conseguir armas que agua y comida.

Y justo esos son los países en los cuales los militares se han adueñado del poder, solo que, en el caso de Malí y Burkina Faso, los golpes dados en 2021 y 2022 respectivamente, fueron contra otros militares que se mantenían provisionalmente mediante gobiernos de transición, y como ya vimos, el de Níger fue contra un gobierno electo en las urnas.

En este sentido, existe una correlación muy notoria entre los golpes de Estado registrados en los tres países vecinos, dado que tienen las mismas raíces. Pero ahí no para la cosa. En estos momentos, prácticamente todos los países del Sahel están atravesando por intensas crisis políticas:

Por todo ello, el golpe de Estado en Níger no puede analizarse como un hecho aislado, sino como un acontecimiento que está conectado con el deterioro de las condiciones de vida en los países y pueblos del Sahel, debido a la confluencia de una serie de factores que mantienen a la subregión como una zona explosiva y muy peligrosa, entre los que destacan el hartazgo social y político de la población con sus gobernantes, su abandono histórico, el aumento del terrorismo, la fragilidad estatal, los efectos de la pandemia del COVID-19, las altas tasas de inflación y muchas otras cuestiones a nivel interno.

Como vemos, la situación del Sahel es compleja, y Níger, que hasta hace muy poco era un pilar de estabilidad y un socio estratégico clave para Francia, hoy se ve envuelto en una tensa situación política interna a consecuencia de las dinámicas conflictivas en el Sahel.

La influencia francesa en Níger y el Sahel.

Dada la situación de pobreza e inseguridad en Níger, así como las convulsiones sociopolíticas que sacuden el Sahel, las condiciones estaban más que dadas para el surgimiento de un nuevo golpe de Estado. De hecho, en 2021 hubo un intento que fue frustrado por la guardia presidencial, la misma que asaltó el poder en esta ocasión. Y un denominador común que ocurrió en Malí, Burkina Faso y Níger fue un rechazo generalizado a la presencia de Francia en estas naciones.

Por tanto, estos conflictos no pueden explicarse sin analizar la influencia francesa en ellos. Recordemos que estos países fueron colonias francesas, pero a pesar de que consiguieron sus independencias, Francia continuó dictando las políticas que debían seguir sus antiguas colonias, violando su soberanía y su libertad para implantar los objetivos de política por sí mismos y para su propio desarrollo.

La francáfrica (Françafrique en francés) es el nombre con el que se conoce a la estructura política, económica, militar y cultural que ha mantenido Francia con sus ex colonias, con funciones similares a la Commonwealth del Reino Unido. Antes de las independencias de las colonias africanas, el presidente Charles de Gaulle aceptó otorgarles la independencia, pero bajo las siguientes condiciones: mantener tropas francesas en la región, la no cancelación de la deuda externa heredada de la etapa colonial y mantener el Franco CFA como moneda de la región.

De esta manera, Francia se aseguró se mantener las estructuras coloniales para que todas las riquezas de África siguieran a su servicio mediante el control de sus fronteras, influyendo en la vida política de los países para asegurarse que los gobernantes acataran las decisiones tomadas desde París, el control de la política monetaria y el acceso preferencial y explotación de los recursos naturales.

De esta manera, Francia sigue siendo un país desarrollado, mientras que los africanos continúan siendo países subdesarrollados y de bajos ingresos. En el marco de la Françafrique, Níger es un país fundamental, ya que se encuentra en el centro del Sahel y por la riqueza de su subsuelo, especialmente del uranio, el cual Francia ha obtenido a un precio prácticamente regalado, que le permite generar energía nuclear en su país y todavía tener excedentes para exportar energía eléctrica a sus socios de la Unión Europea.

En un artículo anterior ya había hablado de los términos desiguales de intercambio en la materia, por lo que aquí no voy a profundizar en ello. Pero conviene mencionarlo ya que, tras el golpe de Estado, Francia perdería el acceso preferencial al uranio, lo cual puede ocasionar el aumento en el costo de la energía eléctrica para los ciudadanos franceses.

Esta amenaza llega en un muy mal momento para Francia, cuando miles de personas están protestando contra la reforma de pensiones que impulsa Macrón, porque está siendo cuestionada al no integrar a los migrantes africanos en su proyecto de nación, y porque el próximo año París va a albergar los Juegos Olímpicos, y los ojos del mundo estarán puestos en el país. En consecuencia, Francia se está jugando su prestigio y su poderío en el Níger y el Sahel.

Con todo, es muy precipitado afirmar que la Françafrique está en decadencia. Si bien está siendo cuestionada y está perdiendo influencia en África Occidental y en el Sahel, continúa fuerte en África Central, en países como Camerún, Gabón y República del Congo, e inclusive sumando nuevos socios, como Ruanda.

Serie de caricaturas referentes al golpe de Estado en Níger y a la Françafrique.

No obstante, el Sahel es un espacio demasiado importante como para que los franceses no se queden con los brazos cruzados, y menos cuando otras potencias están aprovechando su declive para ganar terreno en esta zona.

Obviamente, asegurar la explotación de materias primas en condiciones favorables es importante. Pero simplificar el conflicto en Níger a un asunto exclusivo de recursos naturales es un grave error. Es verdad que Francia pierde el acceso a los recursos de Níger, pero puede encontrar nuevos socios que se los proporcionen, aunque a un precio más alto (en el caso del uranio, Namibia podría ser una buena opción dentro de África). Pero también pierde presencia militar en Níger, un socio estratégico en la lucha contra el terrorismo yihadista y el control de tránsito de mercancías y personas. Y eso no se reemplaza tan fácilmente.

Pero lo más grave para los europeos es el arraigo de un sentimiento antifrancés y antioccidental entre la juventud africana, que ha participado en saqueos y destrozos contra las embajadas e institutos franceses en África, así como la presencia de banderas rusas en esos países.

Intereses geopolíticos internacionales en Níger y el Sahel.

Ya que estamos hablando de Rusia, vayamos ahora a revisar las reacciones internacionales al golpe de Estado en Níger, más allá de Francia, así como el de sus intereses en este país, entre los cuales se encuentra Rusia por supuesto. Como era de esperarse, Francia, EUA y la Unión Africana condenaron el golpe en Níger y exigieron la inmediata liberación y restitución de Bazoum. A su vez, se impusieron fuertes sanciones económicas contra Níger y se les suspendió en envío de ayuda humanitaria al país, una decisión que puede pasar como criminal, dadas las condiciones socioeconómicas de Níger, y que los destinatarios de dichas ayudas son ajenos a las tramas geopolíticas que se están librando.

Curiosamente, el golpe de Estado en Níger sucedió mientras en San Petersburgo se celebraba la cumbre Rusia-África, y por supuesto que esto no fue casualidad. Rusia está dispuesta a expandir su influencia en el continente africano, y en el Sahel en particular, y si el temible Grupo Wagner ha tomado posiciones de seguridad en Malí, Burkina Faso y la República Centroafricana, puede hacer lo mismo en Níger.

Rusia está sacando provecho del sentimiento antifrancés en el Sahel, y lo está capitalizando. En los últimos meses el presidente ruso Vladimir Putin busca afanosamente el apoyo africano como una medida para contrarrestar las sanciones internacionales a la que es objeto debido a la invasión rusa en Ucrania. La condonación de deuda externa y la donación de miles de toneladas de granos a países africanos de bajos ingresos no son gratis. Los golpistas nigerinos y sus simpatizantes han puesto en práctica el dicho de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, pero el precio que deberán pagar después podría ser muy alto.

Occidente está consciente de todo esto, y por eso está tomando muchas precauciones y distancia antes de actuar más decididamente en Níger, un bastión que no puede darse el lujo de perder. Pero no podemos reducir lo que pasa a este pulso geopolítico regional. La realidad es mucho más compleja que esto.

Estados Unidos, a través del Departamento de Estado, ya ha confirmado que intervendrá en Níger junto con Francia en caso de ser necesario. Tampoco debemos perder de vista los intereses de China, que estaba construyendo un oleoducto que conectaría Benín y Níger, pero tras las sanciones impuestas, éstas y otras inversiones que tenían en Níger se han ahuyentado. Sin embargo, y pese a todo ello, ha sido otro el actor internacional que se ha visto más interesado en restablecer la democracia en Níger: La Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO o ECOWAS, en inglés)

El papel de la ECOWAS.

La ECOWAS es un organismo de integración regional conformada por 15 países de África Occidental, incluyendo a Níger. Su mandato principal es “promover la integración económica en todos los campos de actividad”. No obstante, dentro de su estructura organizacional cuenta con varias agencias especializadas que van más allá del campo meramente económico, entre las cuales se encuentra la de la seguridad, que cuenta con mecanismos y protocolos que le otorgan ciertas facultades, como la promoción de la paz, democracia y estabilidad de los países miembros.

Sede de la ECOWAS en Abuya, Nigeria. Fotografía: Wikimedia Commons.

En el pasado, la ECOWAS ha intervenido en los conflictos de Sierra Leona, Liberia y Gambia, con resultados diversos, y ahora se plantea hacer lo mismo en Níger. En particular, sus operaciones en Gambia obtuvieron éxito al impedir que Yahya Jammeh no se perpetuara en el poder, a pesar de su derrota en las elecciones de 2017.

En ese momento, muchos aplaudían la determinación y la valentía de la ECOWAS por evitar una mayor crisis política en la región. Pero hoy, tras el golpe de Estado en Níger, se le acusa de ser un instrumento de Francia y de Occidente, dado que aplicó inmediatamente duras disposiciones contra Níger: suspendió las transacciones financieras del país congelando sus cuentas, cerró las fronteras y bloqueó el comercio, aún cuando Níger depende económicamente del extranjero y no tiene salida al mar.

Entonces, cabe preguntarse cuál es realmente el papel que está jugando la ECOWAS en África Occidental, y si tiene autonomía en sus decisiones. Visto desde una perspectiva histórica, esta organización regional ha evolucionado, e intenta consolidarse como el principal actor político de su región mediante la promoción de la democracia, y a lo largo de los años ha hecho lo posible por ser menos dependiente del exterior.

Sin embargo, la ECOWAS ha cometido muchos errores. El principal de ellos ha sido el dejar de lado la promoción de la integración y el desarrollo económico en la región, concentrando sus acciones en el campo político, y aún en éste, no tiene autocrítica y su reputación está muy dañada, porque mantiene criterios muy absurdos sobre cuándo intervenir y cuando no en una crisis política.

Para muestra, basta con decir que, en los golpes de Estado registrados recientemente en Malí y Burkina Faso, la ECOWAS no actuó de forma enérgica condenando las acciones de los militares, al menos no en la forma en la que lo hizo con Níger. La única explicación posible es que sus dirigentes actuales sustituyeron a gobiernos militares de transición, y en el caso de Níger, fue un gobernante electo en las urnas a quien sacaron del poder.

Y vaya que la ECOWAS ha intentado restablecer el orden político previo por todas las vías. El 30 de julio emitió un ultimátum de siete días a los golpistas para retirarse del poder, bajo la amenaza de una intervención. A su vez, intentó enviar a una delegación a Niamey, pero no fueron recibidos por la Junta gobernante “por motivos de seguridad”. Entonces, los jefes de Estado de la ECOWAS, encabezados por el presidente de Nigeria, Bola Tinubu, se reunieron en Abuya, para abordar la crisis, en donde se resolvió privilegiar una negociación por la vía diplomática, aunque sin descartar cualquier otra alternativa.

La respuesta de Níger a las movilizaciones de la ECOWAS ha sido ambigua. Según los golpistas, siempre han estado dispuestos al diálogo, pero toman su distancia. Y ante la amenaza de una misión militar, los golpistas advirtieron que van a enviar a Bazoum, quien continúa detenido, a juicio político por alta traición, o que lo ejecutarán. Por lo pronto, Níger ha decidido cerrar su espacio aéreo. Astutamente, la Junta Militar ya ha nombrado a un civil como primer ministro, Ali Mahamane Lamine Zeine quien será el encargado de negociar una solución a esta disputa regional, aunque realmente detrás de sus decisiones está la Junta Militar.

En este estira y afloja, hay que resaltar que no todos los miembros de la ECOWAS están apoyando las decisiones del organismo. Al respecto, los gobiernos de Malí y Burkina Faso emitieron un comunicado conjunto en el cual declararon que no participarían en la misión de la ECOWAS, y ofrecían todo el apoyo a los nuevos dirigentes de Níger.  Más tarde, Guinea (que también sufrió un golpe de Estado que terminó con la captura y renuncia del presidente Alpha Condé) declaró que tampoco se alineaba en favor del organismo regional.

En contraparte, parece ser que el resto de los miembros, con excepción de Cabo Verde, sí están dispuestos a enviar tropas a Níger, aunque son Nigeria, Costa de Marfil y Guinea-Bissau los que más apoyan esta vía. Todo esto confirma una preocupante división y fractura en África Occidental, que puede traer consecuencias catastróficas.

¿Estamos en la víspera de una “Segunda gran guerra africana”?

En los últimos días, después del golpe de Estado en Níger, diversos analistas han advertido sobre la posibilidad del estallido de una guerra regional en África Occidental, dadas las posturas contrapuestas de los diferentes actores regionales e internacionales, que ya hemos revisado.

Este temor está bien fundado, y a pesar de que la posibilidad de una confrontación armada se ha ido reduciendo, la situación continúa siendo muy tensa. Las tropas auspiciadas por la ECOWAS ya se han movilizado, y en Níger están buscando voluntarios para defender su territorio en caso de una invasión.

En estos momentos, una guerra en esta parte del mundo tendría consecuencias devastadoras e inimaginables para la región, para África y para el mundo, y los más afectados serían los menos culpables. Aumentarían las operaciones terroristas en el Sahel, y habría más refugiados, más pobres y menor inseguridad alimentaria.

Y sería la segunda gran guerra africana, ya que la primera fue aquella que también es conocida como la Guerra de los Grandes Lagos, generada por la gran oleada de refugiados en el Este de la República Democrática del Congo a consecuencia de la matanza de tutsis en Ruanda. Ahí las consecuencias fueron catastróficas, que se siguen prolongando hasta hoy.

Pero más allá de ello, en lugar de preocuparse si va a estallar o no la guerra, el gran reto radica en transformar las condiciones existen en el Sahel para evitar que los militares tomen el poder, y lo peor de todo es ver que la población los apoya. Eso debería ser lo más preocupante. De no ser así, pueden pasar muchas guerras, intervenciones y golpes de Estado antes de un mayor crecimiento y desarrollo.

¿Qué podemos esperar que ocurra en Níger durante los próximos días, semanas y meses?

Sin duda alguna, se vienen tiempos de cambio y de mucha inestabilidad política para Níger. Los militares golpistas y una buena proporción de la población civil están dispuestos a todo para impulsar un nuevo proyecto de nación sin el patrocinio de Francia, la ECOWAS y sus aliados, mientras que éstos intentarán, de alguna u otra forma, devolver al país a su antiguo orden, y la forma en que actúen va a determinar en buena medida el futuro de Níger.

Es prácticamente inminente una intervención en Níger. La gran interrogante es saber hasta qué grado se piensa intervenir, ya sea Francia, la ECOWAS o sus aliados. Tal como lo señalamos anteriormente, la posibilidad de un enfrentamiento armado sigue latente, y aunque los temores a que esto ocurra han ido disminuyendo, si llegase a ocurrir, sería una catástrofe similar a la de Libia, un país que vio cómo tropas extranjeras ingresaban a su territorio, y cuando se fueron, todo fue peor. Hoy, Libia sigue siendo un desastre, pese a que en su momento fue el país con mayor ingreso per cápita del continente. Si este escenario se traslada a Níger, uno de los cinco países más pobres del mundo, y en el centro de un Sahel cada día más convulso, el resultado será de proporciones apocalípticas.

En contraparte, un escenario muy optimista sería que la Junta Militar de Níger llegue a un acuerdo con la ECOWAS, establezca un gobierno de transición, y se celebren elecciones para conformar un gobierno democráticamente electo. Lamentablemente, se visualiza muy complicado que se concrete.

Un escenario mucho más realista, pero poco deseable para Níger, es algo similar a lo que ha ocurrido en Mali. Después de la destitución del expresidente Ibrahim Boubakar Keita por militares en el 2020 – precedida de fuertes protestas sociales contra su gobierno – el país no ha podido establecer un gobierno de transición debido a disputas internas entre los mismos militares, y algo similar ocurrió en Burkina Faso. En este sentido, si no se consolida la Junta Militar, pueden pasar años para que veamos a un gobierno definitivo en Níger.

Las sanciones contra el país pueden ser un factor que, a mediano plazo, pudieran desestabilizar al país, dadas sus fragilidades y carencias. Ésta es una carta que Francia y sus aliados pueden jugar a su favor. Pero la población nigerina, al parecer, ya no está dispuesta a tolerar la presencia de Francia y su maquinaria neocolonial. Sin embargo, la defensa de su soberanía puede ser muy costosa si decide abrirle la puerta a los rusos y a los chinos. En una de esas, los nuevos amos pueden resultar igual o peor que los viejos. O quizás sea mejor.

En todo caso, debería ser el pueblo de Níger quien debe tomar su destino en sus propias manos. Un gobierno africano en manos de los militares es una receta que ha fracasado una y otra vez. La historia reciente de África está llena de episodios de militares que llevaron a la ruina a sus naciones. Tomar el camino del diálogo y la reconciliación siempre será la mejor decisión. El papel de conciliador de la Unión Africana – que a través de su Consejo de Paz y Seguridad ya se ha pronunciado a favor de una solución no militar y no punitiva para la crisis de Níger – será fundamental.

Como conclusión, vuelvo a insistir en el mismo punto: todo mundo se preocupa por sus intereses geopolíticos, y muy poco por las causas que originaron la situación desesperada que se vive en Níger: pobreza, desnutrición, inseguridad, crisis alimentaria, cambio climático, déficit en infraestructuras y un largo etcétera. Si no se resuelven ni atacan todos estos problemas, los militares seguirán tomando el poder, ya sea en Níger o en cualquier otro país del Sahel, y la inestabilidad siempre estará ahí.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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