Ghana, doble orgullo de África

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Hablar de Ghana equivale a referirnos a una historia dorada de progreso, originalidad y grandeza dentro del continente africano, por donde quiera que se le vea. Así, en esta ocasión vamos a tratar un poco acerca de la historia de las dos Ghanas: el imperio y la república.

Ghana es una palabra que, en lengua soninké, significa Rey Guerrero. Con este nombre se denominaban a los gobernantes de un fabuloso y poderoso imperio que existió en África Occidental, al mismo tiempo que Europa atravesaba la Edad Media. Dicho imperio fue el primer gran Estado del África Subsahariana, sin contar Aksum, reino con fuertes influencias judeocristianas.

Gran parte de lo que sabemos acerca del imperio de Ghana se lo debemos a Al-Bakri, un historiador árabe, que vivió en el siglo XI. Sin embargo, aún desconocemos muchos aspectos sobre la antigua Ghana. Pero lo que sí podemos afirmar es que su legado trascendió su época, inspirando el surgimiento de otras civilizaciones igual de grandiosas. Pese a ello, la historia del imperio de Ghana es una gran desconocida para el público latinoamericano.

El imperio de Ghana logró subsistir poco más de 500 años, pero su nombre aún permanece. En 1957 la Costa de Oro, una de las colonias que los europeos implantaron en África, rebautizó su territorio como Ghana en referencia al antiguo imperio, bajo el liderazgo de su prócer independentista, Kwame Nkrumah.

Y como si de un Déjà vu se tratara, esta nación fue el primer país de África Subsahariana que se liberó de la colonización europea, y su ejemplo impulsó a otras colonias a luchar por el mismo objetivo. Y además, Nkrumah fue el principal exponente del panafricanismo, llevando la consigna de alcanzar la unidad y el progreso de todos los pueblos africanos.

Bajo esta antorcha ideológica, Ghana se ganó la admiración y el respeto de todo el mundo, y aunque el objetivo panafricanista se vio truncado, la República de Ghana se ha convertido en uno de los países más estables de África y con buenas perspectivas hacia el futuro.

De esta manera, la antigua y la moderna Ghana son dos aparatos estatales que han dejado una profunda huella en los pueblos del Occidente africano, que a pesar de que son de épocas totalmente diferentes, comparten el mismo nombre y son dignos representantes del orgullo africano.

Antes de entrar de lleno en la historia de cada una, bien vale la pena aclarar que el territorio del país de Ghana no es el mismo al que alguna vez abarcó el antiguo imperio de Ghana, tal como se aprecia a continuación.

Elaboración propia.

El Imperio de Ghana (700-1202).

Contrario a la creencia popular, África cuenta con una larga e interesante historia antes de la esclavitud y el colonialismo. Exceptuando al Antiguo Egipto, el mundo académico menosprecia al resto de las civilizaciones africanas antiguas. Más sin en cambio, el imperio de Ghana es sólo uno de tantos reinos antiguos que demuestran la existencia de civilizaciones avanzadas y complejas en el África precolonial, lejos del estado de salvajismo y barbarie con el que suele asociarse a África.

Ghana fue el precursor de los grandes imperios que se desarrollaron en la región del Sudán Occidental, también conocida como bilad al-sudan (país de los negros), que se localiza en los actuales territorios de Malí, Mauritania y el sur del desierto del Sahara, entre el océano atlántico y el río Níger.

La historia de la región y del imperio de Ghana siguen estando incompletas, debido a la falta de fuentes escritas verídicas, y los escritos que hay están llenos de mitos y leyendas, donde se mezcla la fantasía con la realidad, por lo cual es complicado descubrir cuánto hay de verdadero de esta entidad política, cuyo nombre real es Wagadu, que significa en lengua local tierra de rebaños. Como lo señalamos al principio, Ghana era el nombre que adoptaban sus gobernantes, pero pronto los árabes comenzaron a referirse así a todo el imperio.

Se cree que este imperio pudo surgir a partir de pequeños asentamientos agro-pastorales del siglo IV que se ubicaban en la región. El río Níger inundaba parte de la sabana, y proporcionaba tierra fértil para la agricultura, ayudada por las constantes lluvias. Se cultivaban una gran variedad de alimentos: arroz rojo africano, mijo, legumbres, tubérculos, verduras de raíz, plantas aceiteras y de fibra, así como frutas. También se practicaba el pastoreo y la pesca, y conocían la metalurgia y la cerámica. Antes del imperio había una ciudad fortificada llamada Djenné-Djenno, pero poco se sabe de ella.

Según la leyenda, Ghana fue fundada por Dinga Cisse, que venía del Este, que estableció un pacto con una serpiente gigante llamada Bida a cambio del sacrifico anual de una virgen. Existen hipótesis de que el reino fue fundado por bereberes blancos del norte, o por judeo-sirios de Oriente próximo, pero la más aceptada es que en realidad el reino fue fundado por autóctonos negros llamados soninké, de lengua mandé.

Se piensa que los soninké estaban sometidos a tribus de bereberes del norte, pero se liberaron de ellos entre los años 700 y 800, y comenzó la dinastía Cisse, y éste fue el punto de inicio de la expansión del reino. Pronto entraron en contacto con musulmanes del norte, quienes introdujeron el camello, e hicieron partícipes del comercio transahariano.

Ghana era conocida como la tierra del oro, que procedía de la región de Wangara, cuya ubicación no ha sido posible determinar, pero que con toda seguridad se ubicaba hacia el Sur, ya que la zona es conocida por sus minas de este mineral. Era tal la cantidad de oro que exportaban que surgieron una multitud de leyendas en torno a esto.

Fue el monopolio del oro lo que le permitió a Ghana alcanzar mucha riqueza y poder. Pero este país de los negros (como lo denominaron los árabes), vivía principalmente del comercio, gracias a las caravanas que lo atravesaban de punta a punta.

La compraventa de sal y de oro eran las actividades principales. A su vez, también intercambiaban marfil, otros tipos de metales, textiles, especias y pescado. También comerciaban esclavos procedentes del este del actual Chad. No había monedas como tal, y se pagaba con polvos de oro. El imperio contaba con métodos sofisticados de administración y recaudación de impuestos. Se mantenía un ejército regular, con una fuerza considerable.

La capital era Koumbi Saleh, ubicada a unos 322 kilómetros al norte de Bamako, y a 400 kilómetros al oeste de Tombuctú, que estaba dividida en dos: una para los comerciantes musulmanes, y otra para los soninké. Se estima que la ciudad albergaba entre 15 y 20 mil habitantes.

Ruinas de Koumbi Saleh.

Según las fuentes, este imperio habría estado gobernado por un rey, que ostentaba tanto el poder político como el religioso. También era el jefe supremo del ejército, controlaba el comercio e impartía justicia. Para ello, se apoyaba en un comité conformado por gente notable. La sucesión era matrilineal, pero el gobernante era varón. El hijo de la hermana del rey era quien heredaba el trono.

Se trataba de un imperio monoteísta que creía en Wagadu, el Dios serpiente, al que para mantener contento, la joven más bella del reino era sacrificada en su honor de manera anual, de acuerdo con el pacto. No obstante, a los comerciantes musulmanes se permitía ejercer su religión, al grado que en Koumbi Saleh se construyeron varias mezquitas.

Los emperadores de Ghana extendieron su dominio por todo el valle del Níger, situación que se prolongó por varios siglos. En su época de mayor esplendor las rutas solían comenzar en Tremecén, ciudad del oeste de Argelia y capital del Magreb central, hasta Awdagost, en Mali, y antigua capital de los bereberes.

Ya para el siglo XII muchos musulmanes se incorporaron al gobierno, lo cual empezó a provocar tensiones entre aquellos que aún seguían los rituales animistas.  Hacia el año 1054 el imperio fue atacado por los almorávides, suceso que marcaría el declive de manera progresiva del imperio, debido a la pérdida de gran parte de sus riquezas.

Su final político acaeció en 1202, cuando el imperio se fraccionó territorialmente en 12 Estados más pequeños. Aunque algunos académicos afirman que el cambio climático fue un factor de su decadencia, realmente el movimiento almorávide fue el principal responsable de ello, así como de la profunda islamización de la región.

La zona que dominaba el imperio de Ghana perdió atractivo, y las rutas comerciales se desviaron hacia otros rumbos que empezaban a despuntar, como Gao y Tombuctú. Este fue el origen de los grandes reinos que se desarrollaron en la región posteriormente: el de Sosso, el de Malí y el Songhai. Pero esas son ya otras historias.

La República de Ghana (1957-actualidad).

Al sureste de donde se encontraba el antiguo imperio de Ghana se encuentra el país que hoy llega ese nombre. Aunque se piensa que una parte de los habitantes de Koumbi Saleh huyeron al Sur rumbo a este sitio, no se encuentran más conexiones históricas ni territoriales entre el imperio de Ghana y el actual país.

El territorio de este último es el hogar de los Akán, un complejo étnico que se sitúa en la franja que abarca la costa del golfo de Guinea, que va desde Liberia hasta el río Volta. Antes de la llegada de los europeos, los Akán estaban organizados políticamente bajo la figura del Imperio de Ashanti o Asante, cuya unificación se dio en el siglo XVI, justo cuando los europeos comenzaron a explorar las costas del occidente africano, y con quienes entraron en contacto.

Los Ashanti eran un pueblo guerrero, con un sistema altamente burocrático, que se dedicaba al comercio de esclavos, oro y nuez de cola. Mantenían bajo su control todo el territorio actual de Ghana y parte de los de Costa de Marfil y Togo. Al igual que otros reinos de la región, como el de Dahomey, el ejército fue una poderosa herramienta para conseguir cautivos y ofrecerlos como esclavos.

Los Ashanti libraron varias guerras con pueblos vecinos, especialmente con los fante, un pueblo costero menos organizado, pero que eran aliados de los ingleses. En cambio, los Ashanti comerciaban con los holandeses y los daneses. Por este motivo, los ingleses buscaron desde inicios del siglo XIX conquistar el Reino Ashanti y apoderarse de sus riquezas.

No obstante, este Reino fue uno de los pocos Estados africanos en ofrecer resistencia seria a los invasores europeos. Gran Bretaña tuvo que luchar cuatro guerras Ashanti desde Sierra Leona, entre 1826 y 1900, para poder someter al reino. Si bien en 1874 acabaron con Kumasi, la capital del imperio, fue hasta 1900 cuando finalmente los británicos convirtieron al reino en la colonia conocida como la Costa de Oro, absorbiendo también las posesiones danesas y neerlandesas que tenían ese mismo nombre.

Pese a ello, la monarquía Ashanti sobrevive hasta nuestros días, y hoy es una especia de subestado dentro de Ghana. Sigue habiendo rey (Osei Tutu II, desde 1999) y continúa residiendo en el palacio de Kumasi, aunque sin facultades políticas.

Durante la colonia, los ingleses explotaron marfil, diamantes, madera y cacao. Construyeron una red de ferrocarriles, infraestructura y servicios educativos y de salud al estilo occidental. Pero al igual que en el resto de África, los pobladores buscaban liberarse del yugo de la colonización europea.

Y fue precisamente de la Costa de Oro de donde emergió una de las grandes figuras de la descolonización: Kwame Nkrumah. Con formación académica en Estados Unidos y Gran Bretaña, este hombre adoptó los ideales del panafricanismo y antiimperialismo, y tras el fin de la segunda guerra mundial regresó a su país a luchar por la independencia.

Tras ser perseguido y encarcelado, finalmente logró su objetivo, y el 6 de marzo de 1957 rebautizó el nombre de su país como Ghana y se convirtió en su primer gobernante. Kwame Nkrumah tenía una gran misión por delante: el de imaginar una nación, luchar y trabajar para el pueblo empobrecido, basándose en la política de africanización y panafricanismo.

Kwame Nkrumah en la portada de la revista Time. Fotografía: Jeni Kirby History.

Su visión fue más allá de los intereses de su país, y trabajó por toda la unidad africana. No obstante, poco se habla de su labor como gobernante a nivel interno, donde trató de implementar un plan de desarrollo (1963-1970) para llevar a Ghana a las puertas de un estado moderno, basado en un programa agrícola e industrial bien planeado.

La visión era destruir por completo la economía colonial para pasar a una industrializada, a lo largo de un sistema de producción y distribución de corte socialista, que haría a Ghana una nación autosuficiente. Sin embargo, ese plan fue interrumpido por un golpe militar a Nkrumah en 1966, mientras éste se encontraba en China, que lo obligó a dejar el poder.

Después se sucedieron otros cuatro golpes, entre 1972 y 1981. Con ello, Ghana ingresó en una etapa de inestabilidad, hasta que apareció una nueva figura central en su historia independiente: el militar Jerry John Rawlings, quien dio el golpe de Estado en 1981 y comenzó una serie de privatizaciones y medidas de apertura de mercado.

Finalmente, en 1992 Ghana adoptó la democracia con una nueva constitución, donde adoptó un sistema de representación directa, un Estado Centralista y donde el presidente es elegido cada cuatro años. Desde entonces ha habido cuatro cambios de partido gobernante, aunque solo han sido dos los partidos políticos los que se han alternado el poder: el National Democratic Congress (NDC, de tendencia socialdemócrata, fundado por Rawlings) y el New Patriotic Party (NPP, de corte liberalconservador). El actual presidente, Nana Akufo-Addo, fue abanderado por el NPP.

Aunque esto puede ser visto como un aspecto positivo, presenta el inconveniente de que los distintos gobiernos adoptan medidas cortoplacistas, y se pone freno a las políticas una vez que un nuevo partido accede al poder. Afortunadamente no hay fuerzas políticas vinculadas a una religión, etnia o región, como sucede en algunos países de la región, como Nigeria y Costa de Marfil. Esta línea se ha mantenido aún durante los años de inestabilidad.

Ha progresado en materia de seguridad, bienestar y reducción de pobreza, pero se enfrenta a numerosos desafíos. Uno de los problemas más graves es la desigualdad regional, ya que más del 70% de la población del norte del país vive en la pobreza extrema. La tasa de desempleo es alarmante, sobre todo en los jóvenes.

Es una economía pequeña, aún en África, pero con buenos niveles de crecimiento y desarrollo económico. Históricamente ha presentado estabilidad política y un clima favorable a los negocios y al emprendimiento. Se descubrieron reservas de petróleo en 2007, pero sigue dependiendo del sector primario.

La historia de Ghana ha tenido avances y retrocesos, marcados por la estabilidad política, problemas económicos y escándalos de corrupción, en medio de enormes desafíos en materia de educación, salud y energía. Tiene un largo camino por recorrer, pero se presenta ante el mundo con tres valiosas cartas que presenta como una fuerte apuesta para un mejor futuro: democracia, unidad nacional y políticas sociales en favor de los más favorecidos. Éste fue el legado más importante de Kwame Nkrumah a su patria. Es así como la leyenda de Ghana mantiene vigente la esperanza de un África más próspera, una estrella negra cuyo brillo ilumine la unidad y el progreso de África.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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