Digitalización y ciberactivismo en las sociedades africanas

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Ilustración que replica la imagen de una mujer nigeriana con mascarilla en el marco del movimiento #EndSARS, elaborada por dos jóvenes artistas del Estudio Anthill. Es una de las imágenes más representativas de lo que fue el 2020 en África.

Los avances en la digitalización de procesos y sectores económicos están transformando la vida social y política de las personas en todo el mundo, tendencia que se está acelerando a causa de las medidas para combatir la pandemia de COVID-19. En el caso particular de las sociedades africanas, estos avances han sido aún más importantes, al impulsar nuevas formas de participación política y protesta social que están poniendo en jaque a unos gobiernos africanos que se resisten al cambio.

A lo largo de la última década los países africanos han avanzado a pasos agigantados en la construcción de espacios y ecosistemas digitales, que en muy poco tiempo han generado sinergias positivas dentro de las comunidades del continente en diversos ámbitos. Un mayor acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s), la aparición de los teléfonos inteligentes y la ampliación de la conectividad a internet son los principales impulsores de este proceso.

Aunque en África la tasa de penetración digital continúa siendo baja, los avances en la materia son innegables y brillantes. Y lo mejor de todo es que la sociedad civil es quien se encuentra a la vanguardia de este proceso, fortaleciéndose ante los gobiernos africanos y revolucionando la manera de ejercer la ciudadanía a lo largo del continente, sobre todo entre la juventud.

Es por ello que resulta muy importante comprender las tendencias que la digitalización va marcando en los países africanos y los cambios que va dejando a su paso, sobre todo en los aspectos social y político, cuyas consecuencias serán decisivas para el futuro de las sociedades africanas.

El África digital y sus transformaciones.

A mediados de los años noventa, los grandes avances que se registraron en el campo de las TIC´s detonaron el auge de la digitalización, entendida como el proceso mediante el cual estas tecnologías se implantan en los procesos de reproducción social y económica, lo cual supone actividades en al menos cinco ingenierías: microelectrónica, telecomunicaciones, arquitectura de ordenadores, robótica y software.

Gracias al desarrollo de estas actividades hoy podemos utilizar nuevas herramientas novedosas y eficientes, como la inteligencia artificial (IA), la informática de la nube, impresión 3D, el internet de las cosas y demás tecnologías inalámbricas. Este conjunto transforma la forma de llevar a cabo diversas tareas, la comunicación y el acceso al conocimiento e información.

En África, la digitalización se presenta como un ecosistema complejo y en construcción. Cada país del continente presenta diversos grados de avance en cuanto al acceso de la población a las TIC’s, pero conviene mucho resaltar las transformaciones y dificultades comunes que se están presentando a lo largo del continente en esta importante materia.

Al igual que en las anteriores revoluciones tecnológicas e industriales, el ingreso de África a la era digital se dio de forma tardía en comparación con el resto del mundo. Hasta el siglo XX el continente presentaba un déficit tecnológico y de infraestructuras, pero a partir del siglo XXI, la tecnología se hace más accesible.

Al mismo tiempo, el grado de impacto y de asimilación de las nuevas tecnologías ha sido mucho mayor, trayendo importantes consecuencias socioeconómicas para la población africana, a pesar de todas las carencias preexistentes. No obstante, con mucha creatividad y esfuerzo, los africanos han podido sortear las limitaciones, surgiendo miles de proyectos e iniciativas digitales soberanas que están conduciendo a las sociedades africanas hacia un mayor bienestar y desarrollo. Lo que han hecho los africanos, con tan pocos recursos, es sorprendente.

Los avances en la digitalización han sido mayormente impulsados por la telefonía móvil y sus servicios digitales, que se han mostrado como el instrumento más eficaz para llevar los beneficios de las nuevas tecnologías a la población. Ante ello. los Estados, Organismos Internacionales y las grandes empresas del sector han comenzado a invertir importantes sumas de dinero y recursos para ir tras las oportunidades que el enorme mercado africano está ofreciendo, pero aún hace falta mucho trabajo para alcanzar infraestructuras óptimas para el crecimiento de las TIC’s en África.     

Existen evidentes diferencias entre los entornos urbanos y rurales, y si bien las infraestructuras en las ciudades van en aumento, en el campo permanecen estancadas. Además, todavía muchos países africanos presentan serias limitaciones en su política tecnológica y marco regulatorio.

En general, en todos los países africanos la digitalización está reduciendo las asimetrías de la información y potenciando las habilidades digitales de sus habitantes, quienes buscan soluciones a sus principales problemas en este campo en pleno crecimiento, empeñándose en que la construcción de la sociedad del conocimiento y de la información sea la oportunidad para que nunca más sea excluida del desarrollo de la humanidad.

Se han puesto en marcha una gran cantidad de iniciativas que intentan adecuar los espacios digitales a las especificidades de las naciones africanas. Dichas iniciativas están abarcando casi todos los sectores económicos, pero sobresalen en aquellas actividades que emplean a la mayor parte de la población, así como en las que se presentan las necesidades más apremiantes, como en la agricultura de subsistencia, educación, detección de enfermedades, producción farmacéutica y los servicios financieros.

A su vez, son de destacar los proyectos que están llevando a las lenguas africanas a la red, con el propósito de que la digitalización en África se convierta en un proyecto incluyente. Existen más de 2 mil lenguas africanas y muy pocas se pueden encontrar en internet, por lo que varios activistas digitales se encuentran trabajando para derribar estas barreras y combatir el analfabetismo digital y real.

Del mismo modo, el avance de la digitalización se traduce en una oportunidad para hacer negocios, por lo que aparecen emprendedores que tratan de aprovecharlas creando start-ups con sensibilidad social. Algunas de ellas han tenido mucho éxito, pero su crecimiento es sumamente difícil ante un mercado fragmentado. También se están comenzando a crear iniciativas de e-gobierno, que aún están en etapas tempranas.

Estas experiencias muestran la búsqueda de autonomía y la creación de mejores condiciones sociales para las y los africanos, pero lo más interesante de este fenómeno es que la ciudadanía, junto con la Sociedad Civil, van uno o dos pasos adelante en comparación con los Estados en cuanto a la difusión y asimilación de las TIC’s, al presentar iniciativas más vanguardistas, innovadoras, creativas y constructivas.

El gran reto para todos es desarrollar más infraestructuras, tanto físicas como digitales, comenzando por la electricidad, servicio al cual no tienen acceso más de 600 millones de africanos. De igual forma, es fundamental aumentar la capacidad institucional para impulsar los proyectos de innovación, investigación y desarrollo, así como fomentar el uso seguro de datos y acciones de ciberseguridad, que serán cada vez más importantes en un futuro cercano.

Ciberactivismo y redes sociales: una nueva forma de ejercer la ciudadanía.

Como vemos, la digitalización está transformando la realidad social y económica en todo el continente africano, revolucionando las formas de interacción social. Pero sin duda, es en el ámbito político donde más se refleja el impacto de las TIC´s en África.

Ante el declive de los medios de comunicación tradicionales, tendencia que va en aumento en todo el mundo, y que en África están casi siempre alineados con los gobiernos, las conversaciones digitales están amplificando las voces críticas hacia los discursos oficialistas, y con ello nace una forma novedosa y genuina de participación política, sobre todo entre los sectores juveniles del continente.

El uso de internet y las redes sociales juegan un rol de cohesión, reafirmación de comunidad y toma de protagonismo de la ciudadanía, permitiendo el intercambio de ideas y opiniones entre los mismos africanos y con gente de otros países. De esta forma, internet aparece como un instrumento de homogeneización cultural, donde unos mensajes pueden marcar la diferencia entre morir y sobrevivir. Así ha quedado demostrado en la lucha contra el combate al COVID-19, en donde activistas y Organizaciones de la Sociedad Civil han sido los primeros en responder a esta emergencia.

En los últimos años las campañas digitales y un incipiente ciberactivismo están modificando el panorama de la participación social y política en el continente. Y es durante las elecciones políticas cuando se manifiesta con mayor intensidad dicha participación, pero lejos del modelo de “activismo pasivo” arraigado en muchas partes de Occidente, el descontento de los ciudadanos africanos con sus gobiernos se traslada con intensidad de los espacios digitales a los sociales. Los temas que más se comentan tienen que ver con asuntos como el racismo, la injusticia, la corrupción, la transparencia, los abusos y las represiones policiales.

Imagen utilizada por ciberactivistas senegaleses en señal de duelo para denunciar la muerte o desaparición de al menos 480 personas migrantes en las costas del Atlántico.

Medios sociales como Facebook, Twitter, YouTube, cientos de blogs y el propio teléfono móvil han sido fundamentales para el fortalecimiento de la ciudadanía en África, que juega un rol crítico frente al poder establecido. Estos sitios se han convertido en el vehículo que lleva a la arena pública el descontento popular por su situación actual de vida, tal como lo vimos con la irrupción de las primaveras árabes y africanas.

Estas son algunas de las campañas digitales que han tenido mayor difusión a nivel internacional:

  • #OccupySenegal: Esta fue una de las primeras campañas digitales ciudadanas que se realizaron en África (2012), que surgió para evitar que el entonces presidente de Senegal Abdoulaye Wade, se postulara para un tercer mandato en el poder.  Inspirados en el movimiento “Occupy Wall Street”, y teniendo como fondo uno de los países africanos más estables y democráticos, las movilizaciones se generalizaron a nivel nacional, y finalmente Wade no logró su propósito.
  • #GambiaHasDecided: Tras la derrota electoral en Gambia de Yahya Jammeh, después de 22 años en el poder, y su postura de no reconocer los resultados, surgió en redes sociales una conversación bajo la etiqueta “Gambia has decided” (Gambia ha decidido), creada pare defender aquello por lo cual los ciudadanos votaron, que tuvo un impacto mundial.
  • #ThisFlag: El 3 de mayo de 2016, el pastor zimbabuense Evan Mawarire publicó un video donde criticaba al gobierno del dictador Robert Mugabe, llevando una bandera de su país alrededor de su cuello. Rápidamente el video se viralizó, y miles de internautas de Zimbabue publicaron sus propios videos y fotografías con la misma dinámica, exponiendo el enorme malestar social contra el gobierno.

Como vemos, el denominador común de estas campañas digitales son las carencias sociales y la falta de libertades y garantías políticas en los países africanos, aún en los más desarrollados.

Las transformaciones políticas y sociales que directa o indirectamente tienen que ver con un mayor uso del internet y las redes sociales nos proporcionan un material suficiente como para escribir una obra con varios volúmenes, que incluyen caídas de dictadores, reformas a las leyes, referéndums, renuncias de funcionarios públicos, campañas digitales masivas y mucho más. Aquí no pretendo profundizar en ellos, tan solo remarco que estos movimientos en pocos años han modificado el statu quo africano, cuestionando las bases y los principios sobre los que descansan los Estados africanos.

Muchos gobiernos están conscientes de que pueden perder sus posiciones de poder ante el creciente ciberactivismo y participación ciudadana, y han tomado cartas en el asunto. Una medida cada vez más generalizada en África es cortar la conectividad a internet y apagar el espacio digital cada vez que la situación lo amerite, con todo lo que esto implica, sobre todo cuando hay elecciones u ocurra alguna otra situación grave que amenace los intereses y privilegios de la clase política, o se deteriore la imagen de los gobiernos a nivel mundial, a costa de los derechos y libertades civiles.

En respuesta, las y los ciberactivistas africanos han desarrollado estrategias de coordinación y defensa para mantener activas sus demandas a través de plataformas e iniciativas con un marcado carácter panafricano, es decir, a nivel continental, surgiendo organizaciones multinacionales que engloban una constelación de organizaciones sociales y civiles de varias nacionalidades africanas, como Africans Rising, que tienen entre sus principales objetivos encauzar las campañas digitales hacia un cambio social más inclusivo y sostenible.

De esta forma, el universo digital se ha descubierto como un espacio en expansión de participación política y ciudadana en contextos de severos déficits de salvaguarda de derechos y libertades. Ante ello, el espacio digital se convierte en un escenario donde se disputa el presente y el futuro de las sociedades africanas, en donde se encuentran un gran número de ventajas, pero también de riesgos.

El mensaje es claro: las sociedades africanas están determinadas a transformar su realidad a través de la digitalización, sin importar si en el camino se llevan por delante a los gobiernos, por lo cual no es posible comprender la agitación social y política que prevalece en África sin observar qué es lo que sucede en los espacios virtuales y digitales.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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