El franco CFA y la cuestión de la soberanía monetaria en África Occidental y Central

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Billete de 2,000 Francos CFA. Imagen: Wikimedia Commons

En este texto se realiza una reflexión sobre el Franco CFA, una moneda que Francia implantó en sus dominios africanos durante la época colonial, pero que aún se mantiene vigente en algunos países de África Occidental y Central, significando su uso un atropello a su soberanía. Actualmente esta moneda es objeto de una amplia discusión dentro y fuera de África, por lo que también exploramos las posibilidades sobre una reforma monetaria en estas regiones.

El dinero, la moneda y la divisa son instrumentos económicos esenciales que se encuentran estrechamente vinculados al bienestar de las personas y las naciones, cuyo manejo y control son sumamente estratégicos para el crecimiento y desarrollo económico. Por ello, la política monetaria es un pilar básico para el buen funcionamiento de la economía, y su conducción debería estar en sintonía con los ciclos económicos y la situación de la economía mundial, así como en las directrices y líneas de acción establecidas en los planes nacionales de desarrollo que formule cada país con base en su realidad y sus características particulares.

Sin embargo, varios países de África Central y Occidental continúan utilizando una moneda que les fue impuesta por Francia desde los tiempos coloniales. Se trata del franco CFA, que se mantiene vigente pese a las independencias políticas africanas, y que hasta hoy es controlado por el Tesoro Francés, e indirectamente, por el Banco Central Europeo, imposibilitando a los países que usan esta moneda a establecer una auténtica política monetaria y controlar la emisión de dinero.

Debido a esto la sociedad civil africana exige el inmediato abandono del franco CFA, pues representa una humillación para ellos seguir dependiendo de su antigua metrópoli, aceptando así la falsa idea de que los africanos son incapaces de conducir su propia economía y necesitan de ayuda extranjera. Después de muchos intentos infructuosos por parte de algunos países que han querido desprenderse de esta moneda, parece ser que ahora sí los gobiernos en ambas regiones están dispuestas a abandonar este “contrato económico neocolonial” y abrir nuevas posibilidades de moneda.

Pero para comprender mejor este proceso es necesario remitirnos a los orígenes del franco CFA, su evolución, características y los escenarios que se abrirían tras una reforma monetaria. Todo esto se describe a continuación.

Nos remitimos al año de 1945, cuando Francia es liberada por las tropas aliadas de la ocupación nazi. La situación de la nación gala era crítica, donde la creación e implementación un proyecto de reconstrucción revestía una importancia crítica. Es bajo este contexto cuando nace el franco CFA, que puede enmarcarse dentro de los acuerdos de Bretton Woods, puesto que entró en vigor el 26 de diciembre de ese año. Este nombre se heredó de la moneda francesa de aquel entonces – el franco -, al que se agregó la abreviatura de “Colonias Francesas Africanas“, que pronto se transformó en las siglas de la Comunidad Financiera Africana (CFA).

Originalmente el franco CFA surge como parte de un sistema monetario destinado a controlar a las colonias africanas francesas y perfeccionar el drenaje de sus recursos hacia Francia, al tiempo que se garantizaba el acceso de los productos franceses a los mercados africanos y diversas preferencias comerciales.

Sin embargo, Francia ya era incapaz de sostener su imperio colonial por mucho tiempo, por lo que dio inicio el inevitable el proceso de descolonización de sus posesiones en África, no sin antes sofocar algunas revueltas de inspiración panafricanista. Pero ya con el control del sistema monetario era suficiente para seguir perpetuando el dominio francés en tierras africanas, y de este modo el franco CFA se convirtió en la piedra angular del nuevo periodo neocolonial francés y de la Françafrique.

Con estas bases, la moneda se dividió en dos variantes geográficas con igual valor: uno para ocho países de África Occidental (Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea Bissau, Malí, Níger, Senegal y Togo); y otro para siete de África Central (Camerún, República Democrática del Congo (RDC), República Centroafricana, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Gabón y Chad).

Para cada una de estas zonas se creó su Banco Central correspondiente: el Banco de los Estados de África Central (BEAC, con sede en Yaundé); y el Banco Central de los Estados de África del Oeste (BCEAO, con sede en Dakar). Este mismo sistema le fue aplicado a las Comoras, creándose para estas islas el franco comorense y el Banco Central de las Comoras (BCC). Solamente Mauritania y Madagascar pudieron evitar la implementación de esta moneda, mientras que Guinea Ecuatorial, Guinea Bissau y la RDC terminaron por adoptarla, pese a que no fueron colonias francesas.

Zonas del Franco CFA en África Central y Occidental
Zonas del Franco CFA en África Central y Occidental

De forma general, el franco CFA presenta las siguientes características:

  • Los países miembros están obligados a colocar el 50% de sus reservas en el Banco Central de Francia.
  • Actualmente la moneda está vinculada al euro, con un tipo de cambio fijo de 655.96 francos CFA por euro.
  • Se garantiza la convertibilidad ilimitada de francos CFA a euros.
  • Francia posee el 90% de las existencias de oro.

Bastan con estas características para comprender la enorme dependencia y los efectos que trae el uso del franco CFA en los países africanos. Ninguna decisión de política monetaria es aprobada sin el visto bueno del Banco Central Francés. No pueden aumentar por sí mismos la emisión de moneda, modificar las tasas de interés, apreciar o devaluar la moneda, y mucho menos hablar de la emisión de bonos. Todo viene dictado desde Francia, acorde a sus intereses, quien puede manejar a su antojo las operaciones relacionadas con la moneda, como ocurrió en 1994, cuando devaluó el franco CFA en 50%. Esto se traduce en una notoria pérdida de autonomía y libertad para los africanos.

Es difícil defender al franco CFA, aunque sus partidarios ven en él una herramienta de estabilidad de precios y control de la inflación, evitando escenarios como la situación de hiperinflación que atraviesa Zimbabue, pero esta es otra historia muy diferente.

Varios gobiernos africanos se aferran a este sistema, maximizando las “ventajas” que se obtienen, como la facilitación de las transferencias entre las dos zonas del franco CFA y la estabilidad del cambio, pero lo cierto es que la moneda no es popular para la población. En 2017 el activista beninés Kemi Seba fue encarcelado por quemar en público un billete de 500 francos CFA en una plaza pública de Dakar.

La paridad con el euro es atractiva para el capital internacional, pero no contribuye al desarrollo de los países africanos, ya que las inversiones solo extraen los recursos y repatrían sus beneficios. A pesar del crecimiento económico espectacular, la falta de competitividad de los sectores económicos africanos, la subordinación de las economías a las decisiones del Banco Central Europeo y, sobre todo, las terribles cifras de pobreza, terminan inclinando la balanza hacia el lado negativo para los africanos.

Por otro lado, al mantener una moneda lo suficientemente fuerte para países pobres, las exportaciones son débiles, y derivan en indicadores económicos atípicos, como la importante contribución del consumo interno en el Producto Interno Bruto (PIB) de los países de las zonas del franco CFA.

Otro argumento de defensa es el uso de una misma moneda en una zona donde viven más de 150 millones de personas, lo que facilita las transacciones económicas entre los países de la región, tal como sucede en Europa. Pero nuevamente, la situación de la zona euro es distinta, ya que en este caso cada país europeo (incluyendo la misma Francia) que firmó el Tratado de Maastricht lo hizo voluntariamente, cediendo su soberanía monetaria a un ente que vigila el interés común, que es el Banco central Europeo. En cambio, la zona del franco CFA fue una situación impuesta de forma unilateral por Francia a sus colonias africanas.

Hasta hace poco Francia había tenido el aval y respaldo de sus socios de la Unión Europea para seguir manejando lo concerniente al franco CFA, pero el año pasado el Primer Ministro italiano Matteo Salvini criticó fuertemente algunos aspectos de la actual política francesa hacia África, entre ellos los fundamentos de la Françafrique, la política migratoria y la cuestión del franco CFA, moneda a la que no tuvo reparo en tachar como neocolonial.

Las declaraciones de los italianos calaron hondo en los franceses y en el resto de la Unión Europea, al grado que el tema del franco CFA resurgió con fuerza en los círculos económicos y financieros de Europa. La presión ejercida contra Francia y su imagen de país progresista surtió efectos, y en un comunicado conjunto, los presidentes de Francia –Emmanuel Macron – y de Costa de Marfil – Alassane Ouattara -, anunciaron el 22 de diciembre el fin del franco CFA en África Occidental y la implementación de una nueva moneda, el eco, que conservará la paridad fija con el euro.

Esta noticia fue recibida con alegría y escepticismo por los ciudadanos africanos, y no es para menos. Esto significa un paso muy importante para la erradicación del franco CFA, pero en realidad solamente es una victoria modesta, que hay que tomar con calma, puesto que no queda muy claro el nuevo rol que Francia va a adoptar frente a la nueva moneda. Al parecer, este cambio de nombre sólo será cosmético, porque los franceses no están dispuestos a abandonar súbitamente el control de la política monetaria que ejerce sobre sus antiguas colonias.

No obstante, aquí es preciso sacar a colación el proyecto alternativo de moneda que presenta la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS, por sus siglas en inglés) que tiene previsto adoptar en 2020 una nueva divisa que ha sido largamente discutida y pospuesta, que también llevaría el nombre de eco, como resultado del proceso de integración económica de la región. El detalle está en que ocho de los quince miembros de este organismo usan el franco CFA, y el acuerdo anunciado por Macron no incluye a los miembros restantes que no usan esta moneda.

De esta forma habría dos versiones de eco distintas, creándose un escenario complejo sin precedentes, los países de África Occidental tendrán que inclinarse por una de las opciones. Evidentemente lo ideal sería que todos los países miembros de la ECOWAS impulsen una política monetaria común como resultado natural de su proceso de integración económica, que además es uno objetivo que han venido postergando por años, pero la influencia de Francia les resulta incómoda e indeseable. Inclusive su propuesta de eco puede ser vista como un golpe al proyecto de la ECOWAS. Por supuesto que los países que no usan actualmente el Franco CFA – sobre todo Nigeria –  no permitirán ceder parte de sus decisiones monetarias a Francia, por lo cual el ritmo de los acuerdos podría estancarse por mucho tiempo.

Aunado a ello, hay muchos vacíos conceptuales y legales en relación a la introducción del eco, sea cual sea la propuesta elegida. El abandono total del franco CFA no estará exento de problemas y desafíos, entre los que resaltan la firma del tratado correspondiente y la armonización de las legislaciones bancarias. Los expertos financieros señalan que los cambios podrían ser arriesgados si se abandona repentinamente la vinculación al euro, y hasta hoy, no se ha decidido el modelo de Banco Central ni el régimen de cambio de la moneda.

Por otra parte, la circulación de la nueva moneda implica que los países de la ECOWAS cumplan con ciertos requisitos, como mantener un cierto nivel de deuda externa, déficit presupuestal inferior al 3%, tasa de inflación por debajo del 10% y contar con determinadas reservas equivalentes a tres meses de importaciones, metas que prácticamente ningún país se encamina a cumplir. De esta manera, si muchos países no pueden manejar adecuadamente sus asuntos internos, es complicado generar acuerdos a nivel regional. En suma, es probable que tengamos que esperar más tiempo para que África Occidental abandone definitivamente el franco CFA y las palabras se materialicen en acciones.

Mientras África Occidental resuelve este acertijo, de momento, África Central continuará con el esquema vigente del franco CFA, aunque de igual modo los miembros de la Comunidad Económica y Monetaria de África Central han llamado a una profunda revisión sobre el futuro de la moneda, por lo cual también habría que esperar noticias en esta zona. Pero si África Occidental enfrenta graves problemas para implementar una nueva moneda, en el centro del continente se cuentan al doble.

La Comunidad Económica y Monetaria de África Central (CEMAC) se encuentra mucho más subordinada que la ECOWAS al gobierno de París, y ni siquiera presentan un proyecto serio de integración monetaria, y por el carácter autoritario de los gobiernos que integran la CEMAC, difícilmente, bajo las condiciones actuales, prosperaría un proyecto de esta naturaleza. De hecho, el economista senegalés Samba Sylla va más lejos, y asegura que no hay evidencia contundente que demuestre que las dos zonas del franco CFA sean zonas monetarias óptimas.

Entre tanto, el futuro de los países que mantienen el franco CFA sigue siendo incierto, pero ya es tiempo de que finalmente se desprendan de uno de los últimos vestigios de la colonización francesa. No es poca cosa la que está en juego: la moneda cumple con una función social y económica trascendental, pero también puede ser utilizada como instrumento de poder, una herramienta de gobierno y de construcción de legitimidad.

Hay que decirlo claro y fuerte: el Franco CFA es una vergüenza. Los gobiernos africanos deben reaccionar y actuar pronto para acabar con este instrumento de dominación. Se trata más de una cuestión identitaria que económica. Los países de África Occidental y Central tienen todo el derecho de adoptar el sistema monetario que más se ajuste a sus necesidades, y nadie debe intervenir más en sus decisiones de política monetaria. Tienen la capacidad y los recursos necesarios para llevar a sus pueblos a la prosperidad.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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