Cultivos agrícolas en África: café (IV)

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Fotografía: Torange.

Entre los productos agrícolas que produce el continente africano, el café ocupa un lugar privilegiado. A pesar de que sus granos y la bebida que se genera a partir de ellos son originarios de África, sus habitantes no lo consumen en gran medida, pero el impacto que tiene en las economías de los países productores es bastante considerable. En el presente artículo se abordan algunos aspectos relacionados a este cultivo.

– ¿No gusta tomar una tacita de café?

– ¿No será mucha molestia?

– Ay no, de ninguna manera, pase usted.

– Después de usted…

Este diálogo, retomado del exitoso programa humorístico mexicano El chavo del ocho, refleja uno de tantos casos en los cuales beber café se ha convertido en un hábito para millones de personas. Ya sea en compañía de alguien o en solitario, es muy frecuente disfrutarlo durante alguna negociación, en una cita romántica, o simplemente para degustarlo mientras se lee un buen libro. Y así, de esta manera, el café se ha convertido en una de las bebidas predilectas para muchas personas alrededor del mundo.

Los cultivos de café tienen como su origen las montañas de Etiopía. Desde el antiguo reino de Aksum, el comercio de café se extendía a lo largo del curso del río Nilo, el mar rojo y el golfo de Adén, llevando riqueza y poder al reino. En la antigüedad, tener el monopolio del café era una herramienta poderosa, hasta que el comercio trasatlántico de esclavos y mercancías dio forma a un nuevo sistema comercial, expandiendo los granos y variedades de café a todos los rincones del mundo, lo cual contribuyó al éxito económico de varias colonias americanas mediante la proliferación de las plantaciones.

Esos tiempos ya quedaron en el pasado, pero hoy, muchos años después, el antiguo sistema agroexportador se mantiene en esencia, donde los países productores exportan los granos de café sin valor agregado. Además, su producción y posesión siguen representando un gran poder. Pero ahora son otro tipo de actores quienes más se ven beneficiados del comercio de café y sus actividades relacionadas, liderados por la marca Starbucks, quien ha implementado un nuevo modelo de consumo del café, que va mucho más allá de solo comprar la bebida.

La producción de café requiere de condiciones muy particulares, y sobre todo se practica en zonas montañosas y tropicales, lo que implica que la recolección se siga realizando a mano, con excepción de Brasil, donde se cultiva en llanuras. Normalmente los países productores solo se dedican a cultivar, recolectar y procesar. El resto del proceso de producción se lleva a cabo en los países consumidores la mayor parte de las veces. Con respecto a los países productores, a continuación se muestran los principales a nivel mundial y africano, de acuerdo con la Organización Internacional del Café (OIC).

Elaborada con datos de la Organización Internacional del Café (OIC).
Elaborada con datos de la Organización Internacional del Café (OIC).

Etiopía, la cuna del café, continúa siendo el principal productor de café en África, donde sigue siendo parte de la vida cotidiana en las regiones donde se produce, en donde incluso se llevan a cabo ceremonias en las que se tuesta y prepara la bebida de forma artesanal, lo que constituye en sí misma una actividad cultural y turística.

Obviamente, al ser un cultivo tan lucrativo, otros países africanos que reúnen las características geográficas y climatológicas idóneas han venido adoptando los cultivos de café en sus tierras y como consecuencia, han ido desplazando a otros cultivos en términos de producción, y aunque no cuentan con la misma tradición de consumo etíope, es un componente clave para sus economías. Actualmente representa un 20% de las exportaciones de Etiopía, Ruanda, Burundi y Uganda. A su vez, también es importante en países, como Costa de Marfil, Ghana y Zimbabue. La producción de café en África representa el 12% del total mundial.

De acuerdo con algunos estudios, el café genera al año unos 200 mil millones de dólares, pero de esa cantidad es muy bajo el porcentaje de los ingresos que se destinan a los países productores de café, quienes se ven sometidos a las condiciones cambiantes de la demanda mundial en los mercados internacionales. Algo similar ocurre en torno a los cultivos de cacao, cuyo caso específico abordé anteriormente en un artículo enfocado en Ghana y Costa de Marfil, al cual pueden acceder aquí. En el caso específico del sector cafetero, éste se caracteriza por su volatilidad en el precio, ingresos generalmente bajos para quienes lo producen y una concentración de poder en manos de las grandes marcas internacionales.

En la mayoría de los países africanos productores de café, los cultivos están asociados a muchos inconvenientes relacionados con su producción y comercio. Tal como sucede con otros productos agrícolas, las grandes extensiones de monocultivo y la maximización de los rendimientos a corto plazo provocan deforestación, desertificación, erosión del suelo y pérdida de biodiversidad. Entre los problemas más serios destacan que la producción de café de alta calidad está severamente amenazada por los efectos del cambio climático, las enfermedades y las plagas, pero la demanda está aumentando cada año.

A este ritmo, habrá menos café, más caro y de menor calidad. Tan solo en Etiopía, las zonas de cultivo podrían disminuir hasta un 60% debido al incremento de la temperatura. Estos problemas medioambientales ponen en riesgo el modelo del negocio del café a largo plazo, y si no se actúa pronto, las pérdidas pueden alcanzar proporciones catastróficas e irreversibles.

Igual de grave es el hecho de construir una economía sustentada en gran parte en los cultivos de café, sobre todo para aquellos países de bajos ingresos, entre los que se cuentan prácticamente todos los africanos. El café representa el sustento de millones de familias campesinas, pero generalmente no tienen acceso a servicios básicos y la infraestructura de apoyo a la producción y comercialización de café es muy deficiente.

Otro obstáculo relacionado es que los mercados internos africanos se encuentran desconectados de las plantaciones y monocultivos de café, que prácticamente se destinan exclusivamente a la exportación. A pesar de que la bebida del café es la segunda más popular a nivel mundial después del agua, una buena proporción de la población africana no toma café en grandes cantidades, e incluso prefieren al té como su bebida favorita, que además es un sustituto más barato.

Así las cosas, el gran dilema al que se enfrentan los países africanos productores de café es si deberían continuar impulsando los cultivos de este grano, que demandan los mercados mundiales, sobre todo de los países desarrollados, mismos que les proporcionan ingresos y divisas a los Estados, o bien, retomar la producción de alimentos que sí demanda su población, aunque esto implique renunciar a parte de los ingresos que les proporciona el café.

La respuesta más sensata sería encontrar un equilibrio entre ambos escenarios, en donde se promueva un enfoque sostenible en torno a la economía del café, considerando sus dimensiones económica, social y ecológica, así como la modernización de las infraestructuras y canalizar inversiones para que los países productores puedan desarrollar su propia industria en las actividades relacionadas con la comercialización de café.

Pero también urge que se dé una reconversión en producción agrícola en África, que no puede darse el lujo de prescindir de los alimentos básicos que necesita al priorizar los cultivos de exportación, considerando la enorme cantidad de africanos que se encuentran atrapados en la pobreza.

Las grandes marcas del café han obtenido ganancias millonarias gracias a la producción y comercialización del grano y la bebida, pero los términos de intercambio con los productores no han sido justos. Es el momento preciso para que la situación cambie para que todos los actores involucrados en el comercio del café accedan a beneficios más equitativos, la producción del café sea más sustentable, y que éste continúe dentro del gusto de los consumidores.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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