Cultivos agrícolas en África: arroz (III)

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Arroz wólof, uno de los platillos más tradicionales en África Occidental. Imagen de Courage Agamah en Pixabay.

Los cultivos de exportación en África representan tan solo una faceta de la agricultura en el continente. Del otro lado de la moneda tenemos a la agricultura de subsistencia, que es realmente la que emplea a la mayor parte de los trabajadores agrícolas, y por consiguiente, provee el sustento de millones de africanos. El arroz es paradigmático en este aspecto, por lo cual hablamos sobre este cultivo a continuación.

A diferencia de otros cultivos agrícolas, África importa más arroz del que exporta, y su consumo aumenta año con año. Esta tendencia no solamente se debe al aumento en las tasas de natalidad y de urbanización en todo el continente, sino principalmente porque las propiedades físicas y químicas del arroz facilitan su adaptación y aceptación dentro de los hogares africanos, convirtiéndose así en un alimento predilecto y en la base de los platillos que se preparan en las cocinas africanas, por lo que el análisis de su impacto en los países del continente saca a relucir importantes cuestiones en torno a la proliferación de los cultivos agrícolas, el desarrollo de la agricultura y la seguridad alimentaria en el continente.

Es tan importante que, de acuerdo con investigaciones realizadas por el Centro Africano del Arroz, este alimento es el que tiene más potencial para ayudar a la población a salir de la pobreza. Entre las razones por las que en muchas partes de África se consume arroz en grandes cantidades, destaca el hecho que se trata de un alimento fácil y rápido de preparar y almacenar. Económicamente es relativamente accesible para las personas y es un alimento muy completo para la salud. Además, a la población africana les gusta.

A nivel mundial puede apreciarse un curioso patrón alimentario en el que los habitantes de los países pobres son quienes mantienen un consumo elevado de arroz, y a medida que se diversifica la dieta y aumenta el ingreso per cápita, dicho consumo disminuye. Por ejemplo, en Madagascar cada persona consume como media unos 105 kilogramos de arroz cada año, cifra muy por encima de países europeos, que comen en promedio 10 kilogramos por año.

De acuerdo con estimaciones realizadas en conjunto por la FAO y la OCDE, el consumo de arroz se incrementará en un 22% en África subsahariana durante los próximos diez años, mientras que en el norte de África el incremento se estima en un 13% en el mismo periodo, proporciones por encima de la media mundial para los países en desarrollo.

Aunque el arroz asiático es el que más se produce y consume, existe una variedad nativa de África (Oryza glaberrima) que ha formado parte de la alimentación de muchas culturas y comunidades africanas, mismo que a pesar de que tiene mayor tolerancia a las condiciones climáticas adversas, no lo hacen interesante a nivel comercial, porque los granos son más quebradizos y su rendimiento es menor.

Es por ello que las variedades de arroz asiático llevan ventaja en la carrera y, al tratarse también de un producto esencial para muchos países de Asia, el arroz está expuesto a una considerable intervención gubernamental, por lo cual son relativamente pocos los excedentes que se exportan a los mercados internacionales.

El consumo de arroz crece en África a un ritmo del 3% anual y se cultiva en 40 de los 54 países africanos, y con un potencial para elevar dicha producción al presentar tipos de suelo húmedos para retener agua, vital para su producción. Pero el problema radica en que no lo produce a la velocidad que impone la demanda. Los dos principales productores del continente son Nigeria y Egipto. En el caso de Nigeria el 45% de los cultivos de este cereal procede de los agricultores locales, y el restante 55% lo tienen que importar.

Ante la demanda creciente, el continente gasta anualmente más de 5,000 millones de dólares en la importación de 12.5 millones de toneladas, equivalentes al 32% de las importaciones mundiales de este cereal, y si no se aumenta la producción interna, se tendrán que importar cada vez más toneladas. Actualmente muy pocos países alcanzan la autosuficiencia en los cultivos de arroz (entre los que destaca Egipto), y aún las naciones que son productoras tienen que importar entre el 50 y el 99% de sus necesidades. Del mismo modo, los cultivos autosuficientes cosechan a unos niveles muy bajos, dado su potencial.

Considerando los bajos ratios de autosuficiencia en arroz por parte de muchos países africanos y el rápido incremento en la demanda, se cuentan muchos desafíos en la producción de arroz en el continente, muchos de ellos de carácter técnico y agrícola, a los que habría que sumar aquellos de carácter comercial, económico y logístico que abarcan toda la cadena productiva.

Entre los más importantes se encuentra el bajo nivel de conocimiento en cuanto a las mejores prácticas de siembra y cosecha del arroz, así como la falta de semillas, fertilizantes e infraestructura inadecuada para su almacenaje. Es de suma importancia invertir en la modernización de dichas infraestructuras, en dotación de insumos y en general en mejorar todos los procesos económicos relacionados con la producción, la distribución y el consumo de arroz, que hasta el momento son insuficientes e ineficientes.

El mejoramiento de todos estos procesos traería un impacto sumamente positivo en las economías y sociedades africanas. Las actividades económicas que abarca el sector arrocero son capaces de generar muchos empleos desde su recolección hasta su venta, un aspecto sumamente importante en un contexto donde el desempleo es alto, sobre todo en el sector juvenil.

Aunado a estos problemas con la producción, también se observan problemas en la distribución de arroz. Al respecto, un caso reciente que dio mucho de qué hablar fue la decisión unilateral del gobierno nigeriano en cerrar sus fronteras para combatir el contrabando de productos, entre los que se incluía el arroz, pero lejos de solucionar el problema, la medida resultó contraproducente, afectando sobre todo el comercio fronterizo con Benín, país dependiente de las importaciones de arroz y otros bienes nigerianos. Esta situación generó desabasto a las familias del alimento básico para su población, lo que representa una señal de alerta para evitar.

Y finalmente, el cultivo en particular del arroz resalta la paradoja evidente de que los países africanos producen aquellos productos agrícolas que no consumen (como el café y el cacao), e importan aquellos alimentos que sí consume. Evidentemente esto no ayuda a la consecución de la soberanía y la seguridad alimentaria, objetivos que son impostergables considerando que, de acuerdo con la FAO, el 19.1% de la población africana atraviesa por un estado de subalimentación.

Sin embargo, este modelo agrícola ha sido promovido por parte de Occidente desde la época de la colonización, con pésimos resultados en materia de soberanía alimentaria para los pueblos africanos. Esta situación es resultado de la posición periférica en la economía mundial a la que fue condenada África como productor de materias primas y extracción de recursos naturales, impactando negativamente en el desarrollo económico y social de los países africanos.

Poco han hecho los países africanos independientes para salir de esta trampa, en la que, por un lado, los africanos quedan supeditados a los vaivenes de los precios internacionales de los commodities, y por otro, las políticas agrícolas se circunscriben al impulso de unos cuántos sectores económicos y la hiperespecialización, pero sin considerar las necesidades de alimentación y nutrición de su población.

A diferencia del maíz, el arroz es mejor aceptado como alimento básico, dado lo cual los gobiernos africanos no deberían vacilar en destinar mayores recursos para resolver los problemas técnicos, socioeconómicos, y macroeconómicos asociados con el cultivo de arroz, y otorgar subsidios, facilidades y créditos en condiciones favorables a los productores, sobre todo a los más pequeños y desfavorecidos. De esta manera podrán nivelar la balanza comercial del arroz y aumentar su stock.

No cabe duda que la mejora sostenible de la producción, el procesamiento y comercialización, no solamente del arroz, también del resto de los alimentos básicos de las y los africanos, son retos que deben superarse para alcanzar la seguridad alimentaria y combatir la desnutrición y pobreza que tanto aquejan a las y los africanos.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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