Níger en la oscuridad: la pobreza, los recursos naturales y la seguridad energética

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Níger es la clásica historia africana de la pobreza y la maldición de los recursos naturales. Su caso es muy ilustrativo en este aspecto, por lo que a continuación se muestra cómo operan las relaciones neocoloniales de poder sobre este país, sus consecuencias y contradicciones en materia energética, así como algunos otros efectos sociales.

En la más reciente clasificación sobre el desarrollo humano publicada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Níger quedó colocado en el último lugar de los 189 países evaluados, incluso por debajo de países que últimamente han sido sacudidos por conflictos, como Sudán del Sur y la República Centroafricana. Esto significa que estamos hablando del país más pobre de África y del mundo.

Ubicado en medio del Sahel, su territorio es una encrucijada donde convergen tráficos ilícitos, rutas migratorias y células terroristas yihadistas. Tiene detrás un largo historial de conflictos armados y golpes de Estado, el último de ellos apenas hace un año, mismo que fue frustrado por la Guardia Presidencial. Sus condiciones actuales en todos los aspectos son muy precarias, y el entorno geográfico hostil tampoco ayuda.  Tiene una dependencia crónica de la ayuda internacional, y su gobierno está totalmente sometido a las directrices de Francia, la antigua metrópoli.

A pesar de la pobreza, este país concentra importantes reservas de recursos naturales. Es uno de los mayores productores de uranio en el mundo, pero también posee oro, petróleo, carbón, fosfatos y sal, entre otros. Bien aprovechados, estos recursos tienen el potencial de convertirse en una fuente de riqueza al servicio de la nación, no solamente como generadores de divisas, sino también como insumos para el desarrollo económico interno. Pero lejos de eso, y al igual que en muchas partes del continente, todos esos recursos han sido objeto de codicia y saqueo.

Los que sucede con el uranio es representativo para nuestro propósito. Se trata de un componente esencial para producir energía nuclear. Ya vimos lo importante que es la implementación de una política energética autónoma y la generación de electricidad para superar los obstáculos al desarrollo económico y social, y en este sentido, el uranio, a pesar de que su utilización y tratamiento conlleva grandes riesgos, así como también puede utilizarse para en la producción de armas de destrucción masiva, debería ser aprovechado al máximo para contribuir al desarrollo del país.

Pero ocurre exactamente lo contrario. La empresa Orano (antes, Areva), que pertenece al gobierno francés, ha disfrutado del monopolio sobre el uranio nigerino durante más de cuatro décadas, hasta 2007. Los contratos entre el gobierno de Níger y sus dos subsidiarias, Somair y Cominak, contenían exención de impuestos aduaneros a la comercialización y utilización de equipamiento y materiales para la extracción.

En el 2010, el conglomerado francés extrajo un total de 114,346 toneladas métricas de uranio, que representan un valor de exportación de 2.3 trillones de francos CFA (3.5 millones de euros). De esta cantidad, a las arcas de Níger solo fueron pagados 300 billones de francos CFA (aproximadamente 459 mil euros, equivalente al 13% del valor de exportación. Y en Francia, son capaces de ofrecer sus servicios a un precio imbatible. En términos económicos, se trata de una ventaja competitiva que ha explotado al máximo, y en buena medida gracias al uranio nigerino, el 77% de la electricidad que produce Francia proviene de la energía nuclear, y aún le sobran excedentes de energía para exportar a todos sus vecinos.

De esta forma, Francia puede presumir que su producción energética es baja en emisiones del CO2, y así su gobierno queda bien posicionado en el marco de un “discurso ambientalista coherente”. En cambio, lo que no le conviene decir es que lo ha conseguido a costa del subdesarrollo de Níger. Así opera el neocolonialismo francés en África y la hipocresía de la diplomacia parisina.

Esto significa una tragedia múltiple para Níger: la pérdida potencial de ingresos presupuestarios, el expolio de sus recursos y la búsqueda desesperada de fondos para financiar servicios esenciales. Los términos de intercambio son extremadamente desproporcionados, limitando las posibilidades para invertir en otras áreas, y también como un saqueo que les impide que aprovechen ese uranio para producir su propia energía. Menos del 20% de los nigerinos tiene acceso a la electricidad, colocándose entre los diez países africanos con mayor proporción de población sin energía eléctrica, tal como vemos en el siguiente cuadro.

Elaborada con datos del Banco Mundial.

Una buena parte de las reservas de uranio se encuentran en la región de Agadez, hogar ancestral de las tribus tuareg y tubus, pero que ahora se encuentra empobrecida. Aunado a ello, diversos informes de Organizaciones no Gubernamentales han alertado sobre un considerable aumento en los niveles de radioactividad en el agua, aire y suelo limítrofes a las zonas donde se extrae el uranio. El desequilibrio económico y el impacto ecológico han contribuido a la gestación de un sentimiento de agravio entre la población local.

Este ha sido el escenario en el que se encuentra Níger desde hace décadas, donde poco ha cambiado. Es obvio que necesita una reforma sustancial dentro del Estado nigerino, y que sus gobernantes adquieran mayor sentido comunitario y dejen de velar por sus intereses personales y los de sus cómplices franceses.

Níger tiene que generar de manera urgente las condiciones propicias para salir de las profundidades del subdesarrollo a través de una mejora en los términos de intercambio, el combate a la inseguridad, clientelismos y corrupción, así como invertir en el desarrollo económico y social. Y apoyarse en una política energética integral es lo mejor que puede hacer.

Este es un tema que suele quedar un tanto ignorado en la elaboración de las políticas públicas, pero que es básico para obtener un mejor nivel de desarrollo y superar la pobreza. Así lo tiene que entender Níger si quiere desprenderse de la etiqueta del “país más pobre del mundo”, y más si consideramos su potencial eléctrico y energético, que no solamente es de tipo nuclear.

El costo de invertir y mantener una central de este tipo es alto en términos ambientales y económicos, por lo cual, a largo plazo, la generación de energía solar debe ser la gran apuesta de Níger, cuyo potencial de desarrollo es enorme. Ya en estos momentos se están en marcha proyectos que buscan garantizar la seguridad energética del país a largo plazo.

Inversionistas neerlandeses supervisan un proyecto de generación de energía solar en Níger. Fotografía: Flickr.

Más importante aún será garantizar la seguridad alimentaria del país. Según el Programa Mundial de Alimentos, casi el 20% de la población no podía satisfacer sus necesidades alimentarias, debido a factores como las limitaciones en la producción, los conflictos y el crecimiento demográfico. Y este es otro de los grandes desafíos para el país.

Actualmente Níger tiene la tasa de natalidad es la más alta del mundo, con 6.84 hijos en promedio por mujer, por lo que se prevé que su población se duplique en menos de 20 años. Esto representa una auténtica bomba de tiempo que hará una mayor presión sobre los recursos, el agua y los alimentos. Si se mira desde otra perspectiva, esto también puede traducirse en un aumento potencial de las capacidades productivas del país.

Níger es el peor lugar donde puede permitirse un fenómeno demográfico de este tipo, dadas sus condiciones. Se necesitan inversiones millonarias, sobre todo en educación y salud, para que el país obtenga el máximo provecho de su bono demográfico. Por supuesto que el país no tiene la capacidad económica y financiera para impulsar su desarrollo social, razón por la cual depende muchísimo de las ayudas externas.

Otra historia distinta sería si recibiera una retribución justa por la explotación de sus recursos naturales, y también si éstos se hubieran destinado para el desarrollo interno. Pero ya vimos quién se beneficia de ellos.

El pueblo nigerino es uno de los más castigados del continente, y no es justo que permanezcan en la oscuridad más tiempo, por lo cual es sumamente importante que su sociedad civil comience a movilizarse y tener mayor participación política para exigir mejores condiciones de vida. Su alta tasa de natalidad es, al mismo tiempo, una esperanza y un problema hacia el futuro. Por el momento, su situación es hermética, pero sin duda, en los próximos años dará mucho de qué hablar, y será inevitable apagar el brillo de su riqueza.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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