Características de la economía informal en el norte de África y sus aspectos fiscales

Fotografía: Viajes desierto.

Las actividades informales dominan gran parte de la escena económica de los países en desarrollo, que interactúan de muchas maneras con el resto de los agentes económicos. En este sentido, se realiza un estudio exploratorio sobre la informalidad en los países del norte de África, en donde este fenómeno se encuentra muy arraigado, así como algunas consideraciones fiscales relacionadas.

Diariamente, en nuestra vida cotidiana, nos vemos inmersos dentro de una economía que presenta una enorme diversidad de actividades productivas que se desenvuelven en la informalidad, como el comercio ambulante, la contratación de alguna persona para realizar alguna reparación en el hogar, la que realiza trabajo doméstico, o aquella que ofrece algún producto en la calle.

De esta manera, en apariencia resulta muy sencillo identificar las características de tales actividades. No obstante, cuando profundizamos en sus interacciones con el resto de la economía y analizamos su funcionamiento, nos damos cuenta de que en realidad es un fenómeno muy complejo, que presenta múltiples facetas y paradojas

En las últimas décadas, la llamada economía informal, muy común en aquellos países que se encuentran en vías de desarrollo, ha sido objeto de numerosos análisis y estudios. En el caso específico del continente africano, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que la economía informal representa el 43% del PIB conjunto, y el 85.8% del empleo es informal.

Estas cifras nos hablan de la enorme magnitud de la economía informal en el continente, y cuya tendencia sigue en aumento debido a que la pandemia de COVID-19 atrajo a más personas a trabajar en la informalidad para sobrevivir, lo cual tiene un impacto negativo en el acceso a esquemas de protección y seguridad social, sobre todo en aquellos trabajadores que están en edad de jubilarse.

La informalidad es una importante característica de los mercados de trabajo de las economías emergentes y de bajos ingresos. De hecho, el origen del concepto de economía informal nace como resultado de una serie de estudios para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por parte del antropólogo económico Keith Hart, quien analizó los mercados laborales urbanos en varias capitales africanas, quien se refirió como “informalidad” al trabajo por cuenta propia.

A partir de entonces encontramos numerosas obras que han abordado la informalidad desde muy diversas perspectivas, tendencia que va en aumento debido al notorio crecimiento que han tenido las actividades informales, convirtiéndose así en un importante desafío económico y social para muchos países, sobre todo en cuanto al combate a la pobreza, la desigualdad y la precariedad laboral.

Aunque las características de la economía informal son similares en todos los lugares donde aparece, conviene muchísimo abordar las especificidades nacionales y regionales de este tipo de actividades para comprender la manera en que la economía informal se desenvuelve dentro de un contexto social y cultural en específico. Precisamente en esto consiste este artículo, en el cual analizaremos las especificidades de la economía informal en el norte de África.

La economía de la informalidad en el norte de África: una mirada histórica.

El concepto de informalidad en la ciencia económica es un término moderno, mismo que ha adquirido mayor importancia a medida en que se convirtió en una de las consecuencias más visibles de la globalización.

Hoy, entre los investigadores existe un consenso de que la aplicación del término “sector informal” abarca “las acciones de los agentes económicos que no se adhieren a las normas institucionales establecidas o a los que se les niega la protección y derechos laborales”, o bien, todas las actividades no reguladas por el Estado en entornos donde sí están reguladas dichas actividades.

Sin embargo, visto desde una perspectiva histórica, la dualidad entre formalidad e informalidad es muy difusa en las sociedades antiguas, sobre todo en aquellas donde la religión y sus instituciones influían poderosamente en la vida social y económica de las sociedades. Y si volteamos al norte de África, vemos que las actividades económicas informales se inscriben en esta dinámica.

El comercio ha sido históricamente una seña de identidad de la cultura islámica, donde el factor religioso juega un papel fundamental en el sistema económico de los países musulmanes, incluidos los del norte de África, al grado que el Corán contiene versículos que promulgan a favor de los negocios y el beneficio individual.

Debido a sus propias normas de comportamiento, el Islam fomenta lo que podría denominarse “Economía social de mercado”, un sistema un tanto ambiguo que se caracteriza por la ausencia del interés y el rechazo hacia la acumulación de riquezas, aunque con libertad para obtener dinero de forma lícita, así como poca intervención del Estado y que aboga por una política fiscal y monetaria equilibradas.

El concepto del Zakat concentra esta premisa, que constituye uno de los pilares del Islam. Es una especie de impuesto no obligatorio que anima a los musulmanes a ser caritativos con el prójimo, que en varios países se recoge a través de un sistema descentralizado mediante el cual todos los musulmanes con capacidad de pago deberán abonar el 2.5% de su riqueza neta. Cabe resaltar que el Zakat solo es obligatorio en Arabia Saudita y Pakistán.

Desde una perspectiva islámica, es Dios (Alá) quien gobierna el mercado, siendo el único ser que tiene el poder de establecer límites en los precios de los productos, creencia que en buena medida guarda ciertos paralelismos con el concepto de la mano invisible que Adam Smith formuló en el siglo XVIII.

El sistema que regía el mundo árabe-islámico en su periodo de gran esplendor (que coincide con la Edad Media europea) estaba basado en los preceptos de lo que ahora se conoce como economía de mercado, cuyo motor eran los denominados bazares en los centros urbanos, que se nutrían de una compleja red de caravanas comerciales que surtían mercancías por todo el Medio Oriente y gran parte del mundo conocido por los musulmanes hasta entonces. Ciudades como Bagdad, El Cairo, Alejandría y Alepo se contaban entre los primeros centros comerciales de este tipo.

Tales bazares son auténticos símbolos del Medio Oriente. Más allá de las mercancías que son ofrecidas, cada bazar es un complejo tejido social, un mundo que se debate entre la tradición, el turismo y un modelo de mercado con miles de años de antigüedad. En su mayoría, se trata de enormes y laberínticos espacios donde confluyen comerciantes y clientes.

Lamparas egipcias que se venden en uno de sus bazares. Imagen de Manuel Selbach en Pixabay.

En el norte de África en especial al bazar se le conoce con el término Souk, cuya principal diferencia es que las calles pueden o no estar cubiertas, a diferencia de lo que sucede en el resto del Mundo Árabe, donde no hay bazares a cielo abierto.

Comúnmente los propietarios de las tiendas son negocios de familia, y de esa forma, muchos de ellos tienen una historia de varias generaciones. Si bien los bazares siempre han mantenido un equilibrio entre el comercio local e informal, el turismo ha cambiado la fisonomía de algunos de ellos, aumentando los precios y la introducción de divisas extranjeras.

Pero lejos de perder su fuerza, han conservado su lugar como el corazón económico y social de las ciudades del norte de África, siendo espacios donde se generan acciones de solidaridad y rivalidades al mismo tiempo. Estas relaciones económicas que se han construido desde hace siglos en el norte de África conviven con aquellas que se han forjado bajo el caótico paso de la modernidad económica occidental, que llegó a través de la colonización europea.

Pero realmente fue a partir del periodo post-independentista cuando aumenta la informalidad en el norte de África, como una respuesta creativa y espontánea del pueblo a la incapacidad estatal de satisfacer las necesidades básicas de las masas, así como un mecanismo de defensa ante unos gobiernos autoritarios y una selecta élite política que concentraba muchos beneficios y privilegios.

Muchos académicos señalan a la década de los años ochenta como el momento determinante para que desató mayores niveles de informalidad, cuando muchos países africanos adoptaron los modelos de desarrollo económico establecidos en el “Consenso de Washington”, que abogaban por una intervención estatal mínima en la economía y mantener bajos los niveles de inflación, y por ende, de los salarios.

Como resultado de tales medidas, el continente africano presenció un incremento en la flexibilización de los mercados de trabajo, el debilitamiento de los contratos de trabajo y la informalización del empleo, aumentando la desigualdad en los ingresos y las brechas de género. Así, la economía informal es como un seguro que provee de ingresos y empleo a una gran cantidad de personas, que de otra forma estarían sumidas en una mayor pobreza.

Elementos constitutivos de la economía informal en el norte de África.

De todo lo que se ha comentado hasta ahora, podemos asegurar que la informalidad ha emergido como una construcción social e histórica en los países del norte de África, misma que ha tenido dos principales fuentes de origen: precolonial y postcolonial, conformando la base de las relaciones sociales y económicas que observamos en la actualidad en esta región.

Pese a ello, el norte de África es la región del continente que presenta menores niveles de informalidad. En la siguiente gráfica se observa la proporción del sector informal como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) para cada una de las regiones de África y su evolución en los últimos años, y como vemos, la proporción de la informalidad es alto en todas las regiones del continente.

Elaborada con datos del Banco Mundial.

Estos datos se explican porque la región del norte de África presenta mayores niveles de desarrollo económico en comparación con el resto del continente, y la literatura económica ha demostrado que el tamaño del sector informal está íntimamente relacionado con el nivel de desarrollo económico de un país.

En este punto, es sumamente importante aclarar que la correcta medición y estimación del sector informal dentro de una economía es un asunto polémico y complicado, debido a la enorme cantidad de variables que inciden en la expansión de la informalidad. Los conflictos entre las series de datos y sus fuentes han llevado a muchos investigadores a utilizar identificadores proxy para medir la informalidad (Porcentaje de empleo vulnerable, subempleo, productividad, etcétera).

Uno de los métodos de estimación más utilizados es el que se conoce como MIMIC, desarrollado por los economistas Bruno Frey y Hannelore Weck-Hannemann, que incorporan variables que, por un lado, afectan la magnitud y el crecimiento de la producción, y por otro, por variables que indican la existencia de actividades ocultas que se desarrollan en la economía. Esas variables son las siguientes, que se representan en esta figura que, a su vez, es la versión simplificada de este modelo.

Tomando como base este modelo, investigadores del Banco Mundial realizaron una estimación del tamaño del sector informal para muchos países del mundo. En el caso específico de la región del norte de África, en la siguiente gráfica se muestra la evolución la economía informal para cada uno de los países que la conforman.

Elaborada con datos del Banco Mundial.

Como observamos, en todos los países de esta región los niveles de informalidad se han mantenido constantes en el periodo observado (1993-2016), en donde Argelia presenta menores niveles de informalidad, mientras que Túnez ha presentado mayores niveles de informalidad, con una ligera tendencia a la alza en los últimos años, debido a los disturbios de la transición democrática  y la falta de desarrollo regional e infraestructura. Por su parte, en Libia la proliferación de las actividades informales se explica por el ambiente de ingobernabilidad durante la guerra civil en la que se enfrascó tras la caída de Muammar Gadafi.

Por su parte, Argelia, Egipto y Marruecos han podido reducir la informalidad a través de distintos esquemas, como la promoción del empleo juvenil, campañas de formalización de unidades económicas existentes y programas de capacitación a los trabajadores, pero los efectos han sido mínimos, sin alterar de fondo las condiciones que permiten la proliferación de la informalidad.

En el caso específico del norte de África, la economía informal sobre el empleo presenta las siguientes particularidades en comparación con el resto del continente:

  • El empleo informal es más común en hombres (68.5% del empleo total) que en mujeres (62.2%), a diferencia de lo que pasa en el resto de África (82.7% y 89.75% respectivamente).
  • Se presenta un comportamiento contracíclico del empleo en la economía informal: se incrementa cuando el ritmo de crecimiento económico se desacelera, y se contrae cuando la tasa de crecimiento aumenta.
  • En toda la región, de manera general, el empleo informal se incrementó de 1975 a 2009, con una disminución entre 2010 y 2014.

Por supuesto que el panorama de la informalidad es distinto de acuerdo al país que se trate. En la siguiente imagen se sintetizan las características que presentan los mercados de trabajo informales en la mayoría de los países de la región.

El dilema de la (in)formalidad: la cuestión fiscal.

Ante el enorme crecimiento que han tenido las actividades informales dentro de las economías en desarrollo, como las del norte de África, se han elaborado una gran cantidad de estudios que han abordado a la informalidad y sus relaciones y efectos sobre la productividad, el empleo, el crecimiento económico, la desigualdad, la pobreza, etcétera.

En este caso, realizaré una aproximación para avanzar hacia una mejor comprensión de la informalidad en el norte de África mediante los principales instrumentos de la política fiscal: el gasto público y los impuestos. Para empezar, es preciso reflexionar sobre el siguiente cuestionamiento: ¿trabajar o no en el sector informal es una cuestión de elección, o es una consecuencia de la falta de oportunidades en la economía informal?

Con base en todo lo que hemos señalado hasta el momento, en el caso específico del norte de África, el crecimiento del sector informal se debe más a un asunto de falta de oportunidades, que se deben principalmente a la existencia de barreras gubernamentales que obstaculizan el crecimiento del sector informal, y como consecuencia, la población ve en la economía informal una oportunidad para escapar del control de los gobiernos, que dicho sea de paso, tienen una tradición autoritaria en toda la región.

Sin embargo, esto no quiere decir que existen personas que prefieren emplearse de manera informal, sobre todo en Túnez y Argelia. De esta manera, la economía informal se presenta como un fenómeno económico con muchas facetas y matices.

Ya entrando de lleno en cuestiones de política fiscal, y de acuerdo con la teoría revisada, se esperaría que un aumento en el gasto público lleva a una reducción del informal, siempre y cuando dicho gasto sea canalizado a aspectos como educación, salud, inversión en infraestructuras y protección social, aspectos que reducen la informalidad.

Del mismo modo, se esperaría que una reducción de la carga impositiva estimule la creación de más empresas y empleos formales. Esto que acabamos de decir es lo que en economía se conoce como una política fiscal expansiva, un criterio que se comúnmente se utiliza para impulsar un mayor crecimiento económico, pero que también está asociada con los déficits fiscales, que, si no se controlan, pueden tener efectos catastróficos sobre las economías.

En este sentido, he elaborado los diagramas de correlación que se presentan a continuación, en el cual se busca inferir el efecto que han tenido el gasto público y la recaudación impositiva sobre el sector informal de Túnez, Marruecos y Egipto. Los resultados fueron los siguientes.

Elaboradas con datos del Banco Mundial.

Dejando de lado las especificaciones relacionadas con el tratamiento de datos, los resultados nos arrojan conclusiones interesantes. La primera de ellas es que el gasto público no es una variable que no tiene efectos significativos en el sector informal de ninguno de los países analizados, ya que se observa que el tamaño del sector informal se ha mantenido constante a pesar de los cambios que se observan en el gasto público, razón por la cual tenemos una distribución inelástica (vertical) para esta variable.

Por el contrario, la recaudación impositiva sí presenta un efecto más significativo sobre el sector informal, excepto en el caso de Túnez, donde además la relación es inversa a la esperada. El motivo de ello es que este país está experimentando una contracción económica, que acumula una tasa de desempleo del 18%, la cual genera mayores presiones sobre los mercados de trabajo informales.

Y por su parte, Egipto y Marruecos son economías más grandes, y son sistemas deficitarios, lo cual les ha permitido un cierto margen de maniobra a sus gobiernos para intentar reducir la informalidad. Marruecos ha elegido integrar sus estrategias de formalización en sus estrategias nacionales, mientras que Egipto ha adoptado estrategias más específicas en su marco regulatorio e implementar beneficios fiscales para las pequeñas y medianas empresas.

Este análisis es un primer paso para avanzar hacia la comprensión de la economía informal en el norte de África. Desafortunadamente, la falta de datos y la complejidad del fenómeno de la economía informal impiden realizar un modelo más elaborado y preciso. No obstante, con la información que tenemos podemos inferir y analizar las tendencias y evolución de la informalidad en los países del norte de África.

Diversos organismos internacionales hacen mucho hincapié en que los países deberían establecer políticas y medidas para reducir el tamaño del sector informal, en línea con el logro de los Objetivos de Desarrollo sostenible (ODS), especialmente en las metas 8 (Trabajo decente y crecimiento económico) y 10 (Reducción de las desigualdades).

No obstante, en muchas ocasiones los gobiernos se muestran permisivos y tolerantes ante la proliferación de las actividades informales, e inclusive en algunos casos es la propia autoridad quien fomenta el crecimiento de la informalidad, con el objeto de evitar estallidos sociales y económicos. Tal como ocurre en los países del norte de África, cuya capacidad de fiscalización de los Estados, éstos son conscientes de las consecuencias que tiene sobre la sociedad civil la liberación de sus propios recursos.

Y en efecto, a corto plazo su reproducción permite a quienes se dedican a estas actividades generarse una fuente de ingresos, fomenta las actividades empresariales y comerciales y reduce el costo y precio de los bienes y servicios. Inclusive las actividades formales se ven beneficiadas de esta manera. Además, contribuye de forma positiva a la seguridad alimentaria y a la generación de fuentes de empleo e ingresos.

Sin embargo, a largo plazo, las personas que se dedican a las actividades informales sufren consecuencias negativas, como mayor vulnerabilidad económica y laboral, falta de seguridad social y enfrenta dificultades para subsistir a medida que envejezcan. Además de los beneficios que trae para la población acceder a esquemas de protección social y laboral, la intervención del Estado en la vida económica es la que crea un espacio formal de transacciones predecibles y ejecutables. De esta manera, el problema sustantivo de la informalidad es que permite la proliferación de actos de transgresión y fraude generalizado. En una perspectiva a largo plazo, la economía informal está lleno de riesgos e incertidumbres.

En el imaginario colectivo, las actividades informales se encuentran asociadas con pobreza, desigualdad, desempleo y falta de oportunidades, y quienes las desempeñan se enfrentan a numerosos obstáculos para alcanzar un sustento digno, y con frecuencia, enfrentan el rechazo y discriminación. Esta situación los vuelve dependientes de los servicios gubernamentales, ejerciendo una fuerte demanda de los programas de asistencia gubernamental y ejerciendo presiones sobre el presupuesto público.

Tal es el dilema de la informalidad, y el debate sobre su regulación y desaparición sigue abierto. La idea misma de informalidad pierde sentido si el Estado claudica en sus intentos por regularla. Por el contrario, una mayor regulación de la actividad económica no contribuye a reducir a la economía informal, sino que la puede ampliar.

Los esfuerzos de los Estados por aplastar cualquier rastro de actividad informal son infructuosos, y lo único que logran es activar los mecanismos sistemáticos de solidaridad para tejer una economía alterna, tal como ya lo vimos con los souks del norte de África.

En conclusión, es imposible analizar la informalidad desde el punto de vista de la evasión tributaria, y se requieren de metodologías multidisciplinarias para poder avanzar en la comprensión de la informalidad. La relación entre el Estado y la sociedad civil cambia en forma permanente, lo que realmente define su carácter.

Todo lo que se mencionó sobre la economía informal en el norte de África representa apenas un pequeñísimo aspecto del fenómeno en aquella región, pero con lo presentado podemos darnos una idea más o menos real de cómo se ha desarrollado esta faceta económica dentro de sus naciones y pueblos.

Quizás el mayor desafío para los responsables de la política económica sobre el progreso de la informalidad en África es la falta de series de datos disponibles para medir el fenómeno. Sin duda, quedan más preguntas e hipótesis por resolver. Por lo tanto, hay que tener un criterio flexible sobre este tema, combinando el uso de estadísticas y encuestas de los hogares, con investigaciones empíricas profundas. Tal aprendizaje puede guiarnos en la elaboración de políticas económicas más acertadas, y avanzar en la teoría económica sobre este fenómeno.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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