La larga espera por la descolonización del Sahara Occidental

Publicado por

Combatientes del Ejercito Saharaui durante un evento del Frente Polisario. Fotografía: Flickr

La colonización de África es un pasaje que ya ha quedado archivada en los libros de historia del continente como una página dolorosa. Sin embargo, aún existe un Estado que desde hace décadas busca el reconocimiento pleno por parte del resto de las naciones del mundo. Estamos hablando del Sahara Occidental.

África es una auténtica caja de pandora que contiene todas las calamidades imaginables y, lo peor, algunas de ellas son complejas y de difícil solución. Al respecto, uno de los conflictos vigentes más añejos y olvidados del continente es la disputa por el Sahara Occidental, ubicado al Noroeste del continente. A grandes rasgos, el asunto radica en que la mayor parte de este territorio está ocupado por Marruecos, ya que afirma que éste le pertenece, pero el pueblo saharaui niega tales pretensiones, y a través de distintas vías ha luchado por su liberación, soberanía e independencia.

Los esfuerzos por parte de la ONU y la Unión Africana para solucionar pacíficamente esta disputa han sido largos e infructuosos, y no se prevé que en un futuro cercano se llegue a un acuerdo. Para entender mejor este conflicto, es preciso comenzar con un breve repaso de la historia y el camino tortuoso que han vivido los saharauis, las principales fuentes que originaron el conflicto actual, las demandas que se persiguen y la evolución de esta disputa que ha logrado perdurar muchos años.

Nos remontamos al año de 1509, cuando Portugal reconoció a España el derecho a establecerse en una franja costera del litoral del Sahara cercana a las Islas Canarias. No obstante, durante siglos los españoles no realizaron esfuerzos para realizar una ocupación plena del territorio. Fue hasta 1884 cuando el gobierno español envió una expedición para asegurar el control del Sahara Occidental, hecho que se ratificó en la Conferencia de Berlín. Para 1920 se establecieron en forma definitiva los límites de la colonia, que se dividió en dos zonas: Saguía el Hamra y Río de Oro. Incluso la colonia llegó a convertirse en una provincia española más. Sin embargo, este estatus fue breve, dada la irrupción de las independencias en territorio africano.

Primeramente, España cedió en 1958 a un Marruecos ya independiente el territorio de Tarfaya, ubicado al Norte del Sahara Occidental, mediante los acuerdos de Cintra. Posteriormente, la ONU, a través de su comité de descolonización, planteó a España la cuestión de la independencia del Sahara Occidental. La primera reacción de las autoridades españolas fue la de aplazar lo más posible la autodeterminación del territorio, y es bajo este contexto que inicia la lucha por la independencia, dirigida por el Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (Frente Polisario).

Aunado a lo anterior, Marruecos y Mauritania reclamaron las partes Norte y Sur respectivamente de la colonia española. El caso se llevó al Tribunal Internacional de La Haya, que falló a favor de la causa de la autodeterminación del Sahara Occidental. Tras esta resolución, Marruecos tomó la iniciativa, y el entonces sultán Hassan II ordenó la invasión del territorio, acto que pasó a la historia como “La Marcha Verde”.

La presión ejercida por los marroquíes fue muy fuerte, y lograron lo que la ONU no pudo conseguir: a través de los Acuerdos de Madrid de noviembre de 1975, España puso fin a su responsabilidad como colonia administradora del Sahara Occidental y se creó una administración interina con la participación de Marruecos y Mauritania. Desde entonces, España se desentendió del asunto por completo, y es más, se afirma que toda esta estratagema contra las aspiraciones independentistas del Sahara fue posible gracias a la complicidad del futuro Rey Juan Carlos de Borbón.

Mapa que sintetiza la disputa por el territorio del Sahara Occidental. Como podemos apreciar, se trata de una zona bastante inestable. Marruecos enfrenta, además, conflictos en el territorio del Rif y la existencia de las ciudades españolas de Ceuta y Melilla.
Mapa que sintetiza la disputa por el territorio del Sahara Occidental. Como podemos apreciar, se trata de una zona bastante inestable. Marruecos enfrenta, además, conflictos en el territorio del Rif y la existencia de las ciudades españolas de Ceuta y Melilla.

En consecuencia, el Frente Polisario proclamó la República Árabe Saharauí Democrática (RASD) en febrero de 1976 y le declaró la guerra a Marruecos y a Mauritania. Dada la actitud de estas naciones, el Frente Polisario optó por una estrategia doble: por una parte, la táctica de guerrillas ante la superioridad militar de sus enemigos, y por otra, impulsó el reconocimiento internacional a su movimiento. En 1979 Mauritania se retiró de la disputa a causa del conflicto interno que tuvo en ese año, y firmó la paz con los saharauíes. Pero Marruecos ya había materializado la ocupación del territorio (aproximadamente el 80%, incluyendo toda la franja costera).

Finalmente, en 1991 cesaron las hostilidades entre Marruecos y el Frente Polisario, bajo la promesa de celebrar un referéndum en el cual la población saharaui podría optar entre la independencia o la incorporación a Marruecos. Dicha encomienda se le encargó a la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO). Pero ya han pasado casi 28 años desde entonces, y tal referéndum no se ha realizado.

La inflexibilidad de la postura de Marruecos, que sólo está dispuesto a otorgar la autonomía al territorio del Sahara Occidental, pero no la celebración del referéndum, es la principal causa de que el conflicto permanezca estancado desde entonces. Por supuesto, esta postura esconde muchos intereses que están en juego.

En casi todos los conflictos vigentes en África hay recursos naturales de por medio, y éste no es la excepción. A pesar de ser un territorio mayoritariamente seco, desértico y no apto para la agricultura, el Sahara Occidental es rico en yacimientos de fosfatos, cuya venta reporta beneficios multimillonarios. Además, la posición geográfica del territorio es muy privilegiada al situarse en las costas del Atlántico, susceptible de ser sede de rutas comerciales entre los continentes americano y africano.

Pero hay algo más dentro de este conflicto que impide una solución definitiva. Uno de los aristas menos abordados del mismo es la participación activa de Argelia. Este país fue uno de los primeros que apoyó la constitución de la RASD. A su vez, el territorio argelino alberga el mayor campo de refugiados de saharauis que se vieron obligados a huir de su país por el conflicto, con sede en Tinduf, ciudad localizada al Sureste de Argelia, que también es donde el Frente Polisario coordina sus operaciones.

Por todo esto, Marruecos acusa a Argelia de que el conflicto saharaui no se ha solucionado por su intromisión, pero la realidad es que estos dos países tienen una fuerte rivalidad y competencia por la hegemonía en el Magreb y el Norte de África, donde este asunto solo es uno más de los puntos de desencuentro. Como ya vimos, en el origen del conflicto saharaui intervinieron otras causas fuera del alcance de los argelinos.

Ante la falta de soluciones a nivel local y regional, solamente un acuerdo de alcance internacional (quizás continental) logrará terminar, de una vez por todas, el conflicto saharaui. Actualmente 82 naciones del mundo reconocen a la RASD, que también forma parte de la Unión Africana. En esta lista no se encuentran España ni Estados Unidos (principal destino de las importaciones de fosfatos). Por su parte, la Unión Europea tampoco reconoce la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental. A su vez, y a causa de que los saharauis no cuentan con apoyo estadounidense, se descarta la intervención del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como vía como solución, ya que los estadounidenses cuentan con derecho de veto.

La readmisión de Marruecos en la Unión Africana a partir del 2017 resultó en una jugada interesante, ya que coloca a ambos pueblos en igualdad de circunstancias. A pesar de que esto es una dura derrota para la causa saharaui, abre la puerta para que ambas partes se sienten en la mesa para negociar la paz. Pero el gobierno de Rabat se niega a ceder. Recientemente Marruecos expulsó a personal de la MINURSO de su territorio, que desató la mayor crisis en el conflicto desde el cese de las hostilidades.

Cabe señalar aquí que el asunto del Sahara Occidental es muy delicado dentro de Marruecos, cuyo gobierno aplica severas penas a todo aquel que se atreva siquiera a mencionar la palabra “ocupación” para referirse al territorio saharaui. Por este motivo, se acusó al entonces Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon de “no neutral” por hablar del Sahara “ocupado” durante su visita a los campos de refugiados en Tinduf.

Y es que la situación en dichos campos ya es desesperada, hay gente que lleva viviendo ahí más de 40 años. Toda una vida. Las nuevas generaciones presionan a los líderes del Polisario para tomar acciones más enérgicas tras la muerte de su histórico líder Mohamed Abdelaziz. Y así, de este modo, entre discursos ofensivos y promesas incumplidas, la cuestión del Sahara Occidental se va prolongando y olvidando.

La celebración del referéndum por la autodeterminación del Sahara Occidental es y será la única forma de poner punto final a este penoso conflicto, pero solamente una revolución interna en este país (escenario poco probable) o la presión de la comunidad internacional hará esto posible. Por ello, los saharauis siguen realizando enormes esfuerzos para colocar su problema en los primeros planos de la prensa internacional.

A decir verdad, las pretensiones de Marruecos sobre el territorio del Sahara Occidental no se encuentran en absoluto legitimadas. Los marroquíes tienen un enorme interés en anexarse la antigua colonia española por múltiples razones, que van desde los factores económicos hasta consolidar el proyecto del “Gran Marruecos” para competir mejor con su rival Argelia.

Las acciones que emprende en el Sahara Occidental son las propias de una metrópoli sobre una colonia, en perjuicio de todos los saharauis. Es urgente que todas las naciones se sienten a debatir sobre la estrategia para acabar pacíficamente con esta disputa. Ya es hora que el silencio y el olvido den paso a la celebración del referéndum del Sahara Occidental, y que el resultado final sea aceptado por todos. Las colonias ya no tienen cabida en el siglo XXI.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

5 comentarios

  1. Debajo de la foto, eso de llamar a los soldados “Elementos” queda un poco mal. Es el mismo lenguaje que la policía franquista. Debería decir “soldados”, “combatientes”, “miembros” o algo así.

  2. Lo mismo pasa con esta expresión:

    A decir verdad, la legitimidad de Marruecos sobre el Sahara Occidental no está plenamente justificada”.
    Debería decir:
    NO ESTÁ EN ABSOLUTO LEGITIMADA ((Marruecos viola la legalidad internacional -ilegalidad- y NO ha consultado al Pueblo Saharaui -ilegítima anexión_)

    1. Hola Ana. Gracias por tus comentarios y observaciones. Desconocía por completo ese aspecto de la policía de Franco, y tienes razón, el término correcto es “combatientes”. Hice algunos cambios, Saludos.

  3. Es imposible que el Sáhara occidental se independiza de marruecos porque ni siquiera es una autonomía como Cataluña

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *