Ventajas y oportunidades estratégicas en África para el comercio exterior mexicano

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México es uno de los actores más activos del comercio internacional. Sin embargo, el intercambio de bienes y servicios con los países del continente africano ha sido marginal. Dada esta situación, en este artículo se exploran y analizan los beneficios potenciales que tanto México como las naciones africanas obtendrían como resultado de intensificar sus relaciones económicas, tomando como base el contexto económico mundial actual, en el marco de una nueva política comercial de México.

Estado actual del comercio exterior de México.

El comercio exterior es un sector fundamental para el crecimiento y desarrollo económico de México. Actualmente representa alrededor del 70% del Producto Interno Bruto (PIB), dato que refleja el gran volumen de operaciones de comercio que nuestro país realiza fuera de nuestras fronteras. Desde la década de los ochenta, el Estado mexicano ha trabajado en el fortalecimiento del comercio exterior a través de una mayor apertura económica, sustentada en la creación de una amplia red de Tratados de Libre Comercio con más de 50 países en todo el mundo.

Mediante estos instrumentos, la planta productiva mexicana ha podido integrarse a las cadenas de producción globales, donde se dan la mayoría de los intercambios. Asimismo, el territorio mexicano goza de una red de infraestructura eficiente que permite optimizar procesos y tiempo de despacho aduanero. Pese a ello, aún quedan muchos aspectos por mejorar en esta materia.

La ratificación del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT) y, sobre todo, el proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), pusieron a discusión los problemas derivados de la interacción económica entre México y el resto del mundo, así como en los efectos internos y externos a consecuencia del incremento en la actividad comercial, principalmente, en torno a las relaciones con los Estados Unidos.

El comercio exterior mexicano presenta una anormalidad muy evidente: la vinculación económica con nuestro vecino del norte ha representado más del 80% a lo largo del siglo XX y hasta la fecha, si bien el volumen se incrementó de manera espectacular a partir de la entrada en vigor del TLCAN, en 1994. Compartir más de 3 mil kilómetros de frontera explica todo ello, lo cual ha dado lugar a la construcción de fuertes lazos que van mucho más allá del plano económico.

La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, el fortalecimiento del discurso antiinmigrante, la simpatía hacia políticas proteccionistas y la consiguiente falsa creencia de que la economía de su país se ha visto perjudicada como resultado de los fuertes vínculos con México, fueron factores que generaron preocupación dentro de los sectores nacionales vinculados al comercio exterior, al grado que se temió la posibilidad de cancelarse el acuerdo comercial con Norteamérica, lo cual hubiera sido catastrófico para la economía mexicana.

Afortunadamente pudo concretarse un nuevo tratado con Estados Unidos y Canadá, bajo el nombre de USMCA o T-MEC, mismo que, aunque no es muy diferente al TLCAN, para algunos analistas, éste no es un mejor acuerdo que el que se tenía antes, pero es mejor que no tener nada.

Para bien o para mal, la interdependencia entre México y los Estados Unidos es una realidad, cuya sombra determina las perspectivas de desarrollo económico de México. Sin duda, esto es una vulnerabilidad muy evidente para el comercio exterior mexicano, que en primera instancia, no corresponde a la amplia red de tratados comerciales con los que el país cuenta ni a la posición en el sistema económico global

Por lo tanto, y dadas las tensiones recientes, se subraya la necesidad de incrementar y diversificar las relaciones económicas y comerciales con el resto del mundo. Si observamos la cantidad de tratados y acuerdos de complementariedad económica que ha suscrito México, podríamos pensar que ya está trazada una ruta para conseguir este propósito. Pero en realidad, los intercambios comerciales de México tienen un alto grado de concentración en Norteamérica.

Por tal motivo, entre los más importantes círculos políticos, empresariales y económicos de México, es recurrente la insistencia de diversificar mucho más los destinos para la exportación. Sin embargo, éste es un reto muy grande que requerirá de mucho esfuerzo, compromiso y tenacidad, al que habrán de sumarse todos los actores mexicanos involucrados de una u otra forma con el comercio exterior.

Ello implicaría que México adopte una nueva política comercial, y una de las propuestas que se plantea como parte de ella es no cerrar la economía mexicana a otros países, por más lejanos y desconocidos que puedan parecer, ya que nuestras cadenas productivas se harían más eficientes. De esta forma, al diversificar su comercio exterior, México debe y puede atraer a nuevos mercados e inversionistas, mejorando su posición en el mundo y desarrollando nuevas capacidades que le permitan ser más competitivo.

Más allá de nuestra región, resultan importantes los intercambios comerciales con países como Japón, China, Alemania, Gran Bretaña y los Países Bajos, así como los foros del TIPAT y la Alianza del Pacífico, de la que México forma parte junto con Colombia, Perú y Chile. Sin embargo, los esfuerzos de diversificación para México deben de ser más amplios. Y dada la coyuntura política y económica nacional y mundial actual, el continente africano en su conjunto aparece como una opción viable y muy atractiva para que México alcance el objetivo de la diversificación comercial.

¿Es una buena idea que México expanda sus horizontes de comercio internacional hacia África?

África es un continente que alberga a más de 50 países y alrededor de 1,300 millones de habitantes. Estas características, por sí mismas, representan una amplia gama de posibilidades de comercio para México. Sin embargo, y a pesar de que es un continente con muchos contrastes, la mayoría de sus economías presentan serias deficiencias estructurales que condicionan su desarrollo, enfrentándose a un cúmulo de viejos y nuevos problemas.

Así, a primera instancia, nos podría parecer absurdo querer comerciar con los países africanos, más cuando México ha suscrito acuerdos preferenciales con la Unión Europea, países de Centro y Sudamérica, Israel y Japón. Inclusive podría parecer más coherente enfocar la estrategia de diversificación comercial con algunas naciones asiáticas, como China e India, antes de incursionar en África.

No obstante, y sin menospreciar las ventajas que puede representar para México incrementar su comercio con aquellas regiones y naciones, un acercamiento comercial hacia África sí tiene el potencial de atraer grandes beneficios a corto plazo para ambas partes, al conjugarse oportunidades que son compatibles, tanto con la diversificación comercial del comercio exterior mexicano, como con los esfuerzos de desarrollo económico en África. Al respecto, exponemos los siguientes argumentos: 

  1. Los altos niveles de crecimiento económico sostenido que han experimentado muchos países africanos en las últimas dos décadas. Se espera que en las próximas décadas África sea un actor más grande a nivel mundial a consecuencia de la expansión de sus mercados emergentes. México tiene que aprovechar esta dinámica en la búsqueda de nuevos destinos y orígenes para sus exportaciones e importaciones.
  2. En general, África presenta una mayor estabilidad política que hace 20 años, por lo cual, los posibles comerciantes e inversionistas mexicanos encontrarán mayores garantías y certidumbre para el desarrollo de sus actividades en el continente.
  3. México puede exportar a África manufacturas y bienes de consumo final para las crecientes clases medias.
  4. De la misma forma, algunos países africanos podrían convertirse en proveedores de insumos, materias primas e, incluso, productos agroalimentarios, para varias industrias y mercados en distintas partes de México.
  5. Los foros multilaterales africanos son cada vez más influyentes, por lo que un incremento en los flujos comerciales con el continente podrían convertirse en la puerta para una cooperación más estrecha con los pueblos de África, y reforzar lazos de solidaridad con esta región que tendrá un poder de decisión cada vez mayor.
  6. México puede convertirse en un aliado para que los países africanos reduzcan su dependencia económica de las antiguas metrópolis europeas y la creciente influencia china.

Frente a este panorama favorable, todos los actores de la sociedad mexicana (gobierno, sector privado, academia, asociaciones civiles) tendrán que sumar esfuerzos para incrementar nuestros vínculos con África, especialmente en materia comercial. Por supuesto que ésta no será una labor sencilla ni exenta de riesgos, por lo que se requerirá de un alto grado de compromiso y voluntad por parte de todos ellos.

A lo largo de los más de 60 años de relaciones entre México y los países africanos, éstas se han caracterizado por su debilidad y discontinuidad. Solamente durante las administraciones de Adolfo López Mateos (1958-1964) y Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) hubo esfuerzos por diversificar la política exterior y las relaciones multilaterales con este continente africano. Desafortunadamente, otros mandatarios mexicanos no han seguido esta línea.

En la visión tradicional, África es una región distante, empobrecida y convulsa. Pero hoy los nuevos tiempos exigen mayores acercamientos hacia los africanos. Hay que prestarle una mayor atención y realizar un esfuerzo para comprender sus procesos internos. Sin embargo, las posibilidades reales de que se lleven a cabo intercambios comerciales fructíferos y duraderos para ambas partes es un aspecto que debe de ser analizado minuciosamente, considerando factores políticos, sociales, geopolíticos y culturales.

Gracias a los avances en las comunicaciones y transportes, hoy tenemos la oportunidad de realizar operaciones económicas en África, mismas que hace un siglo era casi imposible de llevarlas a cabo. Muchas barreras al comercio con esa región del mundo han quedado superadas, por lo que hoy es factible, deseable y rentable hacer negocios con los africanos.

Tenemos muchas razones para alcanzar este propósito: el comercio hace más eficientes a los países, y eleva el bienestar de los consumidores. Además, es un gran diseminador de tecnología. Al momento de adquirir una mercancía importada, estamos importando también la capacidad productiva de nuestros socios comerciales, independientemente de la naturaleza y características del bien o servicio que se trate. Pero en algunos casos, al mismo tiempo, estamos desincentivando el consumo de las mercancías que se produce localmente.

Evidentemente, un país no puede producir todo lo que quiera, por su geografía, lo cual convierte al comercio internacional como una necesidad. Con base en los modelos clásicos de comercio internacional, como el de las ventajas comparativas de David Ricardo, la economía mexicana sí presenta un grado de complementariedad con respecto a sus similares africanas.

Tomando esto como base, es posible incrementar significativamente nuestras exportaciones y, al mismo tiempo, desarrollar fuentes de abastecimiento de productos agropecuarios y minerales. La competencia con otros países (Brasil, China, India) no será sencilla, pero el potencial de África es tan alto que México puede ganar su propio espacio si así se lo propone.

México es uno de los mayores exportadores de vehículos, artículos electrónicos, electrodomésticos y productos agropecuarios. Si bien produce algunos bienes agrícolas y primarios que también exporta África (como cacao, aguacate y café), y a los mismos mercados (Europa y Estados unidos), la capacidad productiva e industrial mexicana es mucho mayor a la de muchos países africanos, lo cual le permite producir una amplia gama de bienes de consumo, intermedios, y servicios que pueden tener cabida perfectamente en cualquier rincón de África. Además, existen menos restricciones arancelarias y no arancelarias para los productos mexicanos en los mercados africanos que en los europeos, lo que constituye otra ventaja.

Aunado a ello, las economías no son estáticas, y poseen una gran capacidad de adaptación, por lo cual, el abanico de posibilidades de comercio son inmensas. Sin embargo, es preciso conocer las oportunidades específicas que se presentan en África para acelerar los intercambios de bienes y servicios, así como también tener perfectamente identificados cuáles son las principales barreras que el exportador puede encontrar. Para esto se requiere apoyo sobre el terreno. El ecosistema comercial africano es muy confuso y complejo, dada la existencia de un gran número de organismos regionales de integración económica que se encuentran en constante evolución.

La creación del Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA, por sus siglas en inglés) refleja el compromiso de África por impulsar su comercio a nivel interno y externo, y aunque entre los mismos países africanos el volumen de intercambios comerciales es bastante insignificante, un mayor acercamiento comercial de México hacia África sería bien recibido por los agentes económicos de aquel continente.

Por lo tanto, y dado todo lo anterior, resulta una buena estrategia para el comercio exterior mexicano acelerar las operaciones de comercio exterior en el continente africano, que a mediano y largo plazo podría reducir la excesiva dependencia comercial con los Estados Unidos, y hasta en un revulsivo para el crecimiento y desarrollo económico. Sin embargo, las opciones de comercio, al menos en un inicio, tendrán que ser diferenciadas acorde al país africano que se trate por varios motivos, los cuales se analizan a continuación.

El continente africano dentro de la política comercial de México: tendencias y prioridades.

Para empezar a tener más claridad sobre las ventajas y oportunidades específicas de comercio entre México y África, es preciso mostrar sus cifras actuales. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el 2020 el comercio de mercancías entre México y el continente africano ascendió a 1,996 millones de dólares, lo que representó una disminución de 24.5% con respecto a 2019.

A pesar de ello, desde el año 2000 las exportaciones mexicanas hacia África han venido creciendo a una tasa de crecimiento anual de 21.98% en promedio, mientras que las importaciones de África a México en un 10.97%. Sin embargo, la proporción del comercio internacional de México con el continente africano no ha variado mucho durante ese mismo periodo, no alcanzando ni siquiera el punto porcentual: actualmente África concentra tan sólo el 0.11% de las exportaciones totales del país y el 0.39% de las importaciones.

Como vemos, el comercio con África ha venido creciendo, pero es muy escaso. Además, está poco diversificado, y concentrado en Sudáfrica y los países del Magreb. En relación a esto, hay una fuerte relación empírica entre el tamaño económico de un país y el volumen de sus exportaciones e importaciones. Tal como se observa en el siguiente diagrama, México tiene más intercambios comerciales con las economías africanas más grandes e importantes.

Los principales socios comerciales de México en el continente son las economías más grandes: Nigeria (NIG), Egipto (EGY), Sudáfrica (RSA), Argelia (ARG) y Marruecos (MAR). Elaborado con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Históricamente, México ha presentado año tras año déficits comerciales con los países del continente africano. Del lado de las inversiones y activos financieros, los vínculos tampoco son muy amplios. Actualmente varias empresas mexicanas como Bimbo, Rotoplas, Cemex, Omnilife, Kidzania, SuKarne y Gruma mantienen inversiones en África y han ido al encuentro de oportunidades, pero su radio de acción de reduce a un puñado de países.

Se tienen que comenzar a construir desde ahora los cimientos de una relación comercial mucho más sólida y amplia, pero, paradójicamente, México debería concentrarse en ampliar sus relaciones con una serie de países estratégicos en el continente para ganar más presencia y explotar todas las oportunidades posibles. Desde mi punto de vista, esos países deben ser los siguientes:

  • Etiopía. Es uno de los países africanos con mayor crecimiento económico en los últimos años, el segundo más poblado, sólo por detrás de Nigeria, y con una influencia política regional en pleno ascenso, además de que su territorio alberga la sede de la Unión Africana. A todas estas características, un factor que podría jugar a favor de México es el hecho de que, en el pasado reciente, existió una muy buena relación con Etiopía, que, aunque cayó en el abandono, aún se puede rescatar. Por esto, Etiopía debe ser un objetivo prioritario en materia comercial. Incrementar los vínculos económicos con los etíopes podría también abrir las puertas para que México incremente su presencia en el Cuerno de África, sobre todo con Eritrea, país donde se han implementado con éxito algunos proyectos, y con Djibouti, un punto logístico muy importante.
  • Marruecos. Al igual que México, Marruecos tiene una gran apertura comercial, un aspecto que es determinante para el éxito en materia de comercio exterior. Si a ello le agregamos que se trata de una economía relativamente diversificada, tiene un peso político importante en la escena africana y una gran ubicación estratégica para las rutas comerciales mexicanas, este país es muy atractivo para México en cuanto a comercio e inversiones. La relación entre México y Marruecos ha sido muy cordial, a pesar del espinoso asunto del Sahara Occidental (al que México reconoce), pero con todo, se ha fortalecido y ampliado con el paso de los años, tendencia que puede mantenerse por largo tiempo.
  • Kenia. Con muy poca labor detrás de ello, la cultura mexicana ha invadido Kenia, y muchos de sus habitantes comienzan a sentir una profunda admiración hacia lo mexicano, al grado de que está entre los primeros cinco destinos de las exportaciones mexicanas a África. Éste es un fenómeno que no puede pasar desapercibido, ya que se están abriendo muchas posibilidades de negocios en ese país, que también es uno de los más importantes de África Oriental. A su vez, la estrecha alianza entre Kenia y los Estados Unidos es otro factor que puede facilitar el acceso de México al mercado keniano.
  • Sudáfrica. A 27 años del establecimiento de relaciones diplomáticas con Sudáfrica, este país se ha convertido en el principal socio comercial de México en el continente. Es la economía africana más importante, y existen muchas oportunidades de comercio e inversiones mutuas. Las cifras en ambos aspectos no son insignificantes, pero sin duda, están por debajo de su potencial. Con Sudáfrica en particular, sí resulta coherente pensar en suscribir por lo menos un acuerdo comercial parcial, que ayudaría muchísimo en el impulso del comercio de México en África, sobre todo porque Sudáfrica es la plataforma perfecta para incursionar en África del Sur. 
  • Nigeria. Es uno de los actores más importantes en la escena africana, y el más grande en términos económicos y poblacionales, por lo cual, no es posible ignorar a este país dentro de una estrategia comercial de México en África. Nigeria es un país sumamente complejo y diverso, y es complicado establecer una única estrategia comercial para este país en particular, por lo que es fundamental incrementar las misiones comerciales para descubrir las inmensas oportunidades que tanto México como Nigeria podrían aprovechar.
  • Namibia. No es un país que esté en el radar comercial de México en estos momentos, pero presenta otras condiciones que son atractivas para convertir a este país en un socio comercial clave dentro del continente africano. No es un mercado muy grande, y los expertos suelen situar la mira en países más poblados, y con razón. Pero este país tiene mayor estabilidad política y certeza institucional en comparación con muchas otras naciones, situación que minimiza riesgos, hace más eficientes las operaciones de comercio y brinda experiencia para acceder a otros países africanos. El hecho de que Namibia fue el tercer destino de las importaciones que vienen de África a México en 2020 demuestra que esta estrategia puede brindar muchos frutos.
  • Costa de Marfil. Este país de África Occidental se encuentra dentro de los 10 principales socios comerciales de México en el continente africano, y la relación bilateral ha crecido bastante en los últimos años, incluyendo visitas al más alto nivel. Los marfileños están conscientes de las ventajas que le puede representar un incremento del comercio con México, que, por el contrario, no ha visto el gran potencial de este país africano, sobre todo en cuanto productos agrícolas. Por ello, un mayor acercamiento a Costa de Marfil es un buen movimiento estratégico comercial que podemos realizar en África Occidental.

Conclusiones.

A lo largo de este artículo, hemos tratado de situar al continente africano como un destino muy atractivo para las exportaciones e importaciones mexicanas. Creo que quedaron bastante claras las ventajas y oportunidades estratégicas que México puede aprovechar en África en los asuntos comerciales. Para redondear, quisiera concluir poniendo sobre la mesa algunos aspectos más allá de lo económico y comercial que, a mi juicio, son clave para promover el comercio entre México y las naciones del continente africano.

En primer lugar, volvamos de nuevo a la cuestión de la diversificación comercial de México. Ya recalcamos la imperiosa necesidad de disminuir la proporción del comercio internacional (más no la cantidad absoluta) que México realiza con Norteamérica, en especial con los Estados Unidos. Esto significa que el volumen de los intercambios comerciales que México sostiene con el resto del mundo se multiplique mucho más en relación con Norteamérica.

No obstante, el grueso del aparato productivo e industrial de México está diseñado para satisfacer los requerimientos de los procesos productivos al otro lado de la frontera norte. Por lo tanto, los esfuerzos de diversificación comercial de México hacia África tendrán que estar acompañados de la generación y producción de mercancías con mayor contenido nacional. A su vez, es fundamental promover que más empresas mexicanas se animen a realizar operaciones de comercio exterior en lugares poco convencionales, y donde África aparece como una opción, aunque no sea la más atractiva. Sin embargo, no se puede descartar cualquier escenario. La globalización puede cambiar de forma en cualquier momento porque las fuerzas que la moldean se transforman a una velocidad proporcional al cambio.

La idea de diversificar no debe quedarse como un conjunto de buenas intenciones. De continuar la dependencia comercial con los Estados Unidos, no importa cuántos tratados se firmen y en cuántos mercados México pueda acceder. Si no elabora un plan estratégico que vincule la producción nacional con los circuitos de comercio a nivel mundial, la política comercial seguirá estancada y poco eficaz.

En segundo lugar, México tiene que replantear sus objetivos en África. Para empezar, una estrategia diplomática a nivel multilateral es una buena carta que jugar, que abrirá las puertas y oportunidades necesarias para impulsar vínculos comerciales sólidos y fructíferos para ambas partes. Por su parte, a nivel bilateral México no puede postergar por más tiempo ampliar su representación diplomática en el continente, que es insuficiente, sobre todo si nos comparamos con países latinoamericanos como Brasil, Cuba, Uruguay y Argentina, que tienen una presencia mayor en África.

Mínimo, México tendría que tener 12 embajadas abiertas en el continente africano (actualmente son ocho). Éste sería un paso importante, pero abrir embajadas, por sí mismo, no se garantiza en automático una presencia más sólida. Hay que ser constantes, reforzar y crear nuevas formas de cooperación, sobre todo si pretendemos participar en las misiones de paz.

Los mecanismos de diálogo político hay que ampliarlos a otros ámbitos, sobre todo a nivel social, educativo y cultural, con visión a largo plazo. Sin embargo, las relaciones comerciales y económicas, en general, no deben subordinarse a la diplomacia formal.

El desinterés que han mostrado las sucesivas administraciones federales de México no debe ser una limitante para que otros actores de nuestro país incursionen en el continente africano, no solo en temas de comercio. En los ámbitos de negocios, culturales y educativos también existen oportunidades de cooperación inmensas, que serían de gran ayuda.

El sector privado también puede contribuir a este proceso en su propio beneficio. Por ejemplo, podrían concretarse acuerdos como la creación de una cámara de negocios México-África, fondos de inversión que ayuden a generar cadenas de valor mutuamente beneficiosas, que generen empleos, así como foros de diálogo recurrentes.

Todo ello exige impulsar capacidades productivas, competitivas y comerciales por la vía financiera (a través de Bancomext) e institucional (mediante la apertura de oficinas de representación). Lo peor que se puede hacer es recortar presupuestos, y lamentablemente, es lo que ha estado ocurriendo con el actual gobierno federal, tal como lo vimos con la extinción de ProMéxico.

Dedicar recursos, esfuerzo y tiempo en explorar posibilidades de comercio con los países africanos es un asunto que no debe tomarse a la ligera, pero si las cosas se realizan de manera correcta, los beneficios serían muchos, quizás más de lo que no podemos imaginar.

Finalmente, hay que decir que África tiene buenas perspectivas de convertirse en un espacio estratégico para el comercio exterior mexicano. Existe un área de oportunidad enorme en ambos lados del Atlántico para generar una producción de mayor valor agregado. Como mexicanos, no hemos sido capaces de descubrir lo que podemos hacer con África.

El verdadero radica en generar vínculos duraderos entre las cadenas productivas de las diferentes industrias nacionales, afín de explorar eficientemente las ventajas comparativas. A la fecha, son las empresas trasnacionales automotrices y electrónicas las que más exportan, desde México, al continente africano. Sólo un reducido grupo de hogares, empresas y regiones en México son los verdaderamente vinculados a los procesos de importación temporal para la exportación, a diferencia del resto del aparato productivo nacional, que se caracteriza por procesos productivos de bajo valor agregado.

De igual manera, los Estados del norte de la República Mexicana son los que se encuentran más vinculados al comercio internacional, a diferencia de los del sur. Y un incremento en el comercio con África podría beneficiar más a éstos últimos, dadas las similitudes culturales que existen.

Es fundamental tener una estrategia bien definida, que responda a las necesidades de los pueblos y que sea coherente con sus culturas y sus tradiciones, donde la adopción de mercancías e inversiones extranjeras sea una opción y no una obligación. El momento actual es difícil todavía, dada la crisis internacional generada por la pandemia de COVID-19, si bien las diferencias de un país a otro son enormes. Por eso se requiere de una estrategia diferenciada, tal como se señaló en el apartado anterior.

La política nacional e internacional cuenta, y bastante. No siempre es la racionalidad del mercado la que se impone. A pesar de sus beneficios, no necesariamente tendría que suscribirse un tratado de libre comercio o acuerdo de reducción de aranceles con algún país u organismo regional africano. El AfCFTA es un instrumento que apenas está en la fase inicial de su operación, y del que aún no sabemos si será exitoso a largo plazo o no. Pero independientemente de ello, si México no ha firmado un tratado comercial con un país con el que hace frontera (Belice), ¿por qué habría de hacerlo con algún país africano, que se encuentra a miles de kilómetros de distancia?

El libre comercio no es un fin en sí mismo. No sustituye ni reemplaza lo que cada país tiene que hacer en materia de políticas públicas. En este sentido, por más que destaquemos las oportunidades y ventajas que podemos tener con África, la realidad nos indica que México todavía está lejos de reunir las condiciones políticas, económicas y técnicas para incrementar su comercio exterior con los países africanos, y de tenerlas, también dependerá de la voluntad y el compromiso que los países africanos muestren hacia México.

Pese a ello, las oportunidades ahí están, y la visión de que África se convierta en un socio comercial estratégico para México puede convertirse en realidad, que solo será posible si comenzamos a tratar al continente africano como una región en desarrollo, y no como un lugar empobrecido, y si nos ganamos la confianza de los Estados y pueblos africanos como un aliado en la construcción de un mundo más justo e igualitario.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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