Hoy más que nunca, los países de África deben acelerar sus esfuerzos para industrializar sus economías. En relación a ello, exploramos la viabilidad de una estrategia en la cual los países africanos adopten políticas y acciones conjuntas para alcanzar este anhelado objetivo.
En el artículo anterior se analizó, a grandes rasgos, el desempeño y desarrollo industrial actual de los países africanos, en donde se concluyó que, para desbloquear su enorme potencial industrial, éstos deben establecer una estrategia conjunta en la cual, juntos, deberán crear las condiciones y fuerzas productivas necesarias para alcanzar la industrialización de sus economías.
Pero, ¿es posible llevar a la práctica esta idea de “industrialización panafricana”?; ¿una estrategia de este tipo puede ser exitosa?; y si se implementa, ¿habrá algunos países que ganen y otros que pierdan? A continuación, desarrollamos los argumentos con los cuales intentaremos responder a esas preguntas.
El modelo de industrialización panafricano.
Desde el surgimiento de la industria moderna, Occidente ha estado a la vanguardia del progreso científico y tecnológico que han hecho posible las revoluciones industriales que se han visto en la historia económica mundial. En su afán de alcanzar al menos el mismo nivel de progreso, otras regiones del mundo han imitado y adaptado los procesos productivos industriales para impulsar su propio desarrollo económico, emprendiendo ambiciosos proyectos de industrialización en beneficio de sus economías y poblaciones, algunos con gran éxito.
América Latina, por ejemplo, profundizó su industrialización alrededor de 1950, como respuesta a la desarticulación económica mundial generada por la Gran Depresión y la segunda guerra mundial, orientada con un modelo de sustitución de importaciones, implantándose un proteccionismo casi absoluto, que fue posible gracias a la riqueza de recursos naturales, aunque no en todos los países de la región se produjo un proceso de industrialización.
Por su parte, el Sudeste asiático tuvo su escalada de crecimiento en las manufacturas a partir de 1960, bajo un modelo orientado en promover las exportaciones y las actividades que requieren un uso intensivo de mano de obra, aprovechando las capacidades de su numerosa población, así como a las oportunidades en las que su producción se vinculaba con el sistema económico mundial.
Pues bien, los países africanos han replicado en sus economías, en distintos momentos, los fundamentos de ambos modelos, y los resultados no fueron los esperados, en buena medida, porque las condiciones económicas en África presentan rasgos particulares que no se encuentran en América Latina y Asia, y también porque las condiciones socioeconómicas y mundiales en las que dichos modelos tuvieron éxito ya habían cambiado. Evidentemente los modelos y estrategias que resultan exitosas en un lugar y momento dado no garantizan resultados positivos ni resultan aplicables a todos los países.
Ante esta situación, se subraya la necesidad de que el continente africano impulse un nuevo modelo de industrialización, acorde a sus necesidades específicas y que contribuya en su inserción en las actuales dinámicas que se presentan en una economía mundial globalizada. Considerando el contexto económico internacional actual, la historia económica del continente africano y las características de las economías africanas, la mejor alternativa sería un modelo de industrialización panafricano que conciba a África como un enorme mercado, que sea restrictivo hacia afuera, pero abierto hacia adentro.
De lo que se trata es de crear cadenas de valor regionales que aumenten los niveles de integración entre las economías del continente, se fortalezcan a nivel global y faciliten la transformación productiva. Esta será una estrategia compleja, debido al alto grado de coordinación, compromisos y consensos que se necesitan concretar entre los gobiernos e instituciones africanas, pero que se complementa a la perfección con la recién creada Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA, por sus siglas en inglés) y con otras iniciativas africanas a nivel continental en diversos ámbitos.
En cierta medida, se trata de una combinación del modelo abierto y el de sustitución de importaciones, mismos que ya revisamos, pero flexibilizando algunas de sus características para que sea más compatible a las economías africanas. Estas serían las principales ventajas y características:
- Un mercado único africano.
- Creación de parques industriales e infraestructuras transfronterizas.
- Disminución de costos asociados al comercio.
- Complementariedad económica entre las economías africanas.
- Libre movilidad de personas y mercancías a lo largo del continente.
África posee abundancia de recursos naturales y disponibilidad de mano de obra necesaria para impulsar un proyecto de industrialización con buenas perspectivas, a pesar de que el panorama económico mundial no es favorable. Paradójicamente, este mal momento a nivel mundial puede traducirse en el impulso que África necesita.
Hay que recordar que la industrialización de América Latina y Asia fue precedida por grandes crisis: en la primera, por la crisis de 1929, y en la segunda, por los efectos devastadores de la invasión japonesa durante la segunda guerra mundial.
Ahora, ese momento adverso es la pandemia mundial del COVID-19, aún vigente, donde el mundo experimentó una disrupción masiva en las cadenas de valor globales, y muchos países cerraron sus industrias, sus fronteras y sufrieron una alteración en las líneas de producción ,que provocó que algunos materiales y materias primas claves se reasignaran a la producción de bienes indispensables para combatir la pandemia en detrimento de otros, como ocurrió con los semiconductores en el sector automotriz.
La crisis generada por la pandemia también tuvo importantes repercusiones en el crecimiento económico de África, y desarrollar sus sectores económicos a nivel interno debe ser una de las medidas para superar el bache económico. Los países africanos deberían aprovechar esta oportunidad para acelerar su producción industrial, reducir su dependencia con respecto a las regiones desarrolladas, así como acoplar el comercio con la industria. Y este es un aspecto crucial para que tenga éxito la estrategia industrial panafricana.
Vinculación Comercio-Industria en África.
El comercio y la industria son actividades complementarias, que forman parte de una cadena de valor que permite que los bienes y productos terminados lleguen a los consumidores. Si no hay suficiente producción industrial, el comercio se limitaría a una pequeña gama de productos primarios. Así, el comercio y la industria representan dos caras de la misma moneda, por lo cual en algunos países la dirección de las políticas industrial y comercial corre a cargo de un solo organismo.
Por ello, el lanzamiento del AfCFTA también puede potenciar el desarrollo industrial del continente y facilitar la industrialización. Y si existen políticas y directrices comerciales a nivel continental, tienen que trazarse otras en su contraparte industrial, así como una coordinación eficaz entre las políticas comerciales e industriales para acelerar la reconversión productiva, e identificarse las principales áreas de oportunidad. Si estas dos políticas son desarrolladas por separado, no se generarán sinergias ni complementariedades, y el resultado será un crecimiento deforme.
Los países con buen desempeño industrial tienen un buen comercio y niveles de ingresos más altos. La evidencia empírica demuestra que existe una relación positiva entre el valor agregado en la industria y las exportaciones como proporción del PIB. En este sentido, la estructura comercial actual de muchos países africanos consiste en exportar bienes primarios e importar bienes manufacturados, lo cual ha derivado en una alta vulnerabilidad comercial, económica y financiera para muchos países africanos.
Con el fin de equilibrar la balanza, uno de los objetivos prioritarios del AfCFTA es expandir el comercio intraafricano mediante una mejor armonización y coordinación para acelerar las transformaciones productivas, lo que llama a una liberalización gradual del comercio entre las economías africanas, particularmente en aquellas con altos costos de comercio y donde existen mercados locales imperfectos.
Si se logran estos objetivos, disminuirán los costos de tránsito y un incremento en la disponibilidad de bienes intermedios para la producción. Debido a estas tendencias, muchos países africanos experimentarán un rápido crecimiento en la demanda de productos manufacturados en un futuro cercano, con los incrementos más grandes en la industria alimentaria y de bebidas, pero también de bienes duraderos, y la materia prima para producirlos ya se está extrayendo en África.
De esta forma, y en automático, se incrementarán los niveles de comercio africano, así como la diversificación comercial y la competitividad de las economías. En este aspecto, cabe mencionar que las economías africanas presentan un nivel muy bajo, tal como se muestra en el siguiente cuadro, donde ningún país africano se encuentra dentro de las 50 economías más competitivas a nivel mundial.
A su vez, la integración de trabajo, bienes y capital permitirán aumentar el tamaño de los mercados, y las empresas podrán beneficiarse de las economías de escala y la resiliencia frente a situaciones adversas del exterior, si lo comparamos con la exportación de bienes primarios.
Algunos estudios demuestran que, al crear un mercado panafricano, el comercio intraafricano podría incrementarse en 52% como consecuencia del incremento en las exportaciones manufactureras. Dado el tamaño pequeño de las economías africanas y de las enormes necesidades que implica un desarrollo industrial aceptable, la cooperación regional y la detección de las principales áreas y sectores de oportunidad son fundamentales para alcanzar la industrialización.
Las iniciativas a este nivel no faltan. Naciones Unidas declaró el periodo 2016-2025 como el Tercer Decenio del desarrollo industrial para África. La Unión Africana la ha colocado en el centro de su Agenda 2063. A su vez, los organismos regionales y gobiernos africanos están eliminando las barreras al comercio, mejorando sus estructuras financieras e invirtiendo en infraestructuras.
Sin embargo, hace falta remover un gran número de obstáculos para que África avance hacia una mayor integración económica. La introducción del pasaporte africano sería un paso importante, sobre todo en cuanto a una mayor movilidad de personas y bienes a lo largo del continente, pero toca asuntos sensibles, como la migración y la xenofobia presente en algunos países. Este asunto, además de otros no menos importantes que tienden a aumentar la disparidad entre las economías africanas, tendrán que ser tomados con mucha seriedad.
Condiciones para acelerar la industrialización de África.
El potencial industrial de África está ahí, pero las condiciones no. Por eso mismo, la cooperación económica, comercial e industrial entre las naciones africanas es fundamental para comenzar a crear juntos todas esas condiciones. La buena noticia es que el continente no tendrá que empezar desde cero la industrialización, pero habría que marcar las necesidades del sector para poder elaborar las estrategias, programas y políticas industriales precisas que los países africanos necesitan en todos los niveles.
Cualquier proceso de industrialización debe, forzosamente, tener las siguientes condiciones, independientemente del modelo de industrialización elegido:
Exploremos, a grosso modo, el estado de cada una de esas condiciones en el continente africano. Comencemos con el desarrollo de las capacidades productivas. Como observamos en la definición presentada en el esquema, las capacidades productivas son un concepto un tanto abstracto, que se refiere a todas aquellas condiciones y requisitos que hacen posible la producción de bienes y mercancías, las cuales pueden deberse a la actividad del hombre, de la naturaleza, o de ambas. Entre ellas se encuentran las siguientes:
- Población económicamente activa.
- Recursos naturales.
- Fuentes de energía.
- Instituciones políticas.
- Estructura económica (relación entre los sectores de la economía).
Para alcanzar un nivel de producción industrial avanzado, las economías necesitan explotar al máximo sus capacidades productivas para impulsar su desarrollo. Se dice que la industrialización puede generar un cambio estructural rápido, pero realmente primero hay que generar este cambio estructural para hacer posible la industrialización.
Considerando que la mayoría de las economías africanas son primario-exportadoras, es necesario una reconversión productiva para industrializarse. Muchos factores han sido los responsables de la falta de capacidades productivas, entre los que destacan éstos que se enlistan a continuación:
- Tamaño pequeño de los mercados nacionales.
- Altos costos asociados al comercio, sobre todo en los países sin acceso al mar.
- Falta de infraestructura.
- Bajas habilidades laborales.
- Restricciones financieras.
- Desafíos en el diseño e implementación de políticas públicas.
Para superar todos estos obstáculos, el desarrollo de capacidades productivas en el continente africano necesita tener acceso a la financiación de parques y corredores industriales. En este aspecto, las oportunidades de inversión dependerán de factores estructurales a niveles nacionales, como dotación de recursos, tamaño del mercado y oferta laboral. Cada país del continente deberá identificar sus principales áreas de oportunidad y ventajas comparativas.
En años recientes, los subsectores industriales que han sido más beneficiados de la Inversión Extranjera Directa (IED) en África son la creación de software, autopartes, maquinaria industrial y productos químicos. Una buena proporción de la producción industrial actual es conducida por los vínculos con el resto del mundo, no tanto a nivel continental.
Uno de los factores que explican los intercambios económicos intraafricanos tan bajos es la falta de infraestructura, otra de las condiciones para una industrialización exitosa. En este renglón se observa un evidente atraso y deterioro en la mayoría de las infraestructuras africanas. Esto se explica en parte debido al bajo nivel de inversiones en el sector, sobre todo de la iniciativa privada.
Algunas de las explicaciones son la falta de certidumbre legal, marcos regulatorios e institucionales ineficientes, malos gobiernos y mala planeación, preparación e implementación. Los proyectos tienden a ser pequeños, costosos y difíciles de evaluar. En algunos países se asumen altos riesgos por el temor a la expropiación de activos por los gobiernos.
En este sentido, es preciso asegurar que el grueso de la producción industrial la realiza el sector privado, pero el Estado desempeña un papel importante en direccionar la producción y las inversiones hacia sectores prioritarios. Por lo tanto, debe haber buena comunicación y comunión entre los sectores público y privados para alcanzar los objetivos de industrialización y construcción. África necesita construir, pero también tiene que modernizar y mantener las infraestructuras existentes. Muchas plantas industriales construidas en África operan por debajo de su capacidad instalada.
Al igual que el desarrollo de capacidades productivas, la creación de infraestructuras requiere de grandes inversiones. El Banco Africano de Desarrollo estima las necesidades de financiamiento de infraestructuras entre 130 y 170 billones de dólares cada año. El promedio anual en el periodo de 2012 a 2017 fue de 77 billones, menos de la mitad de lo que se necesita.
Los gobiernos están buscando nuevas e innovadoras formas de atraer inversiones a sus industrias, estableciendo zonas económicas especiales para sus subsectores prioritarios. A nivel continental la Unión Africana, en colaboración con el Banco Africano de Desarrollo y la NEPAD, crearon el Programa para el Desarrollo de infraestructuras en África (PIDA), que tiene como objetivo construir una red de infraestructuras transfronterizas en sectores estratégicos para el desarrollo económico y social, que actualmente cuenta con poco más de 400 proyectos de construcción a lo largo del continente.
Desafortunadamente esta iniciativa no ha tenido el impacto deseado, debido a la falta de financiamiento y a las enormes necesidades que hay que cubrir. Los expertos económicos coinciden en que la creación de infraestructuras del continente tiene que concentrarse en agua potable, generación de energía eléctrica, conectividad a internet y transportes, que son precisamente los principales sectores beneficiados por PIDA.
El desarrollo de infraestructuras en un país, aunque no se relacione directamente con los procesos de producción industrial, tiene un impacto positivo sobre su capacidad de producir y exportar bienes. Pero los desafíos no son solo en cantidad, sino en calidad, y esto nos lleva a la última condición para la industrialización: la innovación tecnológica.
África debe impulsar los campos de la ciencia y la tecnología para hacer más eficientes y competitivas a sus industrias, pero que se encuentran en una etapa de desarrollo incipiente aún en las economías más grandes. La tecnología también juega un papel importante, y su nivel de desarrollo se refleja en los productos importados. Las economías con altos niveles de tecnología e innovación tienden a exportar productos más sofisticados. La generación, diseminación y aplicación de ciencia y conocimiento científico y técnico provee a los países de nuevas técnicas de producción y contribuyen a un aumento en la competitividad y productividad de los negocios locales.
Muchos países africanos presentan un bajo nivel en innovación tecnológica. No se ha facilitado la interacción e interdependencia entre los agentes económicos y sectores de la sociedad, como universidades, centros de investigación, empresas públicas y privadas, agencias exportadoras e instituciones financieras. En África, la débil capacidad para formular e implementar políticas públicas es la principal causa por la que la innovación tecnológica no se implanta en los procesos productivos. Y el único camino para el desarrollo de la innovación tecnológica, la investigación y desarrollo es alcanzar el bienestar social, sobre todo en mejorar los sistemas de educación, que son un desastre.
Con la finalidad de sintetizar la situación de las condiciones que harán posible la industrialización de África, a continuación se presentan los resultados que en 2018 presentaron 28 países africanos en cada una de las condiciones que acabamos de revisar. Dado que el parámetro de interpretación de los tres índices presentados es el mismo (de 0 a 100, donde 0 es el nivel más bajo y 100 el más alto), de forma adicional se calculó el promedio simple de los índices para cada país, que de acuerdo a lo revisado, sería un indicador aproximado a la capacidad de industrialización de cada economía. De estas cifras podríamos concluir que ningún país africano ha aprovechado ni la mitad de su potencial industrial, lo que reafirma que deberán trabajar juntos en la creación de las condiciones necesarias para aprovechar al máximo tal potencial.
Conclusión.
La industrialización de África representa un enorme desafío para todos. Las tendencias actuales de costo-beneficio, redes de suministro y demanda local indican que África está frente a un inminente proceso de industrialización en los próximos años. Si las cosas se hacen bien, el continente será más productivo, con empleos formales de mejor calidad, mejores infraestructuras, regulaciones y mercados de consumidores más grandes.
Ante este escenario, un modelo industrial panafricano es el escenario ideal, pero tiene sus límites. Para empezar, la existencia de una estrategia de este tipo no implica el abandono de las políticas industriales a nivel nacional, sino por el contrario, cada nación debe establecer sus iniciativas soberanas para que éstas se alineen con el enfoque continental. Claro que los países pueden ir por separado y tener éxito, y ahora mismo así lo están haciendo, pero el proceso de desarrollo industrial será más lento.
Si realmente los Estados africanos están dispuestos a crear una Comunidad Económica al estilo de la Unión Europea, en donde el AfCFTA sería sólo el primer paso hacia su constitución, y quieren aumentar los intercambios comerciales entre los países africanos, tiene que haber una contraparte industrial bien definida. De no ser así, la zona de libre comercio continental fracasará.
Los países africanos tienen que entender que la unión hace la fuerza, pero también es preciso asumir grandes riesgos si están dispuestos a ir juntos. En un sistema capitalista, el desarrollo nunca es generalizado, siempre es desigual. Habrá países o zonas dentro de un solo país que se van a beneficiar más que otros como resultado de un proceso de integración económica como el que pretende construir África, por lo cual deben desarrollarse, en paralelo a los esfuerzos de industrialización y libre comercio, proyectos en todos los ámbitos para reducir las desigualdades sociales y las asimetrías de desarrollo.
En consecuencia, la industrialización de África tendrá que ir codo a codo con otras revoluciones, como la agrícola, la urbana, la demográfica y, por supuesto, la política.
Para finalizar, habría que marcar algunas precisiones finales. En primer lugar, ningún país pudo industrializarse sin apoyarse en su sector agrícola. Si no se producen alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de la población no puede florecer la industria. Dadas sus condiciones socioeconómicas, existe mucho espacio para las manufacturas africanas: bienes electrónicos, textiles, construcción, etcétera.
El negocio de las materias primas seguirá siendo una fuente importante de ingresos para los Estados africanos, en la medida que la demanda mundial se mantenga constante. Pero, mientras la industria extractiva continúe dominando el sector a costa de la pérdida de valor agregado per cápita, las economías africanas seguirán siendo vulnerables a los vaivenes de los precios internacionales de los commodities.
Por otro lado, otro desafío relacionado con la creación de un mercado único africano es ajustar la política fiscal y monetaria para hacerlas consistentes con los objetivos de industrialización y libre comercio. Resulta una incógnita conocer hasta qué grado los países africanos están dispuestos a delegar responsabilidades a un organismo regional que se traducirá en una pérdida de poder de decisión y control de la economía, como podría suceder, por ejemplo, en una hipotética adopción de una moneda africana única.
A su vez, a nivel mundial, una estrategia industrial panafricana va a generar una reconfiguración de flujos de recursos, y esto podría comprometer la producción industrial en otras partes del mundo. Sería interesante ver cómo reaccionan los mercados internacionales ante un boom en las manufacturas africanas.
La industrialización de África es necesaria tanto a nivel económico como social, y las políticas industriales tienen que alinearse al cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible N° 9. Tener un desarrollo industrial y un desarrollo sustentable al mismo tiempo es posible, pero requiere un compromiso doble. No hay que reproducir los errores en términos de sostenibilidad ecológica y social. Para ello, las inversiones en infraestructura, tecnología y desarrollo de capacidades productivas que ya revisamos jugarán un papel clave.
Finalmente, hay que recalcar que, para impulsar la industrialización de África, la situación política cuenta, y bastante. África sigue siendo escenario de conflictos armados, atentados terroristas, disputas étnicas y golpes de estado, condiciones en las que resulta imposible que cualquier estrategia de industrialización funcione, por lo cual, los avances en la pacificación y democratización del continente se consoliden para crear un ambiente propicio al desarrollo industrial que África tanto necesita.