Desarrollo social a lo africano: la experiencia de Namibia

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Panorámica de la ciudad de Windhoek, capital de Namibia. Fotografía: Flickr

A contracorriente de lo que sucede en el continente africano, Namibia es un país que ha obtenido buenos resultados en materia de desarrollo económico y social. Un Estado benefactor, buenos gobiernos, la implementación de políticas públicas eficaces y una buena gestión de sus recursos han sido las claves del éxito de este país.

África es el continente con mayor pobreza y miseria, pero afortunadamente también existen varios oasis en medio del desierto que representa el drama humanitario. No es común que ahí se generen buenas noticias. Casi siempre lo que se cuenta del continente tiene que ver con guerras, enfermedades, atentados terroristas y pobreza. Sin embargo, existe una nación en el Suroeste del continente que ha impulsado un modelo de desarrollo que ha cosechado logros importantes en beneficio de su población, y del cual muchos países africanos (y no africanos) deberían aprender. Se trata de Namibia, un país que, a pesar de sus logros, pasa prácticamente desapercibida dentro del concierto mundial.

Quizás no se habla mucho de este país porque para algunos puede resultar un tanto incómodo demostrar que los africanos pueden prosperar por sí mismos – afirmación que se contrapone a la imagen de atraso que con frecuencia se asocia a África -, pero justamente por esto resulta interesante observar los resultados, avances y desafíos en materia social que ha tenido Namibia a lo largo de estos años, para entender cómo es que llegó a ser un país privilegiado dentro del continente más pobre.

Antigua colonia alemana, Namibia logró su independencia hasta 1990, treinta años después del inicio de la descolonización del continente africano. A raíz de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, el entonces territorio de África del Sudoeste quedó bajo la tutela del Estado Sudafricano, quien posteriormente implantó el injusto sistema del Apartheid en territorio namibio. La liberación del país estuvo a cargo de la Organización del Pueblo de África del Sudoeste (SWAPO, por sus siglas en inglés), que en sus inicios tuvo un carácter militar y hoy es el partido político que ha gobernado los destinos de Namibia desde su independencia.

El actual presidente del país, Hage Geingob, ganó en 2015 las últimas elecciones con un 87 % de los votos, lo que nos habla, por un lado, de la amplia popularidad de la SWAPO, y por otro, del respaldo y la satisfacción del pueblo de Namibia con su estatus de vida y el curso del país. Aunado a ello, es también de los países con menor percepción de corrupción del continente africano y con mayor libertad de prensa.

Namibia ha superado con creces una de las condiciones previas para el desarrollo económico y social: alcanzar una estabilidad política muy sólida y sin violencia. Este logro se magnifica tomando en cuenta que en gran parte de África no existe tal estabilidad, por lo que Namibia puede concentrarse de tiempo completo en solucionar sus problemas socioeconómicos.

Al respecto, este país ha implementado un modelo de desarrollo bastante interesante, teniendo como eje rector el desarrollo sustentable. La estrategia social tiene como guía y referencia una serie de Planes Nacionales y regionales que tienen como objetivo alcanzar el ideal nacional de que el pueblo de Namibia sea desarrollado, próspero y sano, en un ambiente de armonía interpersonal, paz, estabilidad política y lograr el respeto de la comunidad internacional. Entre dichos planes se encuentra la Visión 2030 del país, el Plan de Prosperidad Harambee (Plan Nacional de Desarrollo), la agenda de África 2063 y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Inteligentemente, la élite gobernante ha comprendido que sin una sociedad educada y sana el país no puede progresar, por lo que ha implementado una estrategia nacional en donde la educación básica (primaria y secundaria) y la atención básica en materia de salud son gratuitas para su población, en donde también se procura la constante formación y capacitación de profesores y médicos. Como resultado de ello, la esperanza de vida en el país es mayor que el promedio de África, los casos de malaria se han reducido bastante en una década, y la tasa de alfabetización es de 87.1%. Windhoek, la capital del país, es una ciudad limpia, sin problemas de tráfico, cortes de electricidad y abastecimiento de agua, y que cuenta con bellos jardines, señalizaciones y modernos centros comerciales.

Todo ello ha repercutido en que Namibia sea considerado como un país con “desarrollo humano medio”. También se anota una notoria reducción en la pobreza, sin embargo, el 10.7% de la población sigue considerada como pobre, aunque esta proporción es mucho menor en comparación con otros africanos.

Todo ello es producto de la implementación de políticas públicas exitosas, cuyos resultados son medidos y evaluados periódicamente. Uno de los ejercicios más interesantes es el levantamiento cada cinco años de una encuesta de ingreso y gasto de los hogares. Muy pocos países africanos pueden realizar este tipo de encuestas. La última encuesta que se llevó a cabo arroja resultados diversos, que señalan que Namibia se encuentra todavía lejos de alcanzar un nivel óptimo de bienestar.

En la siguiente gráfica se observa que aproximadamente la mitad de los ingresos de los hogares de Namibia provienen de sueldos y salarios. Sin embargo, el nivel de desempleo en el país ronda el 35%. Aunado a ello, gran parte de la población aún depende de la agricultura (donde gran parte del territorio nacional es desierto). Llama la atención la poca proporción que representan las remesas en los ingresos, a diferencia de lo que ocurre en el resto del continente. Y es que, por el contrario, la prosperidad del país está comenzando a atraer inmigrantes a su territorio, principalmente de Angola, donde el costo de la vida es cara.

Elaborada con datos de la Encuesta de Ingreso Gasto de los Hogares de Namibia 2015/2016.
Elaborada con datos de la Encuesta de Ingreso Gasto de los Hogares de Namibia 2015/2016.

Otra de las tareas pendientes por resolver es el de la desigualdad. Si bien el Coeficiente de Gini (medida de la desigualdad de los ingresos) se ha reducido en diez años (el valor actual es de 0.56), los niveles de desigualdad en Namibia siguen siendo de los más altos del mundo, resultado de la herencia del Apartheid. Pero no sólo hay desigualdad en los ingresos, sino también entre campo y ciudad; y entre hombres y mujeres. El consumo de los hogares urbanos es del doble del de los rurales, mientras que la proporción en el consumo total de los hogares donde el jefe del hogar es hombre fue el doble del de las mujeres. En la gráfica que se muestra a continuación se visualiza la proporción del gasto total de los hogares.

Elaborada con datos de la Encuesta de Ingreso Gasto de los Hogares de Namibia 2015/2016.
Elaborada con datos de la Encuesta de Ingreso Gasto de los Hogares de Namibia 2015/2016.

El poco gasto que destinan los namibios en educación y salud muestra el éxito de las políticas de gratuidad, algo que podría parecer normal en muchos países, pero que en África son la excepción. Ello les permite a los hogares destinar sus gastos a adquirir otro tipo de bienes y servicios. En la siguiente imagen se puede ver el porcentaje de los hogares que cuentan con determinados bienes.

Elaborada con datos de la Encuesta de Ingreso Gasto de los Hogares de Namibia 2015/2016.
Elaborada con datos de la Encuesta de Ingreso Gasto de los Hogares de Namibia 2015/2016.

Llama mucho la atención la penetración de la telefonía celular en el país, lo que nos habla de una verdadera revolución tecnológica –no solo en Namibia, también en toda África -, pero también de la dependencia en los bienes de tipo agrícola.

El principal factor que explica todos los resultados positivos que ha obtenido Namibia fue la creación de un Estado liberal democrático que protege las garantías, los derechos y las libertades fundamentales que todo individuo debe de gozar, sin perder su espíritu africanista que lucha y se compromete para el logro de los objetivos comunes continentales.

A Namibia no le atemoriza abrirse al mundo y al resto de África, fórmula que le ha resultado. No obstante, su economía aún depende de los ingresos de exportación productos minerales, principalmente del uranio, del que es el quinto productor mundial y segundo africano. También son importantes la pesca y el turismo. Su crecimiento económico ha sido de aproximadamente 3.71% anual en los últimos años, y también goza de estabilidad macroeconómica.

Sin embargo, el país no ha alcanzado la etiqueta de “muy desarrollado” porque no ha podido ofrecer trabajo a más de un tercio de su población activa y por existir enormes desigualdades en su territorio. Pero va por el camino correcto para lograrlo. Namibia es un país joven – 66% de su población tiene menos de 30 años de edad -, y hoy tiene el desafío, además de combatir el desempleo y las desigualdades, de construir un sistema eficiente de educación a nivel medio superior y superior e industrializar el país. Tiene todo para alcanzar ello.

La experiencia de Namibia y su modelo de desarrollo social nos obliga a repensar la realidad africana como un continente dinámico, donde se desarrollan fenómenos complejos y contradictorios entre sí, y no todo es malo. Recientemente el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se refirió a los estados africanos como “países de mierda”, con un lenguaje y discurso que bien podría representar la opinión de millones de personas que creen que África es lo peor del mundo. Y aquí está la respuesta de Namibia, un país de mierda orgulloso de África, ante tales afirmaciones.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

4 comentarios

    1. En 2017 Namibia registró un IDH de 0.647, ubicándose en la posición 129. No es tan alto, pero sí es superior con respecto a la mayoría de los países africanos.

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