Una mujer tanzana prepara arroz. Imagen de astoltz en Pixabay
Uno de los fenómenos más asociados al continente africano es el de las hambrunas, al grado que es frecuentemente utilizado como parámetro cuando se presenta este escenario en otro sitio. Por ello, y basándome en una serie de afirmaciones, les muestro cuál es la verdadera magnitud de este problema en África, desmontando falsas creencias y reafirmando o reforzando algunas de sus causas, manifestaciones y consecuencias.
1.- “Las hambrunas son generalizadas en el continente africano”
El tema del hambre es, sin duda, uno de los graves problemas que enfrenta África, cuya solución debe ser inmediata, pero debemos marcar algunas precisiones para demostrar que las hambrunas no son una situación tan común. De acuerdo con el más reciente informe sobre el Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (la FAO), en 2019 se estimaba que el 8.9% de la población mundial (690 millones de personas) padecían hambre, considerando como medida el indicador de prevalencia de subalimentación. De ellos, la mitad vive en Asia, que es el continente más poblado. No obstante, la prevalencia de subalimentación en África es el doble de la media mundial (19.1%), que equivale a aproximadamente 250 millones de personas.
Para evitar confusiones, es necesario diferenciar el significado de los conceptos relacionados a este fenómeno, mismos que se muestran a continuación:
Como vemos, el estado de hambruna es el grado más terrible al que se puede llegar, y desafortunadamente se encuentran actualmente activas cuatro hambrunas en el mundo, tres de ellas en África (Nigeria, Somalia y Sudán del Sur), aunque varios más están cerca de llegar a ella. En el pasado se han presentado otras muy terribles, por lo cual este concepto se asocia comúnmente a África, pero técnicamente hablando, es la inseguridad alimentaria –y por ende, la pobreza – lo que está generalizada en África, ya que la FAO y el Programa Mundial de Alimentos identifican a 27 países en el mundo que sufren crisis de inseguridad alimentaria, la mayoría de ellos africanos.
2.- “El hambre en África está disminuyendo”
Hay una buena noticia: en las últimas dos décadas, debido al crecimiento económico y al aumento en la productividad, el número de personas desnutridas en el mundo se ha reducido sustancialmente, sobre todo en China, Asia Central, América Latina y el Caribe. Pese a ello, y aunque también se han logrado avances muy alentadores en la lucha contra la inseguridad alimentaria en África, aquí queda mucho por hacer para erradicar el problema en su totalidad.
En la siguiente gráfica observamos que la cantidad de personas con prevalencia de subalimentación no ha sufrido grandes cambios en los últimos 15 años, dando como resultado curvas sumamente elásticas. Incluso en los últimos años se observa una ligera pero preocupante tendencia al alza.
Por regiones, África Central, Oriental y el Cuerno de África sí han presentado disminución, pero al mismo tiempo, estas regiones concentran la mayor cantidad de personas vulnerables por falta de alimentos. En este punto cabe mencionar que, de a poco, muchos países están creando las condiciones básicas para producir y distribuir sus alimentos de forma más eficiente.
Por ejemplo, los pequeños agricultores ya no se ven sometidos a la rigidez de las reglas socialistas o coloniales que les imponían cultivos obligatorios o la prohibición de vender libremente sus cosechas. Los aranceles son más bajos y están desapareciendo las regulaciones y restricciones a la exportación.
Sin embargo, conforme van adquiriendo más libertad encuentran nuevos obstáculos, como la falta de insumos, maquinaria, semillas, fertilizantes, altos costos de transporte y la dificultad de transportar los productos agrícolas a los mercados, mismos que deben ser superados para que la situación realmente mejore.
3.- “El cambio climático y los conflictos armados son las principales causas de las hambrunas“
En el caso particular de África, esta afirmación es cierta. Estos dos factores han sido los principales detonantes de las hambrunas que se han dado en el continente, que se manifiestan en el abandono de cultivos, cortes en las cadenas de suministros de alimentos, erosión de suelos y la aparición de plagas, donde los más pobres son los más afectados. No obstante, este escenario no puede explicarse únicamente bajo estas bases, dado que intervienen, además de ellos, más causas inmediatas y factores estructurales, entre las que destacan las siguientes:
Profundizar en cada uno de ellos nos llevaría, sin duda, a interesantes conclusiones, pero me extendería demasiado, y ese no es el propósito. Lo importante es que debe quedarnos claro que las hambrunas son el resultado de la combinación de todos estos factores, que en el caso africano los dos señalados son los que tienen mayor peso.
4.- “En África hay escasez de alimentos“
Esta es una falsedad, y uno de los mitos más difundidos. África sí produce alimentos, pero el gran problema es que produce lo que no demanda, e importa los alimentos que sí necesita. Puede parecer tonto, pero detrás de ello se encuentra el dinero fácil y rápido que se obtiene de las materias primas (como el café y el cacao) y la explotación de recursos naturales. En cambio, la agricultura en África ha sido descuidada durante mucho tiempo por los gobiernos, instituciones internacionales, y asesores en materia de políticas agrícolas.
Pero a pesar de todo, este sector se está fortaleciendo. Del 2000 al 2014 la producción de cereales se ha triplicado en países de todas las regiones, como Etiopía, Malí, Zambia y Ruanda. Por otro lado, en muchos lugares no existe una gran variedad de productos, por lo que no puede conseguirse una dieta equilibrada. Y esta es justamente la labor que deberían emprender los países africanos: mejores políticas agrícolas y en materia de nutrición. Pero ese ya es otro tema.
5.- “Las ayudas humanitarias son eficaces en la erradicación de las hambrunas“
Muchas partes de África requieren ayuda humanitaria de manera urgente. Sin embargo, la experiencia nos muestra que la labor que desempeñan las agencias de Naciones Unidas y las ONG, así como la eficacia de tal ayuda, son cuestionables. La guerra civil de Biafra fue la primera que demostró que mantener la hambruna y controlar los flujos de ayuda humanitaria pueden convertirse en armas de guerra muy letales, y surgió por primera vez el debate moral entre denunciar los abusos a los derechos humanos, o seguir ayudando en silencio. Este dilema se mantiene hasta la actualidad.
Otro caso emblemático fue la campaña USA for Africa, donde un grupo de artistas realizaron conciertos benéficos para ayudar a paliar la hambruna en el Cuerno de África provocada por las severas sequías de los años ochenta, que marcó un precedente importante para futuros eventos con la misma finalidad. Este tipo de acciones casi siempre se realizan desde una visión occidental, concentrada en las necesidades del momento, pero no atacan el problema de raíz. Y así, unas hambrunas desaparecen, mientras que otras surgen en otra parte.
Pese a ello, algunas iniciativas de ayuda humanitaria sí han sido exitosas, y todas ellas tienen el denominador común de impulsar la formación integral de los individuos con un enfoque comunitario, ya que al atacar el hambre, se abren nuevas y más amplias necesidades en el combate a la pobreza.
6.- “El hambre es una de las principales causas de muerte infantil en África“
En el imaginario colectivo, la encarnación de la hambruna es un niño africano famélico que come cualquier cosa para sobrevivir, cuyas imágenes dan la vuelta al mundo premeditadamente para provocar lástima y enojo. Si bien la mayor parte de ellas son publicadas fuera de contexto, la situación de la población infantil en todo el continente es lamentable.
Aunque la falta de ingesta de alimentos como tal no se encuentra dentro de las principales causas de muerte infantil en África, la desnutrición sí está relacionada con la aparición de algunas de las enfermedades más mortíferas, en concreto, con la neumonía y la diarrea, por lo que sí podemos hablar de un impacto indirecto. El 54% de las muertes de niños menores de 5 años en el mundo ocurren en África al Sur del Sahara, y los países más afectados por las hambrunas y los conflcitos encabezan la lista (Somalia, Nigeria, Chad, República Centroafricana, Sierra Leona y Guinea). La desnutrición en África no es un problema exclusivo en un determinado grupo de edades, pero las mujeres y los niños son los más vulnerables.
7.- “Las altas tasas de fertilidad agravan el problema del hambre en África”
El crecimiento de la población mundial genera, en automático, una mayor demanda de alimentos, y justamente en los países del continente africano es donde se registran las tasas de natalidad más altas. Esta situación, aunado a la proliferación de hambrunas en el continente, ha llevado a algunos a concluir que existe una relación directa entre el número de nacimientos y la falta de acceso a los alimentos.
No obstante, no está comprobado plenamente que este factor aumente la prevalencia de subalimentación, ni que genere un aumento en los precios de los productos básicos. En cambio, lo que sí está demostrado es que el acaparamiento de tierras para la producción de biocombustibles (sobre todo etanol) y el “régimen alimentario corporativo” de las grandes multinacionales, mismas que poseen un creciente poder monopolístico sobre la cadena de producción, distribución, procesamiento y consumo de alimentos, son causas que deterioran los medios de subsistencia de una gran parte de la población rural africana.
8.- “Las hambrunas profundizan las crisis de refugiados“
Esto es verdad. Las hambrunas acarrean consecuencias en el bienestar, el desarrollo futuro de las personas y en la economía de los países afectados. En países con bajos ingresos y con déficit de alimentos acarrean una pérdida equivalente al 1% del PIB como media, que en países como Eritrea llega hasta el 5%. Esto porque, cuando las cosas comienzan a ir mal, las personas ahorran gastos en servicios como agua, salud, sanidad, educación, adquieren alimentos de menor calidad, y conforme se agudiza, las familias tienen que sacrificar sus bienes o emigrar. Son los refugiados del hambre, que igualmente generan presiones sobre en el lugar de destino.
En el 2017 la violencia y el hambre generaron tres millones de refugiados, y siete de los diez principales países de origen son africanos, encabezados por Sudán del Sur. La cifra real seguramente es mayor, ya que este dato es el cómputo que de la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR), que reconoce que hoy hay más refugiados que nunca en la historia. Responder a los desafíos que la inseguridad alimentaria genera sobre las personas desplazadas internamente y refugiadas en otros países requiere de una respuesta urgente y coordinada.
9.- “Es posible llegar a la meta de hambre cero”
La humanidad, en su paso por el planeta, ha logrado hazañas increíbles: la comunicación a larga distancia en tiempo real, viajar por los cielos, alcanzar el espacio exterior, explorar los océanos, construir complejas ciudades e, incluso, producir alimentos suficientes para todos los habitantes del mundo. Pero aún no hemos sido capaces de que todos tengan la certeza de sentarse a una mesa y comer sano, variado y suficiente. Es una vergüenza que en esta época sigamos hablando de hambre, que ya no es un problema técnico, pero ahí sigue. Y con mayor razón sabiendo que se desperdician más de 1,300 millones de toneladas de comida cada año. Es la paradoja de la abundancia.
Por supuesto que es posible alcanzar el objetivo de “hambre cero”, propuesto en 2015 como uno de los Objetivos de Desarrollo Sustentable para 2030, siempre que todos estemos dispuesto a hacerlo.