Fragilidad y discontinuidad en los sistemas educativos africanos: el caso de Uganda

Edificio administrativo de la Universidad de Makerere, en Kampala, Uganda. Fotografía: Flickr

Garantizar el derecho a la educación en África ha sido toda una odisea. La inestabilidad política, los conflictos armados, mala planeación y la falta de claridad en las metas y objetivos en la materia han ocasionado que millones de niños, adolescentes y jóvenes africanos tengan notorios rezagos educativos. La experiencia de Uganda en esta materia es paradigmática, por lo que se aborda este caso para demostrar cuan frágil y cambiante es la formación educativa bajo estos supuestos.

Dos de los pilares fundamentales para que una nación pueda progresar son la salud y la educación. En un artículo anterior repasamos el estado que guardan los sistemas y los servicios de salud en el continente africano, los cuales se encuentran muy lejos de alcanzar niveles óptimos en su funcionamiento. Ahora toca el turno de analizar la situación de la educación en aquel continente, aunque, adelantándonos un poco, los resultados que presenta este sector también son muy escuetos. Pero esta vez me concentro en un solo país, Uganda, que constituye un buen ejemplo para demostrar la vulnerabilidad de los sistemas educativos y su pobre desempeño.

El rol de la educación en las personas y las naciones.

La educación es un derecho humano básico consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos, dado que se trata de una actividad elemental para el desarrollo de cualquier individuo, en el sentido que su realización permite el acceso a otros derechos y puede ser un catalizador para alcanzar el desarrollo sustentable, acabar con la pobreza y lograr una convivencia armónica en comunidad. La educación, en todas sus formas, es un aspecto que está totalmente integrado a la vida.

La humanidad, en su proceso natural de adaptación, transformación y supervivencia a su entorno, ha tenido que aprender a potenciar y mejorar constantemente sus capacidades para lograr una mejor calidad de vida, por lo que requiere de la aprehensión de conocimientos a través de la enseñanza y el aprendizaje, que se entrelazan para convertirse en la base de los sistemas educativos. Podríamos enumerar un sinfín de beneficios que la educación brinda a las naciones, por lo que una de las principales funciones del Estado debe ser garantizar este derecho para todas las personas, así como crear políticas públicas adecuadas en esta materia y un sistema educativo fuerte, gratuito, laico y de calidad.

Los futuros científicos, políticos, médicos y demás profesionistas necesitan contar con las herramientas suficientes para estar a la altura de los retos y problemas globales más importantes que las generaciones pasadas y actuales les hemos dejado.

Los altibajos educativos de Uganda.

Uganda es un pequeño país ubicado en África Oriental, sobre el territorio que alguna vez perteneció al Reino de Buganda, que después se convirtió en un protectorado británico, vigente hasta 1962. Las autoridades europeas permitieron que las costumbres de los ugandeses se mantuvieran, incluso la monarquía, aunque de manera simbólica, ambiente que propició la creación de una base que generó avances sociales, destacando en educación y en la lucha contra el VIH.

Durante los primeros años de vida independiente de las naciones africanas, Uganda era el referente en materia de educación en la región de África Oriental, al grado que muchos líderes africanos estudiaron en este país, atraídos por el alto nivel académico que tenía Uganda en aquel entonces. Ahí estudiaron personajes que fueron muy importantes para las naciones de África Oriental y Central, como Milton Obote (primer presidente de Uganda), Julius Nyerere, Benjamín Mkapa, Joseph Kabila y Mwai Kibaki, así como los escritores Nuruddin Farah, Ali Mazrui, David Rubadiri, Ngugi Wa Thiong’o y Okello Oculi.

De esta forma, se esperaba que Uganda se convirtiera en un país desarrollado, teniendo como una de sus principales fortalezas un sistema educativo de calidad. Sin embargo, desde sus primeros años como país independiente, la inestabilidad política producida por las luchas por el poder y persecuciones étnicas y religiosas precipitaron al país en una profunda regresión.

Todo comenzó cuando Milton Obote intentó crear un régimen de partido único, que fue frenado por un oficial de su ejército, Idi Amín, quien lo derrotó. Con Amín al frente, Uganda atravesó el periodo más oscuro de su historia (1971-1979). Fueron años de sangre, represión y terror.  El ejército tanzano que puso fin al gobierno de Amín reveló al mundo las consecuencias de uno de los regímenes más crueles que se recuerdan. Bajo este ambiente de guerra, ningún sistema educativo puede desarrollarse.

Después de un nuevo periodo a cargo de Obote, Yoweri Museveni, apoyado por el Ejército De Resistencia Nacional, toma la presidencia en 1986. La estabilidad y la paz regresaron por fin a Uganda, pero bajo un entorno de represión política, ausencia de valores democráticos y restricciones a la libertad de expresión. A partir de entonces Museveni no ha dejado el cargo de presidente, y hoy es uno de los mandatarios más longevos de África.

Con todo, el gobierno ugandés finalmente pudo reformular su sistema educativo. Pero fueron aproximadamente 20 años los que se perdieron. De acuerdo con su visión y funciones, el Ministerio de Educación y Deporte de la República de Uganda, tiene la encomienda de proveer, apoyar, guiar, coordinar, regular y promover una educación de calidad para todas las personas del país para la integración y el desarrollo individual y nacional, asegurando la cobertura y la igualdad de género en todos los niveles educativos.

En general, el sistema educativo ugandés está inspirado en el modelo británico. En 1997 se introdujo la educación primaria universal, y 10 años más tarde, la educación secundaria. No obstante, la demanda de gratuidad de la educación rebasa las capacidades que el gobierno puede ofrecer. En muchos casos, las familias no tienen el poder adquisitivo para solventar los gastos escolares de todos sus hijos. Uganda posee una de las tasas de fertilidad más altas del mundo (5.8 niños nacidos por mujer), un gran porcentaje de la población ugandesa cuenta con 14 años o menos y la tasa de crecimiento demográfico es de 3.26%, aspectos que complican la enseñanza universal.

Aunque por otro lado hay que decir que el gobierno ugandés ha intentado impulsar su sector educativo y aprovechar su bono demográfico, trabajo que ha rendido sus primeros frutos. Actualmente la tasa de alfabetización es del 70.2% para su población de más de 15 años, cifra que se encuentra por arriba del promedio de África Subsahariana (59.9%), y también ha mejorado en cuanto al porcentaje de alumnos que asisten a la escuela.

A continuación, se muestran éstos y otros indicadores educativos que presenta Uganda. Como vemos, la educación primaria registra una cobertura universal en cuanto a la inscripción, pero son muchos los niños que desertan durante su estancia escolar.

Elaborado con datos de PNUD.
Elaborado con datos de PNUD.

Muchos gobiernos africanos, incluido el ugandés, han asumido erróneamente que al construir colegios y pagar salarios a los maestros va a mejorar automáticamente la calidad de educación, dejando de lado o menospreciando todo el contexto que hay detrás del simple hecho de que los niños y jóvenes vayan a la escuela. En realidad, intervienen un gran número de factores económicos, sociales, culturales y familiares, principalmente, que influyen en la calidad de la enseñanza educativa y en la adecuada asimilación de conocimientos por parte de los estudiantes.

Por ello, es de suma importancia que el gobierno, en coordinación con las instituciones y demás actores que están involucrados en el sector educativo ugandés, ofrezcan a los niños y jóvenes oportunidades educativas, entendidas no solamente como garantizar el acceso a la escuela y desarrollar planes de estudio y métodos de enseñanza-aprendizaje, sino también como la creación de espacios para impulsar la formación integral  y convertir a los estudiantes en ciudadanos globales, a través del desarrollo de sus habilidades, competencias cognitivas y capacidades sociales, para que en un futuro tengan el poder de transformar su entorno.

Durante el gobierno de Museveni se ha implementado un programa de “acción afirmativa”, enfocado en construir muchos colegios y mejorar la proporción de mujeres que asisten a la escuela. Por supuesto que esto es positivo, ya que cada vez se gradúan de las universidades ugandesas más mujeres, lo que aumenta las posibilidades de que tengan acceso a mejores salarios y mejor calidad de vida, reduciendo las brechas de desigualdad entre sexos.

Sin embargo, la calidad de la educación no ha vuelto a ser la misma de antes, y si bien Uganda ha trabajado para reducir el número de infantes que no asisten a la escuela, lucha contra la mala calidad y el ausentismo escolar. El 60% del presupuesto, que de por sí es bajo, se destina a pagar los salarios de los profesores, quienes carecen de las habilidades fundamentales y capacitación para desempeñar adecuadamente su trabajo, y a menudo, en un salón de clases, tienen la responsabilidad de dar cátedra a 100 alumnos al mismo tiempo, una locura. De este modo, no son casualidad las bajas notas de los estudiantes ugandeses en las evaluaciones.

El sistema educativo ugandés lucha contra éstas y otras inconsistencias administrativas, así como baja cobertura en la educación secundaria, que está privatizada, de modo que solo las familias con cierto nivel de ingresos pueden permitírsela. También hay un elevado número de graduados sin empleo, lo que hace que compitan entre sí y los sueldos bajen, especialmente teniendo en cuenta el elevado porcentaje de jóvenes en la población.

La situación actual de la educación superior no es mejor. Las universidades ugandesas se encuentran en una crisis debido a la falta de insumos y fondos para su mantenimiento. A pesar de que Uganda cuenta con muchas instituciones a nivel superior en comparación con otros países vecinos, solamente dos de cada 1,000 estudiantes pueden acceder a los estudios universitarios, aún en las instituciones públicas. El alto precio que los estudiantes tienen que pagar para estudiar ha ocasionado huelgas.

De este modo, Uganda enfrenta un enorme desafío educativo. Todos estos claroscuros revelan la falta de planeación educativa y la poca trasversalidad de este sector con otros. El resultado es una deforme formación integral de los ugandeses, y esto ocasiona que no sean lo suficientemente capaces para impulsar el desarrollo de su país. Pese a que en sus objetivos se encuentra garantizar una educación universal y de calidad, en la práctica está muy lejos de alcanzarlos.

Algunos aspectos para impulsar la educación en África.

Los resultados que presenta la educación en Uganda no son muy distintos a los que registran muchos países africanos. Es más, en algunas regiones la educación escolar es inexistente, y lucha contra muchos obstáculos para su implementación y desarrollo, como la propagación y prolongamiento de conflictos, las migraciones forzadas, el terrorismo, la falta de interés de algunos gobiernos y los malos prejuicios en torno a la escuela.

En muchas regiones de África, la educación tradicional la proporcionan la familia, el clan o el linaje. La adecuada comprensión de estas especificidades es la base para que la educación africana logre, por fin, desarrollarse. Los modelos educativos occidentales impuestos por los europeos desde la época de la colonización, lejos de ayudar, perjudican los procesos de enseñanza en África. Los africanos y africanas fueron alienados de su ambiente a través de la educación colonial. Por esta razón, se requiere que los africanos revaloricen su cultura, su historia y descolonicen sus planes de estudio, para adecuarlos al contexto africano.

Niños estudiantes africanos. Fotografía:Pixabay

Para lograr este propósito, se requiere que se resuelva la cuestión de los idiomas. Gran parte de los sistemas educativos se enseñan en alguna lengua europea, cuando aún dentro de un país pueden hablarse decenas de lenguas y dialectos locales. Por esto es tan importante que las políticas en materia educativa estén sujetos a las necesidades locales y regionales, por lo que cada país debe asumir la responsabilidad de crear sistemas educativos ad hoc a las características sociales y culturales de su población.

A su vez, no puede concebirse una educación que se enfoque solamente en las necesidades locales, por lo que los africanos tendrán que aprender de los avances, tecnología, métodos y teorías de otras partes del mundo. Sin embargo, deben ir paso a paso, así como encontrar un equilibrio que permita a los estudiantes tener una buena formación académica, y qué ésta pueda ser aplicada en beneficio de sus comunidades.

Pero la inestabilidad en el entorno socioeconómico y político impide la continuidad en los sistemas educativos y planes de estudio, que obedecen más a las necesidades del mercado o de las élites gobernantes, que al progreso y la recuperación del tejido social de los africanos.

Alcanzar altos niveles educativos no será fácil para África, y requerirá de enormes esfuerzos, inversiones y gran movilización de recursos. África es un continente joven, y no puede darse el lujo de desaprovechar su bono demográfico. Invertir en la educación de sus niños y jóvenes es la mejor apuesta que pueden hacer los países africanos para transformar su realidad.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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