Formulación y diseño de políticas públicas para la comunidad afromexicana: una propuesta

Jóvenes del Municipio de Santiago Llano Grande “La Banda”, en la costa chica de Oaxaca, uno de los que presentan mayor proporción de población afrodescendiente en México, que estudian y practican con sus instrumentos para tocar chilenas y merequetengues. Fotografía de Pablo A. Marquez en Wikimedia Commons.

En México no existen políticas públicas dirigidas exclusivamente a los pueblos y comunidades afrodescendientes. Han sido marginados, olvidados y hasta negados a lo largo de los años por parte del discurso oficial y del Estado mexicano. Por fortuna, ahora ya cuentan con reconocimiento constitucional como parte integral de la nación mexicana, y el siguiente paso es precisamente es la implementación de políticas y programas públicos en su beneficio. Por consiguiente, el objetivo de este texto es ofrecer un diagnóstico que sirva como apoyo y referencia para formular y diseñar un programa presupuestario específico para la población afromexicana.

Antecedentes.

En este espacio se han promovido y difundido los aspectos fundamentales de la comunidad afromexicana, su conformación histórica, elementos constitutivos, retos sociopolíticos, principales demandas y su situación actual, todo con la finalidad de ampliar el conocimiento que tenemos acerca de este segmento poblacional de nuestro país y en ayudarles a superar los rezagos e invisibilización a los que se encuentran sometidos desde hace mucho tiempo.

Recordemos que fue apenas en el 2019 cuando el actual gobierno – mediante una reforma al Artículo Segundo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos  – les otorgó el reconocimiento jurídico como grupo histórico, cultural y demográfico de la nación mexicana. Este proceso ha sido largo y polémico, pero finalmente se ha comenzado a subsanar esta lamentable omisión.

Sin embargo, México presenta un notorio atraso en comparación con otros países de América Latina en cuanto a la identificación de su población afrodescendiente y el estudio de su situación. En este documento compilado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) se menciona que muchos países de la región (como Brasil, Colombia, Costa rica, Cuba, Ecuador y Honduras, entre los más destacados) han identificado a su población afrodescendiente en sus censos de población a partir del año 2000, lo cual ha permitido identificar el estado de sus derechos económicos, sociales y culturales.

A su vez, esta misma institución regional ha identificado las principales políticas públicas dirigidas a los afrodescendientes en países como Brasil, Perú, Ecuador y Colombia, y aunque no todas han resultado eficaces y presentan importantes retos, fue posible analizar los marcos legales e institucionales en los cuales se desenvuelven, sobre todo en relación con la lucha contra el racismo, el fortalecimiento de sus tradiciones, su participación política y la inclusión de sus pueblos en los planes de desarrollo.

En contraste, México apenas comenzó a identificar a la población afromexicana a partir de la realización de la Encuesta intercensal del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el 2015, y a pesar de que existen instituciones, organizaciones y acciones gubernamentales que han realizado esfuerzos por impulsar y promover el desarrollo de los pueblos y comunidades afrodescendientes del país, a nivel federal aún no se han propuesto políticas ni líneas de acción que tengan a este sector como su población objetivo.

En el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 (que en nuestro país es el documento rector del cual se derivan las prioridades nacionales, siendo así la principal referencia para la elaboración de cualquier política) ni siquiera se señala expresamente a la comunidad afromexicana, que queda reducida bajo la etiqueta otros grupos históricamente discriminados.

De esta manera, de poco sirve el reconocimiento constitucional que la afromexicanidad ha conseguido si no se logran aterrizar sus necesidades y rezagos en acciones concretas, mediante las cuales sus miembros consigan mejorar su vida cotidiana y hacer efectivos sus derechos.

México no tiene que perder más tiempo, y es una tarea impostergable comenzar a emprender políticas y programas. Y aunque estas labores deberían realizarse desde ahora, debemos estar conscientes de que tendrá que ser el próximo gobierno electo para el sexenio 2024-2030 quien abrace con mayor seriedad la encomienda de proponer las soluciones en beneficio de la comunidad afromexicana.

Con este horizonte en mente, a continuación, se elaborará una propuesta de programa presupuestario dirigido a la comunidad afromexicana, que se realizará con base en la Metodología de Marco Lógico (MML), una herramienta didáctica muy útil en la que se expone de manera sencilla los niveles estratégicos, programáticos y operativos del diseño de políticas públicas, incorporada por el gobierno de México a través de la Gestión para Resultados (GpR).

Si bien esta metodología no se va a desarrollar de manera exhaustiva, ya que, para su implementación se requiere que se cumplan algunos supuestos que en estos momentos no se presentan (como veremos más adelante), se abarcan todas las etapas de la MML. A su vez, se rescatan algunas propuestas de programas y políticas para la comunidad afromexicana realizadas por miembros del sector privado, la sociedad civil, organizaciones internacionales y representantes del mismo gobierno. Sin más preámbulo, vayamos al diagnóstico, mismo que incorpora los elementos mínimos establecidos por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).

¿Cuál es el problema central que enfrenta la comunidad afromexicana?

En México, se documenta la presencia de personas provenientes del continente africano a partir de las misiones españolas de exploración y conquista del territorio, a principios del siglo XVI. Tras la caída de México-Tenochtitlán, el principal centro político y económico de la región mesoamericana, en 1521 los españoles fundan la colonia de la Nueva España sobre las ruinas del antiguo imperio mexica, y como resultado de estos sucesos, la población autóctona disminuye dramáticamente.

Ante ello, los conquistadores españoles deciden traer esclavos, peones y sirvientes de África, con el propósito de sostener los procesos económicos coloniales y extraer las riquezas del territorio. El número de mano de obra esclavizada africana llegó a ser muy alto, y debido a los malos tratos a los que eran sometidos, se registraron muchos estallidos y rebeliones por parte de los esclavos, que en algunas ocasiones pusieron en graves aprietos a las autoridades novohispanas.

La génesis de la comunidad afromexicana se produce en estos años, dado que los esclavos y trabajadores que vinieron de África formaron parte de los procesos de mestizaje con el resto de los grupos étnicos y culturales de la Nueva España, que se presentaron durante toda la época colonial en todo el territorio. Como resultado de ello, la actual nación mexicana tiene un carácter multicultural.

Sin embargo, la multiculturalidad de nuestro país no había sido reconocida por parte del Estado mexicano, hasta hace muy poco. La independencia de México abolió la esclavitud en todo el territorio, pero no se reunieron las condiciones necesarias para impulsar una mejor calidad de vida para los afromexicanos, que pertenecían a un estrato y posición social bajo. Defender la soberanía nacional de las intervenciones extranjeras fue el objetivo primordial en la mayor parte del siglo XIX.

Fue hasta la época del Porfiriato cuando finalmente México pudo mantener una estabilidad política que le permitió avanzar en el progreso económico, pero regido bajo la lógica de un positivismo francés que despreció las manifestaciones culturales y sociales del “pueblo bajo”, entre los que se contaban los pueblos afrodescendientes.

La revolución mexicana fue un antes y un después para el país, donde las demandas e intereses de todas las clases sociales y grupos culturales se mezclaron en forma de alianzas y bandos antagónicos de forma explosiva.

Lo importante a destacar aquí es que el nuevo pacto político que surgió después de la revolución se basó en la premisa de que nuestra nación es el resultado de la amalgama o fusión de elementos españoles e indígenas, dejando fuera de la ecuación al resto de los grupos sociales, entre ellos, a los afromexicanos. En todas las manifestaciones sociales postrevolucionarias puede apreciarse lo anterior, como el muralismo, el sindicalismo y el nacionalismo revolucionario, principalmente, que derivó en un Estado de bienestar cuya máxima expresión fue durante el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas.

Desde entonces, a través de una serie de gobiernos emanados de un solo partido político – el Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecedente del actual Partido Revolucionario Institucional (PRI) – México accede a las bondades del desarrollo económico y de la modernidad, pero sin resolver de raíz los problemas sociales y de integración social de la comunidad afromexicana que se venían arrastrando del pasado.

Las alternancias políticas que se han venido dando a partir del siglo XXI poco han hecho para revertir su situación, y la llegada a nuestro país de migrantes afrodescendientes de Centroamérica, el Caribe, Sudamérica, e incluso de África, agregan mayor diversidad cultural a la comunidad afrodescendiente del país.

De acuerdo con los últimos datos obtenidos a través del Censo de Población y Vivienda 2020 por parte del INEGI, en México había 2,576,213 personas que se reconocían como afrodescendientes, de los cuales, el 50.4% son mujeres, y el 49.6%, hombres. No obstante, con toda seguridad el número es mucho mayor, dado que los procesos de mestizaje han diluido los rasgos afros en gran parte de la población mexicana.

A pesar de ello, tomaremos este dato como cierto, debido a que concentra a aquellos individuos que se perciben a sí mismos como afrodescendientes debido a sus rasgos físicos, cultura y tradiciones, en contraposición con el resto de los mexicanos que no se identifican bajo esta denominación.

Como podemos apreciar a continuación, los afromexicanos se encuentran dispersos en todo el territorio nacional, pero son los Estados de Guerrero y Oaxaca donde se concentra la mayor proporción de ellos (en específico, en la costa chica que abarca estos Estados). También existen poblaciones importantes en algunas regiones de Veracruz, Puebla, Chiapas y Michoacán.

MAPA. Porcentaje de la población afromexicana por Entidad Federativa. Elaborado con datos del Censo de Población y Vivienda 2020, Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Elaborada con datos del Censo de Población y Vivienda 2020, Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

A nivel municipal, éstos son los diez municipios en los cuales hay un mayor porcentaje de afromexicanos en comparación con otros grupos étnicos y raciales.

No obstante, aquellos pueblos están lejos de concentrar a la mayor parte de los afrodescendientes del país. En general, éstos tienen mayor presencia en los municipios y alcaldías más poblados del país (Ecatepec de Morelos e Iztapalapa), en la ciudad de Guadalajara y su área metropolitana, en las ciudades fronterizas norteñas más importantes, así como en el puerto de Acapulco, centro urbano más cercano a la costa chica.

A diferencia de otras comunidades afrodescendientes de Latinoamérica, la mexicana no es tan numerosa, ni en tamaño ni en proporción. Sin embargo, comparte muchas similitudes con todas ellas, sobre todo en cuanto a su lucha contra todas las formas de discriminación y racismo.

No obstante, si analizamos con detalle las zonas en las que se encuentran concentrados, encontramos algunas hipótesis sobre sus principales problemas y retos: que los afrodescendientes o sus ancestros no encontraron oportunidades educativas y laborales para elevar su bienestar y desarrollo oficial, que encuentran dificultades para insertarse en determinadas comunidades, y por lo mismo, son más propensos a cambiar de residencia en comparación con otros grupos étnicos y raciales de la república.  

A falta de estadísticas oficiales, no se podía demostrar cuáles eran las dificultades y retos particulares a los que se enfrentaba la comunidad afromexicana, pero ahora que ya se tienen, y con el apoyo de otros ejercicios estadísticos, podemos acercarnos con mayor profundidad en este aspecto.

Con base en estimaciones propias realizadas con datos del INEGI y del CONEVAL, las comunidades con mayor proporción de población afromexicana son casi dos veces más pobres que aquellas donde esta proporción es menor. Si bien el porcentaje de mexicanos en pobreza ha disminuido en los últimos diez años, la brecha de pobreza racial sigue siendo preocupante.

Llama la atención que los niveles de pobreza en los municipios donde no existe población afrodescendiente son todavía mayores que las poblaciones afromexicanas, pero el motivo de ello es que en muchos de aquellos municipios son exclusivamente indígenas, que también han sido discriminados y relegados de los procesos de desarrollo nacional. De igual manera, se observa mayor pobreza en comunidades afrodescendientes rurales que en poblaciones urbanas, lo cual explica las migraciones internas.

Estos datos son consistentes con aquellos que se obtuvieron para determinar la pobreza extrema en comunidades afromexicanas, donde se encontró que el 24% de la población que vive en municipios mayormente afrodescendientes se encontraba en pobreza extrema, aunque esta proporción ha disminuido en un tercio en los últimos diez años.

Para complementar la situación de pobreza de la comunidad afromexicana, en la gráfica que se muestra a continuación se ilustra que más de tres cuartas partes de los afromexicanos identifican como su estrato económico como bajo o medio bajo, lo cual confirma que estamos hablando de un grupo sumamente vulnerable.

Elaborada con datos del Censo de Población y Vivienda 2020, Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Ahora, observemos el estado de las carencias sociales entre la población afromexicana. En su metodología para medir la pobreza multidimensional en México, el CONEVAL, además de los ingresos monetarios, considera las siguientes carencias sociales: rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a los servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación nutritiva y de calidad.

Con base en los últimos datos disponibles, en la siguiente gráfica vemos que las poblaciones afrodescendientes enfrentan, en promedio, 3 carencias sociales de las anteriormente señaladas, mismas que les impiden su pleno bienestar y desarrollo social. A medida que las poblaciones tienen menor proporción de población afrodescendiente, el número promedio de carencias disminuye.

Si desagregamos los datos por carencia, vemos que las comunidades afrodescendientes presentan mayores rezagos en la calidad de los espacios de las viviendas, los servicios básicos dentro de las mismas, y el acceso a una buena alimentación, además de la seguridad social, que es grande en todos los grupos poblacionales del país.

El rezago social y educativo en este sector es mayor al de la media nacional. En 6.9% de los afrodescendientes se registra analfabetismo, mientras que en el país es de 5.5%. En un estudio realizado por la Secretaría de la Función Pública sobre la participación de personas afrodescendientes en la Administración Pública Federal (APF), se halló que el mayor reto para un afrodescendiente para conseguir un buen empleo (independientemente si es o no dentro de la APF), es el acceso a una buena educación formal.

A muchos se les niega el acceso a derechos básicos o son forzados a trabajar en “sectores exclusivos” para su grupo demográfico, como los labores del campo, cuidado de animales, elaboración de queso, entre otros. Entre las múltiples barreras que tienen que superar son las dificultades académicas, la brecha geográfica, la baja calidad educativa, las oportunidades limitadas y factores discriminatorios.

Solo 66.5% de los afrodescendientes en México tiene agua entubada, mientras 74.1% del resto de los mexicanos cuenta con este servicio. Sin duda, son preocupantes las disparidades que existen en materia de vivienda, lo cual refleja la poca inversión en infraestructura social que prevalece en los pueblos afrodescendientes de México, cuyas carencias son dos veces más grandes en comparación con el resto del país.

Otro asunto que también debe ser motivo de alarma es el acceso a una alimentación nutritiva. El 48% de la población de los municipios con mayor población afrodescendiente sufre carencia en este vital aspecto, mientras que la proporción en municipios con menos del 30% de población afromexicana es de 22%. Por ello, es importante que los esfuerzos por combatir el hambre y promover una alimentación sana deben ser mayores en poblaciones con población afrodescendiente.

A través del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional (MMSI), el INEGI aplicó una una escala cromática, utilizada en el Proyecto sobre Etnicidad y Raza en América Latina (PERLA, por sus siglas en inglés), que clasifica la piel en 11 tonalidades con el propósito de que el propio entrevistado(a) identificara su color.

De las personas que se autoclasificaron en las tonalidades de piel más clara, solo 10% no cuenta con algún nivel de escolaridad, mientras que la cifra se eleva a 20.2% para las personas que se autoclasificaron en las tonalidades de piel más oscuras.

A su vez, para las tonalidades de piel más oscura se percibe en menor proporción (48.6%) una mejora en su situación socioeconómica, en comparación con la tonalidad de piel más clara (52.2 por ciento), y cuando los tonos de piel se vuelven más claros, los porcentajes de ocupados en actividades de media y alta calificación se incrementan.

Otro hallazgo importante fue la ausencia de afromexicanos en cargos públicos con alto grado de responsabilidad dentro del gobierno, lo cual ha sido la tónica durante muchos años. Actualmente solo hay una senadora afrodescendiente, María Celeste Sánchez Sugía, del partido gobernante, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Aunque el Instituto Nacional Electoral (INE) determinó que al menos el 1% de las candidaturas deben ser para afrodescendientes (en paridad con su representatividad de la población total del país), los partidos políticos los colocan en localidades donde tienen pocas posibilidades de triunfo, por lo cual tienen pocas probabilidades de ocupar un cargo de representación popular.

A pesar de sus buenas intenciones, esta medida ha resultado ineficaz, y no sustituye a la educación y formación previa que la comunidad afrodescendiente debe adquirir para hacer frente a los problemas que los aquejan como comunidad. Esto puntualiza que no basta que los aspirantes a ocupar cargos públicos sean afrodescendientes, sino que tengan una agenda específica y realicen trabajo social en pro de la comunidad afromexicana.

En este sentido, el escritor y periodista de Cuajinicuilapa, Guerrero, Eduardo Añorve Zapata dice que no hay discriminación cuando hay poder económico, incluso si se trata de una persona afromexicana. Sin embargo, gran parte de esas personas no se adscriben como afrodescendientes, y obedecen más los estatutos establecidos por sus partidos políticos de acuerdo con sus intereses.

Lo más grave del asunto – como ya se expuso – es que a nivel federal no existen intervenciones públicas focalizadas en los pueblos y comunidades afrodescendientes. Únicamente el programa para el bienestar integral de los pueblos indígenas, a cargo del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas y sujeto a reglas de operación, incluye en sus objetivos y apoyos a las personas afromexicanas, pero de una manera tibia, y sin un hilo conductor claro. Además, este programa ha sido evaluado con un desempeño bajo, sobre todo porque no ha tenido los resultados esperados.

Con base en todo lo anterior, así como en la MML, el problema central al que se enfrenta la comunidad afromexicana, y que sería objeto de intervención, es el siguiente:

Los pueblos y comunidades afromexicanas se encuentran excluidos de los procesos de desarrollo nacional

Las causas que originan el problema son, fundamentalmente, las siguientes:

  1. Baja y desatinada inclusión de las demandas y necesidades de las comunidades y pueblos afromexicanos en los planes de desarrollo.
  2. Desconocimiento sobre la historia y características de los pueblos y comunidades afrodescendientes del país.
  3. Pocas oportunidades para hacer efectivos los derechos económicos y sociales de las y los afromexicanos

Árbol del problema.

El Árbol del problema del programa presupuestario propuesto, en donde se ilustra el problema principal, sus causas y efectos, se presenta en la siguiente imagen:

Árbol de objetivos.

Los objetivos del programa fueron identificados mediante acciones que contemplan la solución de las causas del problema principal, y con base en él se identificaron los fines a los que el programa puede contribuir y los medios para lograrlos.

Para llevar a cabo dichos objetivos, el programa plantea tres estrategias, mismas que se encuentran delineadas por el Decenio Internacional para los afrodescendientes 2015-2024, que son los siguientes:

  1. Justicia.
  2. Reconocimiento.
  3. Desarrollo.

De lo anterior, se desprenden los siguientes objetivos:

Objetivo general:

Las personas afromexicanas se insertan en los procesos de desarrollo nacional.

Objetivos específicos:

  1. Identificar las principales demandas y necesidades de las comunidades y pueblos afromexicanos.
  2. Ampliar nuestro conocimiento de la historia y características de los pueblos y comunidades afrodescendientes del país.
  3. Brindar más y mejores oportunidades para hacer efectivos los derechos económicos y sociales de las y los afromexicanos.

Aportación del programa al Plan Nacional de Desarrollo.

Este programa contribuirá de manera directa al logro de los objetivos del Eje 2 del Plan Nacional de Desarrollo denominado Política social, bajo la estrategia de impulsar la integración y el desarrollo de los grupos minoritarios del país (en nuestro caso, la comunidad afrodescendiente), al procurar su desarrollo mediante acciones que los empoderen y les permitan afrontar los obstáculos que se les presentan de una mejor manera.

A su vez, este programa contribuirá al logro del objetivo 4 del Programa Sectorial del Bienestar 2020-2024 : “Reducir las brechas de desigualdad socioeconómica que enfrentan los grupos poblacionales históricamente excluidos”. De manera específica, la contribución a dicho objetivo se llevaría a cabo a través de las líneas de acción que conforman la estrategia 4.5: “Impulsar actividades productivas con pertinencia cultural en las comunidades indígenas y afromexicanas, para incrementar sus ingresos y detonar su bienestar”.

Acción puntual
4.5.1 Contribuir al bienestar social de las personas que habitan en municipios con presencia indígena y afromexicana mediante el desarrollo de proyectos comunitarios, productivos y programas sociales adecuados culturalmente y en su lengua.
4.5.2 Garantizar que se consideren las condiciones y necesidades de las mujeres indígenas y afromexicanas en la atención de los programas sociales.
4.5.3 Proveer apoyos a las y los artesanos pertenecientes a comunidades indígenas y afromexicanas para desarrollar su capacidad productiva.
4.5.4 Impulsar la incorporación de intérpretes en lenguas originarias en los programas sociales.
4.5.5 Incidir en municipios y alcaldías con presencia indígena y afromexicana para que desarrollen sus proyectos comunitarios y productivos, con un enfoque de economía social y solidaria, intercultural y en su lengua, permitiéndoles mejorar sus ingresos.
4.5.6 Propiciar procesos sociales a través de los proyectos comunitarios, productivos y programas sociales que refuercen el sentido de pertenencia, identidad y valoración del patrimonio biocultural.
4.5.7 Propiciar procesos autogestivos dentro de comunidades indígenas y afromexicanas, de manera preferente a mujeres indígenas y afromexicanas.
4.5.8 Potencializar el diálogo intercultural para construir procesos de economía plural en las comunidades indígenas y afromexicanos de acuerdo a sus derechos, cultura y sistemas de conocimientos.
Refrencia: Programa Sectorial del Bienestar 2020-2024.

En cuanto al programa institucional al que estaría vinculado, sería necesaria una reforma al Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, mismo que, aunque también es competente en los asuntos que conciernen a los pueblos afromexicanos, tiene que incluir en su nombre a los pueblos afromexicanos, y sobre todo, modificar su estructura y Junta de Gobierno para incluir un área donde se aborde, de manera específica, los asuntos afromexicanos.

Si bien se requieren políticas públicas específicas para la comunidad afromexicana, no resulta conveniente crear una institución exclusiva para ellos, debido a restricciones presupuestarias, costos burocráticos innecesarios, y que gran parte de los afromexicanos, también son indígenas o hablan una lengua indígena.

Cobertura.

El programa tendría una cobertura a nivel nacional, y buscaría el bienestar y desarrollo integral de todas las personas y poblaciones afromexicanas, es decir, las 2,576,213 personas que se denominan a sí mismas como afrodescendientes de acuerdo a su cultura y tradiciones.

Sin embargo, es necesario realizar unas precisiones antes de definir de manera clara la población objetivo del programa. Si bien se reconoce que los afromexicanos conforman un pueblo culturalmente diferenciado, no se puede afirmar que se trata de una unidad homogénea. En realidad, no podemos hablar de un pueblo afromexicano, sino de pueblos afromexicanos, que a lo largo del tiempo se han ido sumando afrodescendientes de diversas partes del mundo, y no sólo directamente de África, aunque al final todos ellos comparten un mismo origen en este continente.

El programa para el bienestar integral de los pueblos indígenas define a la población afromexicana, en palabras textuales, de la siguiente manera:

Se entenderá por comunidades afromexicanas, aquellas que descienden de la población africana asentada en territorio nacional desde la época colonial y que forman una unidad social, económica y cultural; que ha desarrollado formas propias de organización social, económica, política y cultural; y que poseen aspiraciones comunes y afirman libremente su existencia como pueblo culturalmente diferenciado. La conciencia de su identidad será fundamental para determinar su identidad o pertenencia a un pueblo afromexicano.”  

Como vemos, este programa percibe a las comunidades afromexicanas como una sola unidad, sin considerar las especificidades entre cada una de ellas. Esto es, al mismo tiempo, un error y una contradicción, dado que por un lado se afirma que poseen aspiraciones comunes, pero al mismo tiempo, combinan las intervenciones de política pública con las de las comunidades indígenas del país.

Por el contrario, lo que requieren las comunidades afrodescendientes son políticas públicas específicas para ellos, a pesar de que conforman un grupo heterogéneo en todo el país, porque así lo han demandado los miembros de esta comunidad. Sin embargo, aquí surge una interrogante clave: ¿Cómo podemos definir quién es afrodescendiente y quién no, y por lo tanto, quién es sujeto de ser beneficiario de este programa?

Éste es un tema complejo, debido a que estamos hablando de una cuestión de identidad. Al respecto, muchos académicos, científicos, políticos, antropólogos y sociólogos han tratado de responder a esta pregunta, y en el proceso se han construido muchas etiquetas para definirlos: afromexicano, afrodescendiente, moreno, mulato, negro, tercera raíz, etc. El tema está aún en debate, y a la fecha no existe consenso sobre la materia.

En la normatividad internacional, en la Conferencia mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, celebrada en Durban, Sudáfrica en el 2001, se define como afrodescendiente a aquella persona de origen africano que vive en las Américas y en todas zonas de la diáspora africana por consecuencia de la esclavitud, habiéndoseles denegado históricamente el ejercicio de sus derechos fundamentales.

Bajo esta definición, el número de afrodescendientes sería mucho mayor al registrado. Por lo tanto, es necesario recurrir a criterios identitarios y geográficos para definir a la población objetivo, que se circunscribe a las comunidades, pueblos, poblaciones y municipios donde existen más personas que se autorreconocen como afromexicanos, afrodescendientes, negros, mulatos o cualquier otra categoría que los identifique como tales. De esta manera, el idioma, la vestimenta, la manera de hablar, y ni siquiera el color de piel son criterios que nos permitan afirmar si alguien forma parte o no de la comunidad afromexicana.

Basta con que una persona se defina como afrodescendiente, y viva en un municipio donde habitan al menos 5,000 personas que se definan de la misma forma, o que el 15% o más de su población total también sea afromexicana. Esta fue la forma en que se calculó la población objetivo del programa, y de esta manera, se abarcarían 159 municipios de 29 de las 32 Entidades Federativas del país, dando un total de 1,605,934 afromexicanos.

Alternativas de solución y diseño del programa.

Para que la población afromexicana resuelva sus problemas, y pueda aportar con su experiencia y conocimientos, se han identificado diversas alternativas de solución, alineados a los tres ejes de promoción previamente identificados: justicia, reconocimiento y desarrollo.

Se propone la apertura de espacios físicos y virtuales en los cuales los miembros de la comunidad afromexicana puedan ser escuchados y puedan emitir sus denuncias en materia de discriminación y racismo, y que éstos puedan convertirse en las principales plataformas que detonen una mayor participación social y política de las y los afromexicanos, y alcancen la justicia social que tanto necesitan.

Se esperaría que esos espacios se conviertan en un trampolín para el empoderamiento social y político de los afrodescendientes del país, y que adquieran las herramientas, habilidades y aptitudes necesarias para contribuir al progreso de sus pueblos, proponiendo soluciones específicas y adecuadas a su entorno y cultura. A su vez, también se espera la conformación de colectivos afros y Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) que participen de manera activa en la vida política del país.

Para impulsar la promoción de los pueblos y comunidades afromexicanas, resulta fundamental la modificación de los planes de estudio en todos los niveles educativos (sobre todo en educación básica), con el propósito de visibilizar la historia, cultura y tradiciones de los pueblos afromexicanos, una tarea necesaria después de siglos ignorando o negando su existencia. A su vez, resulta indicado impulsar cursos y capacitaciones sobre los elementos constitutivos de la comunidad afromexicana para ampliar nuestro conocimiento sobre ella.

Una acción que detonaría un mayor interés en las culturas afromexicanas sería la realización de festivales de la afromexicanidad, donde a través de distintas expresiones culturales, como la música, el baile, la artesanía, entre otras, se puedan atraer visitantes y desarrollo para sus pueblos. Al respecto, también resultaría un acierto incluir en la lista de pueblos mágicos de México al menos a tres poblaciones con mayoría de población afromexicana, lo cual puede tener un gran impacto económico y atraer inversiones, infraestructura y prosperidad.

En cuanto al desarrollo integral de las comunidades afromexicanas, los tres niveles de gobierno, las distintas dependencias de la APF, las OSC y el sector privado deben trabajar en conjunto para atacar las carencias sociales que aquejan a la población afromexicana. Al respecto, se deben realizar esfuerzos para dar atención especial a las comunidades afromexicanas dentro de los programas sociales prioritarios impulsados por el Estado mexicano.

Además, la población afromexicana debe tener acceso a apoyos específicos, en especial aquellos relacionados con la construcción y remodelación de viviendas y escuelas, así como acceso a apoyos monetarios para impulsar proyectos productivos que benefician a sus comunidades (previamente seleccionados y aprobados) y acceso a créditos preferenciales.

Alternativas de solución propuestas.

Modalidad del programa.

Dada su naturaleza, población objetivo y objetivos, lo más conveniente es que este programa tuviera una modalidad de tipo U: Otros subsidios (Sector Social y Privado o Entidades Federativas y Municipios), mismo que sería complementario con el programa S249 – Programa para el Bienestar Integral de los Pueblos Indígenas.

Un nombre adecuado para este programa sería: Programa de apoyos para el desarrollo y bienestar integral de los pueblos y personas afromexicanas.

Matriz de Indicadores para Resultados (MIR).

Como todo programa presupuestario, éste debe tener una MIR para dar seguimiento y evaluación a los resultados obtenidos por el programa.

NivelResumen narrativoIndicadoresMedios de verificación
FinContribuir a la reducción de las brechas de desigualdad socioeconómica que enfrentan los grupos, comunidades y pueblos afromexicanos– Tasa de variación de la población afromexicana en situación de pobreza.CONEVAL.
INEGI.
PropósitoLas personas afromexicanas se insertan en los procesos de desarrollo nacional– Índice de satisfacción de la población afromexicana con su situación actual.
– Porcentaje de municipios afromexicanos atendidos por el programa.
– Porcentaje de la población afromexicana con dos o más carencias sociales.
Encuesta de satisfacción. CONEVAL.
INEGI.
Padrón de beneficiarios.
Componentes1. Espacios para el fomento de la participación política y social de las y los afromexicanos construidos– Tasa de crecimiento de las solicitudes de atención a través de los distintos canales de comunicación.
– Porcentaje de municipios afromexicanos con espacios comunitarios.
INEGI.
Registros administrativos.
2. Acciones para el fomento de las culturas afromexicanas brindadas– Porcentaje de personas que han tomado cursos o capacitaciones sobre las comunidades, pueblos y culturas afromexicanas.
– Tasa de crecimiento del número de asistentes a los festivales de afromexicanidad realizados.
– Porcentaje de solicitudes de modificación de contenidos en los libros de texto y planes de estudio de educación básica.
Registros administrativos.
3. Apoyos para el ejercicio de los derechos y el desarrollo integral de las y los afromexicanos entregados– Tasa de crecimiento de beneficiarios afrodescendientes a los programas sociales prioritarios del gobierno federal.
– Porcentaje de obras de construcción de infraestructura de servicios básicos concluidas en municipios afromexicanos.
– Porcentaje de viviendas y escuelas concluidas o remodeladas en municipios afromexicanos.
– Porcentaje de acciones para el acceso a crédito y apoyo a proyectos productivos entregados en comunidades afromexicanas.
INEGI Estadísticas de la Secretaría del Bienestar. Registros administrativos.  
Actividades1. Promoción de acciones del programa– Porcentaje de promocionales en medios de comunicación masivos y redes socialesMedios audiovisuales. Publicaciones en redes sociales.
2. Dictaminación de proyectos– Porcentaje de convenios firmados con Estados y Municipios.
– Porcentaje de convenios firmados con dependencias de la APF
– Porcentaje de convenios firmados con OSC.
Convenios.
3. Seguimiento a los proyectos aprobados– Porcentaje de acciones de seguimiento realizadas a los proyectos productivos apoyados por el programa.
– Porcentaje de avance físico de ejecución de obras de construcción de infraestructura de servicios básicos al trimestre.
– Porcentaje de avance físico de ejecución de obras de construcción o remodelación de viviendas y escuelas al trimestre.
Reportes.
Acciones realizadas. Registros administrativos.
Elaboración propia.

Impacto presupuestario y fuentes de financiamiento.

Este programa necesitará recursos públicos para poder operar, y tendrá que ser sometido a las etapas del ciclo fiscal y presupuestario que se lleva a cabo en México para otorgar los recursos que requiere para su operación, de acuerdo con la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación.

Solo la finalidad de tener una referencia más o menos precisa del dinero que requerirá esta propuesta de programa, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda y crédito público, el programa para el bienestar integral de los pueblos indígenas tiene asignado un presupuesto de $1,087,898,396, por lo cual un programa exclusivo para las comunidades afrodescendientes absorbería parte de esos recursos, siendo éste su límite máximo.

En todo caso, el presupuesto asignado dependerá de factores políticos y de negociación, en función de los objetivos y prioridades del gobierno, que si realmente está comprometido con el desarrollo integral de los pueblos y comunidades afrodescendientes del país, y que éstos sean partícipes en los procesos de desarrollo nacional, no debería poner trabas para la asignación de los recursos suficientes para alcanzar el objetivo.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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