El grano de Quetzalcóatl que se apoderó de las tierras de Ghana y Costa de Marfil

Imagen de Jeser Andrade Arango en Pixabay

El cacao es un producto agrícola originario de las tierras mesoamericanas, pero del cual África es actualmente el principal productor mundial. A continuación se describe la enorme importancia que tiene este grano en la región de África Occidental, principalmente en Ghana y Costa de Marfil, así como el impacto de los cultivos en sus economías y comunidades locales.

Cuenta una leyenda tolteca que Quetzalcóatl robó del paraíso de los dioses el grano del cacao porque quería que los habitantes de Tula se alimentaran de él para ser mejores sabios, artistas, arquitectos y artesanos. Este relato resalta el gran valor que tenía el cacao dentro de las sociedades y culturas mesoamericanas.

Cultivo originario de la región maya, el cacao era un símbolo de riqueza. Su consumo era reservado para quienes ostentaban altos puestos en la nobleza y el sacerdocio, y era utilizado en diversos ritos religiosos. En la Gran Tenochtitlán fue utilizado como moneda.

Muchos pueblos tributaban a los mexicas grandes cantidades de cacao, pero no como moneda, sino como producto, pero en México se reservaba como equivalencia de valor. Pese a ello, los historiadores creen que era solamente útil para adquirir artículos de menudeo y comestibles de primera necesidad. Se calcula que Moctezuma llegó a acumular una fortuna de 100 millones de almendras de cacao, y los españoles, a su llegada, encontraron grandes cantidades de este fruto almacenadas en el Palacio de Axayácatl. Todavía a fines del siglo XIX la semilla del cacao seguía utilizándose en las transacciones económicas en algunos pueblos del sureste de México.

Esos tiempos ya han quedado atrás, sin embargo, el cacao y el chocolate, su principal alimento, mantienen su gran valor en la época actual. Los españoles fueron los encargados de dar a conocer al mundo esta extraordinaria semilla, y rápidamente fue del agrado de muchos al adquirir muchas formas y variedades, como la creación de la barra de chocolate y su presentación en polvo. Las civilizaciones prehispánicas solo lo consumían como bebida.

Estas innovaciones, logradas en el siglo XIX, permitieron su comercialización a gran escala y la fundación de las primeras compañías del ramo, entre las que se cuentan algunas que hoy son muy importantes, como Nestlé, Mars, Lindt, Hershey, Mendelez y Ferrero.

Por sus características físicas y genéticas, la planta del cacao se desarrolla en clima tropical y bajo condiciones húmedas y lluviosas, entre los 22 y 30 grados centígrados. Por reunir todos estos requisitos, el Occidente de África se convirtió en el hogar principal del cacao, concretamente en Ghana y Costa de Marfil, quienes actualmente concentran, tal como se puede apreciar en la siguiente gráfica, alrededor del 60% de la producción del grano de origen maya. Irónicamente, México ya no aparece dentro de los diez principales productores.

Elaborada con datos de Statista.
Elaborada con datos de Statista .

Poco a poco África fue desplazando a Latinoamérica como principal productor de cacao. El primer destino de este grano en el continente fue la pequeña nación insular de Santo Tomé y Príncipe, que se ubica frente a las costas de África Central, y cuya introducción se debió a los portugueses. A comienzos del siglo XX estas islas llegaron a ser el primer productor mundial de cacao, pero debido a las condiciones brutales de esclavitud laboral en las plantaciones, los británicos buscaron otros sitios donde cultivar el grano, y los elegidos fueron la Costa de Oro (hoy Ghana) y la Costa de Marfil.

En ambos países este cultivo es clave para sus economías. En el caso de Costa de Marfil representa el 10% de su PIB, y en su cadena de producción genera 8 millones de empleos, que representa poco más de un tercio de su población, mientras que para Ghana el cacao representa el 30% de sus exportaciones totales.

El mercado mundial del chocolate tiene un valor de alrededor de $100 mil millones de dólares, de los cuales, solo $6 mil millones se llevan productores de cacao. Esta situación se debe a que la participación de los países africanos en la cadena de valor del chocolate es muy marginal. Prácticamente todo el cacao que producen se procesa en fábricas europeas o chinas.

Con el propósito de revertir la balanza en favor de los productores y mejorar los términos de intercambio, en junio de este año Ghana y Costa de Marfil llegaron a un acuerdo en conjunto en donde anunciaron que no venderán su fruto a un precio no menor a $4 mil 600 dólares por tonelada, a lo que llamaron como una decisión histórica para pagar mejor a los agricultores, y que los compradores ya no determinaran más el precio del grano. Acto seguido, ambas naciones suspendieron la venta de las cosechas de 2020/2021 para preparar el establecimiento de este precio mínimo. Apenas un mes después restablecieron su venta cuando los principales actores involucrados en el negocio chocolatero aceptaron las condiciones de los africanos.

Este intento de Ghana y Costa de Marfil en crear esta especie de “OPEP del cacao” marca un precedente importante para actuar en caso de que se presente alguna situación similar, y envían un mensaje al mundo de que África está dispuesta a unirse para lograr sus objetivos. La estrategia a largo plazo consiste en que ellos mismos desarrollen sus propias industrias, abarcando todas las etapas de la economía cacaotera, desde su producción hasta su consumo.

Sin embargo, estos países están jugando con fuego, y fácilmente pueden salir quemados. Por supuesto que esta acción tiene su lado positivo, pero no servirá de mucho si estos países no invierten en la generación de mayor valor en sus productos y si estos ingresos no se traducen en el punto de partida para la creación de otros sectores mucho más importantes para detonar su desarrollo económico.

Ghana espera procesar localmente al menos el 50% de su cacao, mientras que sus vecinos marfileños apenas en 2015 inauguraron su primer fábrica de chocolate. Con todo y los beneficios que podrían obtener, el precio mínimo favorece el clientelismo y la corrupción de los gobiernos, que acumulan gran parte de los beneficios. Es por tanto, indispensable que los gobiernos logren distribuir de forma eficiente los ingresos y detonar el desarrollo económico y social.

Además, a diferencia del petróleo, el chocolate, por su naturaleza, cuenta con varios productos que pueden ser catalogados como sustitutos, como lo son el café y el té. Ante un aumento en los precios del cacao, no resulta tan errado pensar que los consumidores se inclinarán hacia éstos u otros productos similares en vez del chocolate. Este aspecto es algo que los ghaneses y los marfileños deberían tener muy en cuenta, porque las medidas que fueron creadas para ayudarles podrían ser contraproducentes.

Al respecto, los precios internacionales del cacao se mantenían bajos hasta antes de ese anuncio, debido a una sobreproducción y la caída en el consumo de chocolate a nivel mundial, generado por la desaceleración económica de los países en desarrollo y por ser el chocolate una víctima indirecta en el combate contra el consumo de azúcar, reportando caídas en las ventas de golosinas y snacks. Todos estos factores generan fuertes desequilibrios en la oferta y la demanda del cacao.

La tendencia en el precio del cacao en los mercados internacionales se mantiene en un nivel relativamente alto, pero en cualquier momento pueden sufrir otra prolongada caída. Es claro que ni Ghana ni Costa de Marfil se deben fiar únicamente en este sector. Como decía José Martí, “el pueblo que confía su subsistencia a un solo producto, se suicida”.

Finalmente, las plantaciones de cacao destinadas para la exportación en estos países tienen poca conexión con las economías locales y los productos agrícolas originarios de esas tierras, pero representa, al mismo tiempo, la principal fuente de ingresos para muchos de ellos. Aunque los trabajadores que dedican su trabajo al cacao tienen en promedio 50 años, hay lugares donde trabajan niños en condiciones de sobreexplotación, y son mal remunerados. El número de infantes que laboran en este tipo de plantaciones se calcula en 300 mil.

De este modo, el elíxir de los dioses prehispánicos se ha convertido en un suplicio para aquellos que producen el cacao en esta región. La promesa de Quetzalcóatl de que el cacao mejora las cualidades de los hombres no se cumple en África, pero no por el grano en sí mismo, sino por el modo en que es manipulado, procesado y negociado por los principales actores de la industria chocolatera. Resulta interesante cómo es que el cacao, de origen mexicano, se ha vuelto tan importante para Ghana y Costa de Marfil, quienes están dispuestos a seguir apostando por este sector, aunque de manera diferente a como se había hecho. De ellos dependerá si el cacao se convertirá en un instrumento de dominación o en uno de liberación.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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