El carnaval de Angola

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Vista actual de la ciudad de Luanda, la capital de Angola. Fotografía: Wikimedia Commons

Angola es uno de los países africanos que están ganando mayor protagonismo en la escena mundial y africana. Después de años y años enfrascados en una sangrienta guerra civil, los angoleños buscan reparar la imagen de su país a través de diversas formas, entre las que destaca la difusión y promoción de su carnaval.

El carnaval es una de las expresiones artísticas más pintorescas y alegres que existen en el mundo. A pesar de que el carnaval de Rio de Janeiro, Brasil, es el más famoso de su tipo, otras ciudades del mundo también organizan estos eventos. En México, por ejemplo, destacan los carnavales de Veracruz y Mazatlán, donde en cada uno de ellos se ven reflejadas las tradiciones locales y estilos musicales de estas regiones del país.

África no escapa a la realización de carnavales, pero para comprender mejor sus características particulares dentro del continente, así como el inicio del carnaval en Angola, comencemos con un dar un breve repaso al propio origen de esta peculiar expresión cultural.

El carnaval, una fiesta de carácter sincrético.

Los orígenes del carnaval datan de épocas muy remotas. Hay historiadores que señalan que en la antigua civilización sumeria, hace 5,000 años, ya se celebraban carnavales, o al menos algo similar. No obstante, fue en las civilizaciones mediterráneas donde adquirió mayor importancia y sentido. En la antigua Roma estas celebraciones se realizaban en honor a Baco, el Dios romano del caos, la fiesta y el vino, por lo que había una clara tendencia a los excesos y los desmanes. Con el fin de ocultar la identidad de todo aquel que participaba en estos actos, se utilizaban disfraces y máscaras.

Con la penetración del cristianismo en todo el Imperio Romano, el carnaval adquirió un nuevo significado, trasladándose la fecha de su celebración en los días previos al inicio de la cuaresma y al miércoles de ceniza. A lo largo de este periodo los cristianos deben guardar ayuno y abstinencia por 40 días, por lo que el carnaval se prestaba para disfrutar de los placeres de la vida antes de llevar a cabo las obligaciones religiosas. De ahí que la palabra carnaval provenga de la palabra latina carne-levare (abandonar o quitar la carne).

La introducción del carnaval en África.

Durante la Edad Media Europea el carnaval se propagó junto con el catolicismo, y tras las conquistas de ultramar, los españoles y portugueses lo llevaron a sus dominios americanos y africanos. En cada una de las regiones, el carnaval se nutrió de las expresiones culturales locales, lo que provocó el surgimiento de múltiples y variados “géneros de carnavales”, pero todos con el denominador común de la música, los bailes, los disfraces y las máscaras.

Los nuevos tipos de carnavales tuvieron mejor arraigo en las regiones católicas y, a pesar de que no es reconocido por la Iglesia como una celebración especial, los carnavales han sido tolerados desde un inicio en las colonias españolas y portuguesas. Por ello, no es casualidad de que los países africanos lusófonos (Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique y Angola) son las sedes principales de casi todos los carnavales que se celebran en suelo africano.

A pesar de que para muchos expertos el carnaval de Mindelo, en Cabo Verde, es el más famoso y espectacular de todo el continente, el de Luanda, Angola, es el que tiene mayor crecimiento y a lo largo del tiempo ha tenido una evolución muy interesante, que lo convierte en uno de los más interesantes de abordar y estudiar.

La esencia carnavalesca de Angola.

Los primeros pobladores del territorio que hoy es Angola que adoptaron el carnaval fueron los pueblos de los N´Zombo y los N´Zaus, ubicados en los márgenes del río Zaire, al Norte del país, y con las expansiones mercantiles se fue expandiendo hacia las regiones del Sur.

En un lugar llamado Semba, los africanos introdujeron al carnaval la danza ritual Kazukuta, en la que se oraba e invocaba a los espíritus de los antepasados. Aquí es preciso recalcar que, durante los años de la trata esclavista, el virreinato brasileño ejerció una fuerte influencia sobre las posesiones portuguesas en África, incluso más que la misma Portugal, y administró sus destinos económicos, políticos y religiosos, por lo que se dio un gran intercambio cultural entre Angola y Brasil. En este marco, la “semba fue traída a Brasil por los esclavos negros, y tomó en tierras americanas el nombre de “Samba”, hoy por hoy el elemento más representativo del carnaval de Rio.

Por supuesto que los angoleños no quisieron quedarse atrás, y con el paso de los años han podido organizar un carnaval que no le envidia nada a nadie. En un principio era un festival espontáneo, organizado por los vecinos de los barrios de Luanda. Como parte su sello particular, se comenzaron a utilizar máscaras de color azul, representativas de la cultura bantú, de la que se origina el país, así como los adornos de cintas y ramos, que trataban de imitar a los emigrantes de piel blanca.  

Conforme avanzó el siglo XX el carnaval fue creciendo en participantes, espectáculos y coreografías, y ya en los años previos a la independencia se convirtió en una celebración de carácter nacional. Sin embargo, fueron precisamente las luchas por la independencia las que provocaron que, en varias ocasiones, no se celebrara el carnaval. Pese a ello, en 1978 fue nuevamente retomado por orden de su primer presidente, António Agostinho Neto, con la finalidad de recuperar la alegría del pueblo y fomentar la unión nacional.

Pero éstas fueron las virtudes de las que careció Angola desde su independencia, donde las principales organizaciones políticas lucharon por el control del poder, con el apoyo de varias potencias extranjeras que apoyaban a uno u otro bando. Fue hasta 1998 cuando finalmente se alcanzó un acuerdo de paz. Por estos motivos, el carnaval permaneció un largo periodo en el olvido, pero en lo que va del Siglo XXI no ha parado de crecer en cuanto a esplendor y espectacularidad. Actualmente se organizan carnavales en varias provincias del país, pero sin duda, el de Luanda es el más concurrido de todos. Desde 1975 tiene lugar en el Paseo Marítimo, uno de los lugares más emblemáticos de esta ciudad, que ve desfilar cada año desde niños hasta adultos mayores a ritmo de samba, kabetula, kazukuta y dizanda.

Y es en los miércoles de ceniza, o de Mabangas, la fecha en la que se dan a conocer a los ganadores de las distintas categorías, entre las que destacan la mejor carroza, el mejor vestido, mejor coreografía, mejor grupo y la reina del carnaval. Todas estas categorías forman parte de una liga en la que un jurado calificador realiza la ardua tarea de elegir a los ganadores, en donde se busca un balance entre “lo tradicional y lo moderno”. Para que se den una mejor idea de la atmósfera carnavalesca de Angola, en el siguiente video se muestra un fragmento de esta fiesta.

Ha sido tal el éxito de este carnaval, que las autoridades angoleñas están invirtiendo importantes montos para su realización, que pretende hacer de esta fiesta la mejor de África, a pesar de las recientes crisis financieras por las que ha atravesado el país. Tras el fin de la guerra, el turismo ha repuntado en el país, en donde el carnaval contribuye con algunas cifras provenientes de visitantes extranjeros, atraídos por la originalidad de las expresiones culturales angoleñas.

Sin embargo, la principal actividad económica es, de lejos, la extracción de petróleo. Actualmente Angola es el segundo país productor del continente y, gracias a esto, registra las tasas de crecimiento más altas del mundo, aunque los niveles de pobreza y precariedad social no se han reducido significativamente.

El futuro para Angola es prometedor, pero antes deberá resolver toda una serie de desafíos, entre los que desatacan lograr un mayor bienestar social, reducir la dependencia de los ingresos provenientes de las exportaciones de crudo y la redistribución equitativa de la riqueza. Por increíble que parezca, Luanda es una de las ciudades del mundo donde el costo de la vida es más cara, un lujo que ningún país de África se puede dar.

Seguramente Angola dará mucho de qué hablar en los próximos años, pues cuenta con todos los recursos necesarios para convertirse en un importante actor dentro de África. Y su principal motor es su gente, la misma que cada año espera con impaciencia salir a las calles de Luanda para mostrar sus mejores habilidades en el carnaval, conservando de este modo sus tradiciones y su cultura, a pesar de que sus condiciones de vida no son las mejores. Pero, al fin y al cabo, – parafraseando a Celia Cruz – la vida es un carnaval, y las penas se van cantando.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

2 comentarios

  1. Está bien estruturado pero el problema social es muy grande parecido al de México mucho petróleo y mucha pobreza también

    1. Así es, ambos países dependen mucho de los ingresos por la venta de petróleo, pero en Angola la magnitud de la pobreza es mayor que en México.

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