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África es el continente con mayor atraso en cuanto a desarrollo industrial se refiere, pese a lo cual, sus economías tienen un potencial enorme para emprender proyectos de industrialización exitosos. Dado lo anterior, a continuación se analiza la situación de las industrias en el continente africano, así como su desempeño y composición.
El sector industrial es uno de los componentes más importantes de la economía de cualquier país. Aunque históricamente la agricultura y el resto de las actividades primarias son las más antiguas y difundidas, la clave para sostener un desarrollo económico sostenible en los tiempos contemporáneos radica en el conocimiento de las formas y condiciones de desarrollo de la producción industrial, entendida como la transformación de las materias primas en diversos productos.
Los beneficios de impulsar el desarrollo industrial son más que evidentes: contribuye a elevar los niveles de crecimiento económico, revitaliza las fuerzas productivas, amplía el tamaño de los mercados, impulsa el desarrollo de nuevas tecnologías y mejora las infraestructuras existentes, entre los aspectos más destacados.
Más allá del plano económico, el desarrollo industrial es una poderosa herramienta para erradicar la pobreza y generar mayor bienestar social. En este sentido, la industria genera empleos de mayor calidad, así como bienes de consumo directo, máquinas, transportes y una gran serie de artículos que hacen más confortable la vida de las personas.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (UNIDO, por sus siglas en inglés), en la actualidad son sólo 63 las economías del mundo clasificadas como industrializadas, lo que representa menos del 20% de la población mundial y más de la mitad de los bienes manufacturados en el mundo. En contraste, los países en desarrollo tan sólo producen el 2% de este tipo de bienes.
Por ello, la industrialización, junto con la creación de infraestructuras y la innovación tecnológica, es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el marco de la Agenda 2030 (objetivo N° 9), cuyo cumplimiento requiere de muchos esfuerzos, recursos y compromisos, sobre todo en los países de bajos ingresos, muchos de ellos, africanos.
Para el caso específico de África, la UNIDO señaló que África presenta los mayores rezagos del mundo en cuanto a desempeño industrial, sobre todo en las regiones Central, Occidental y Oriental del continente, por lo cual la industrialización del continente se presenta como una labor impostergable.
Sin embargo, la industrialización de África no es un asunto novedoso. Es un aspecto que se ha venido realizando incluso desde antes del proceso de descolonización. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos, la mayoría de los países del continente africano siguen siendo economías primario-exportadoras, que dependen de la demanda externa y los precios internacionales de materias primas.
Aunque la industria manufacturera creció en los años inmediatos posteriores a las independencias, impulsadas por políticas proteccionistas, a mediados de los años ochenta la caída en los precios del petróleo, el aumento en las tasas de interés y las limitaciones de los mercados nacionales fueron factores que llevaron a la disminución de la actividad industrial.
Posteriormente, diversas reformas de ajuste estructural promovidas por los organismos financieros internacionales (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) restauraron las manufacturas del continente, pero la competencia con productos extranjeros trajo nuevas presiones sobre los mercados africanos.
Actualmente los países africanos tienen un papel mínimo en el mercado internacional de bienes industriales. Durante la segunda mitad del siglo XX, Sudáfrica y Egipto eran los polos industriales de África. Estos dos países, además de Nigeria y Marruecos, concentran dos terceras partes del valor de la producción manufacturera africana. Para el resto de los países africanos, las manufacturas son muy débiles o casi inexistentes.
En la siguiente gráfica podemos observar la evolución del valor agregado total de las economías africanas como proporción del Producto Interno Bruto (PIB), en donde se compara la proporción que representan las actividades industriales con respecto a las actividades primarias y a los servicios.
Como vemos, la composición sectorial de las economías de África no ha sufrido grandes variaciones. En promedio, las actividades industriales han representado el 30% del PIB de África en las dos últimas décadas, pero hay que tomar con cuidado este dato. Recordemos que la industria se divide en tres grandes ramos:
- Industria extractiva: Se especializa en la obtención directa de recursos naturales, lo que incluye a la minería, la explotación de sal y de hidrocarburos.
- Industria pesada: Fabrica máquinas para producir otras máquinas, lo que implica la producción de artículos semielaborados, instrumentos y herramientas para la producción.
- Industria ligera: Produce bienes de uso y consumo directo, que requiere materiales relativamente ligeros, y menos energía y capital con respecto a la industria pesada.
África es un país rico en recursos naturales, lo cual ha llevado a muchos países a especializarse en actividades extractivas que generan poco o nulo valor agregado. Por sí mismo, esto no debería ser un aspecto negativo, pero el problema radica en que esta especialización no ha detonado en un cambio estructural dentro la mayoría de las economías de África ni en desarrollo social, dando como resultado el atraso económico y la incapacidad para invertir en otras ramas industriales.
A continuación, se muestra el valor agregado de las actividades industriales de África, así como la proporción que les corresponde a las actividades extractivas y manufactureras (industria pesada y ligera, cuyo crecimiento conjunto es lo que conocemos como industrialización).
Como vemos, las actividades extractivas superan por mucho a las manufacturas, y aunque estas últimas han venido ganando terreno en los últimos años, las economías africanas continúan sin industrializar. En el 2020, las actividades extractivas representaban el 72% del valor agregado de la industria, mientras que las manufacturas el 28% restante. De esta manera, tenemos que la proporción de la industria manufacturera con respecto al PIB africano se ha situado en un rango de entre un 8 y 15%.
En las siguientes gráficas se muestra el porcentaje del PIB que representan las actividades extractivas y manufactureras para la mayoría de los países del continente.
En los últimos años, diversas industrias, aunque incipientes, están emergiendo en el continente. Hay muy pocos países donde se ha visto un desarrollo industrial significativo. Etiopía y Ruanda son dos de las economías que más han avanzado, fundamentalmente por el empuje por parte de sus respectivos Estados, que han invertido mucho en el sector, impulsando ambiciosos proyectos de industrialización a través de diversos modelos y mecanismos, con base en los requerimientos y tendencias de la economía mundial.
Sin embargo, en África no han podido alcanzarse altos niveles de desarrollo industrial, sobre todo si los comparamos con regiones como América Latina, el lejano Oriente y el sureste asiático, que al igual que el continente africano, arrancaron sus procesos de industrialización en franca desventaja con respecto a Europa y Norteamérica.
Encontramos muchos factores que explican el nivel de atraso de las facturas africanas, pero casi todos se derivan de los efectos perversos del colonialismo europeo sobre las economías africanas, el mal funcionamiento de los sistemas políticos y la falta de inversión en desarrollo social.
A lo largo de su historia económica después de las independencias, y a diferencia del resto del mundo, África atravesó por un proceso de cambio estructural sin industrialización y sin diversificación económica. Esto se debe, principalmente, por un aumento en los servicios y en la industria extractiva (minería y explotación de hidrocarburos). También se ha visto una disminución de la agricultura como porcentaje del PIB, pero los niveles de la industria manufacturera permanecen estancados.
Pese a lo anterior, existe un número creciente de mercados industriales que no están relacionados con la extracción, como la industria del cuero en Etiopía, los textiles en Lesoto, automóviles en Sudáfrica y productos farmacéuticos en varios países de África Oriental.
Los analistas predicen que el crecimiento más rápido en la próxima década ocurrirá en la agroindustria, la producción cementera, textiles y calzado. De igual manera, destacan a los suministros médicos, equipamientos de protección, energías renovables, materiales de construcción y productos farmacéuticos como los sectores con mayor proyección.
No obstante, la composición industrial del continente africano todavía está dominada por el primer grupo señalado de industrias (alimentos y bebidas, textiles y calzado). Esto significa que el desarrollo industrial limitado que presenta el continente africano está compuesto por industrias básicas. Por este motivo, las naciones africanas no solamente tienen que aumentar la producción industrial, sino también en diversificar la misma.
Para darnos una idea de lo concentrado que se encuentran los sectores industriales en los países del continente africano, se calculó el “Índice Herfindahl-Hirschman (IHH)” para las principales economías del continente. Aunque este indicador se utiliza comúnmente para determinar la concentración de mercado de las empresas para fines de competencia económica, también es muy útil para analizar el desarrollo de las industrias en un país. Los resultados obtenidos se sintetizan en esta tabla.
Con este análisis se confirma que las principales industrias del continente africano pertenecen a sectores íntimamente vinculados a las actividades primarias, en particular, a la producción de alimentos y bebidas. De igual manera, se podría afirmar que solamente son cinco las economías africanas que están diversificadas industrialmente: Egipto, Marruecos, Nigeria, Sudáfrica y Túnez, mientras que en el resto de las presentadas, son uno o dos los subsectores industriales los que concentran su producción.
Desafortunadamente esta es toda la información disponible. No se tienen datos para el resto de las economías africanas, y para aquellas que se presentan, no existe una serie de datos temporal ni las proporciones para todos los sectores industriales. Es por ello que las interpretaciones del IHH no pueden ser consistentes para este caso.
Para citar un ejemplo rápido, Egipto y Tanzania presentan un IHH casi idéntico, pero el primero está diversificado industrialmente y el segundo no, esto debido a la falta de datos que muestran la proporción industrial de los subsectores restantes para cada país. Aún con estas limitaciones, análisis como éste pueden convertirse en la base para la toma de decisiones con el propósito de impulsar el desarrollo industrial, por lo cual se subraya que se debe realizar un mayor esfuerzo por parte de los gobiernos en este sentido.
En conclusión, demostramos que, a pesar de su potencial manufacturero y trayectorias prometedoras, muchos países africanos presentan un desarrollo industrial limitado. Si bien los niveles de crecimiento económico, en general, son aceptables, para que el continente africano sea capaz de sostener y mantener el ritmo de crecimiento y desarrollo económico va a depender, en gran medida, de su capacidad de industrializarse definitivamente.
Para ello, tienen tanto los recursos naturales como la mano de obra necesaria para alcanzar este objetivo. El potencial está ahí, pero las condiciones que lo hacen posible, no. Por tanto, para que todas las economías africanas se industrialicen, primero necesitan desarrollar y modernizar sus fuerzas productivas para alcanzar ese objetivo. Y juntos lo pueden conseguir más rápidamente, a través de un “modelo de industrialización panafricano”. Pero ese es tema para otro análisis.