Senegambia: la integración social dentro de una nación dividida en dos países

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El colonialismo europeo marcó una profunda huella en los pueblos africanos, cuyos efectos han traído importantes y serias consecuencias en la vida política y social de los actuales países del continente. Al respecto, uno de los aspectos más absurdos lo vemos en Senegal y Gambia, dos Estados que fueron separados pese a compartir una misma cultura, geografía e historia. Es por ello que, a continuación, expongo la construcción histórica de este espacio que se conoce como “Senegambia”, sus principales características y los intentos de los gobiernos senegalés y gambiano para redefinir e integrar nuevamente sus territorios.

Senegambia como un solo espacio geográfico, histórico y cultural.

Cuando observamos un mapa del Occidente de África, nos da la impresión de que Senegal parece estar partido en dos por Gambia, o visto desde otra óptica, que este último está rodeado casi completamente por su vecino. Esta configuración – como tantas otras en el continente africano – les fue determinada con base en los intereses de las naciones europeas en el marco de la competencia imperialista por el control de las rutas comerciales y los recursos naturales de la zona. Pero en realidad tal división política no debería de existir, ya que en el territorio que comparten Senegal y Gambia habita una población que se percibe a sí misma como una sola nación, sin importar la frontera delimitada.

En sentido estricto, Senegambia es una subregión de África Occidental que se sitúa en el territorio comprendido entre los ríos que le dan el nombre a los países actuales, Senegal y Gambia, dentro de la zona tropical entre el Sahel y los bosques de Guinea. Estas condiciones favorecen que, hasta la actualidad, la economía de la subregión se base en productos agrícolas como el cacahuate, arroz, mijo, sorgo, mandioca y algunas hortalizas.

No obstante, de acuerdo con Boubacar Barry, profesor de historia de la Universidad de Dakar, la subregión senegambiana abarca un espacio mayor, incluyendo, además de los actuales Senegal y Gambia, la totalidad del territorio de Guinea-Bissau y parte de Mauritania, Guinea y Malí, bajo el argumento de que, aunque los pueblos tienen diferentes nombres (peul, serer, wolof, mandé, entre otros), podemos ver en todos ellos las mismas estructuras sociales y políticas. Para evitar confusiones, esta definición histórica la identificaremos como “La Gran Senegambia”.

Desde la época precolonial ya encontramos una población cultural y políticamente homogénea en esta parte del continente africano, por lo que sería imposible comprender plenamente las relaciones actuales entre Senegal y Gambia sin referirnos a su historia. Con base en los descubrimientos arqueológicos realizados, desde tiempos antiguos (siglo III a. C.) ya existían sociedades altamente organizadas y duraderas. Durante la Edad Media europea surgieron en Senegambia varios grandes imperios, en los cuales se fue difundiendo el Islam gracias al comercio transahariano, que a la postre se convirtió en una de las fuerzas políticas más importantes entre los pueblos senegambianos.

Durante muchos siglos los territorios de Senegambia formaron parte del ancestral Imperio de Malí, a quien debían vasallaje, situación que se extendió hasta su ruptura definitiva, en el siglo XVI. En ese tiempo los vínculos migratorios, parentales y culturales reforzaron aún más el acervo histórico y sociológico común entre estos territorios.

Sin embargo, la irrupción de los exploradores y comerciantes europeos vinieron a alterar súbitamente en las dinámicas internas naturales de esta subregión, mismos que se agruparon en facciones que luchaban por el control y el monopolio comercial en función de los intereses de las distintas coronas a las que representaban.

MAPA: Ámbito geográfico de Senegambia.

División política colonial “entre ríos”.

Los portugueses fueron los primeros en llegar a esta zona, primeramente con la intención de explorar las costas y comerciar con los habitantes locales. Al final terminaron practicando el comercio de esclavos, el cual monopolizaron desde mediados del siglo XV hasta 1677, cuando los franceses se apoderaron de la isla de Gorée, y posteriormente de una de las orillas del río Gambia. Al mismo tiempo, los ingleses comenzaron sus exploraciones, y esto marcó el inicio de una triple rivalidad entre Portugal, Francia y Gran Bretaña.

La competencia por el control del centro del tráfico de esclavos fue encarnizada, principalmente en la zona comprendida entre los ríos Senegal y Gambia, y en este marco, los franceses ya habían avanzado alrededor de 300 kilómetros hacia el interior del continente, a contracorriente de la tendencia de lo que sucedía en África en aquella época. No obstante, en 1765 los británicos les arrebatan la región de Saint Louis, sobre el río Senegal, creando así la Provincia Real de Senegambia, término que aparece por primera vez para referirse a esta subregión.

Sin embargo su existencia fue breve, ya que en 1779 los franceses recuperaron Saint Louis e incendiaron los asentamientos ingleses a lo largo del río Gambia. Finalmente, tras la Guerra de los siete años y la independencia de las Trece Colonias de Norteamérica, las potencias europeas acordaron la disolución de la Provincia de Senegambia mediante el Tratado de Versalles de 1783, donde los franceses reconocieron los asentamientos ingleses sobre la franja territorial que cubre ambas orillas del río Gambia, mientras que Francia reafirmó su soberanía sobre la parte septentrional, incluyendo Gorée y Saint Louis.

A partir de entonces ambos territorios siguieron caminos distintos: en el futuro Senegal inició un proceso de asimilación de la política francesa, y ya en el siglo XIX sirvió como centro administrativo del África Occidental Francesa. Por su lado, en Gambia las autoridades inglesas establecieron una base militar y un centro de esclavos liberados, y en algún momento fue administrada desde Freetown, en Sierra Leona, aunque después el gobierno colonial terminó por establecerse en Bathurst, la actual Banjul.

La existencia de Gambia supuso un obstáculo para la expansión francesa en África Occidental, por lo que fueron varios los intentos por comprar esta franja territorial, pero al final se mantuvo bajo la custodia de los británicos hasta las independencias. Y para rematar, los portugueses, después de controlar toda la región, solo pudieron conservar la parte que hoy conocemos como Guinea-Bissau, que formó junto con Cabo Verde una misma unidad estatal. De esta forma se consumó la separación de la nación senegambiana.

Vista actual de Banjul, capital de Gambia: Imagen de Isaac Turay en Pixabay.

Las independencias y la efímera experiencia de la Confederación Senegambiana (1982-1989).

Tras su retiro de la Federación de Malí, Senegal declara su independencia el 20 de agosto de 1960, siendo elegido como su presidente el escritor-poeta Léopold Sédar Senghor, uno de los intelectuales africanos más importantes y respetados, con formación académica francesa. Es especialmente famoso por su concepto de la negritud, asimilado por él mismo en Senegal, en el cual pretendía construir una identidad con base en la recuperación de la tradición africana, pero también asimilando influencias externas.

Por su parte, Gran Bretaña concedió la independencia Gambia el 20 de agosto de 1965 bajo la figura de una monarquía constitucional. Cinco años más tarde, se declaró la República, con Dawda Jawara como presidente.

Incluso antes de la independencia de Gambia se subrayaban las aproximaciones y divisiones dentro de Senegambia, situando en el centro del debate las posibilidades de relaciones interestatales en la subregión. En este asunto Naciones Unidas participó de manera directa, y como resultado de sus trabajos sugirió a Senegal y Gambia adoptar alguno de los siguientes escenarios:

  1. Una completa integración política, donde Gambia se convertiría en la octava provincia de Senegal.
  2. Constituir una Federación entre Senegal y Gambia, donde cada una actuaría con autonomía, pero con poderes limitados en algunos aspectos, principalmente en materia de defensa y relaciones exteriores.
  3. Un tratado de amistad, lo que supondría no crear un nuevo Estado ni tampoco se perdería la soberanía política de los Estados existentes.

El acuerdo final consistió en la firma de un Tratado de Asociación en donde, sin llegar a constituir una Federación, se acordó un pacto de defensa donde Senegal prestaría apoyo militar hacia una Gambia más pequeña, y las representaciones diplomáticas en el exterior de Senegal serían válidas también para Gambia. A pesar de que ambos gobiernos identificaron otros campos adicionales de cooperación (agricultura, comercio, aduanas, asuntos jurídicos y transporte), pocos esfuerzos se realizaron en materia de integración en estos ámbitos.

Y es que las relaciones bilaterales a alto nivel se han desarrollado bajo desconfianza y temor por ambas partes, debido a que los países actuales son el resultado de distintos procesos de colonización. Como resultado de esto surgieron condiciones y estructuras contrapuestas que han impedido el acercamiento entre estos dos países africanos hermanos a lo largo de su vida independiente.

Sin embargo, por momentos las circunstancias los han llevado a mantener relaciones y cooperación más estrecha. El mayor intento en este sentido fue la creación de la Confederación Senegambiana (1982-1989), que tuvo su origen cuando, a finales de junio de 1981, un levantamiento armado de izquierda amenazó al presidente gambiano Jawara, y en virtud del tratado de defensa que los vincula desde 1967, Senegal sale a proteger a Gambia. El golpe de Estado falla, pero este intento de desestabilización abrió la puerta a una posible unión entre ambos países, que se concreta a través de la formación de una Confederación, que entró en vigor el 1 de febrero de 1982.

La creación de la Confederación ayudó a Senegal a tener un acceso directo a Casamance, región aislada del resto del país por Gambia. Por su parte, éste, al ser un mercado pequeño, se juega en buena medida su seguridad, y a su vez, la asociación con Senegal le da mayor visibilidad en la escena africana. Su estructura orgánica estaba constituida por una Asamblea compuesta por 60 miembros (40 senegaleses y 20 gambianos) y un Consejo de Ministros. El entonces presidente de Senegal, Abdou Diouf, fungió como el presidente de la Confederación, y la vicepresidencia quedó en manos de Jawara.

El principal problema estuvo en que la Confederación fue organizada muy de prisa, por lo cual no se propusieron objetivos a largo plazo. Más bien se concentró en resolver los asuntos inmediatos, sobre todo en estabilizar la situación política en Gambia y neutralizar un movimiento que podría colocar en jaque a las autoridades senegalesas. En los primeros meses, la asistencia militar senegalesa fue el aspecto más destacado. Pero entre más pasaba el tiempo, la Confederación existía más en la teoría que en la práctica.

El destino de la Confederación quedó sellado en el mismo momento de su creación, y el motivo por el cual finalmente se disolvió fue la negativa de Gambia de transitar hacia etapas más avanzadas de cooperación e integración económica, ante el temor de perder parte de su soberanía y prerrogativas políticas. Con esto, apenas podríamos decir que la Confederación Senegambiana representó un proceso de cooperación formal.

El fin de la Confederación abrió paso a un periodo de una “relación privilegiada”, que fue enfriándose a partir del comienzo de la dictadura de Yahya Jammeh en Gambia, quien logró derrocar a Jawara mediante un golpe militar en 1994. La vocación autoritaria de su gobierno supuso un retroceso para la sociedad gambiana, hasta que en diciembre de 2016 perdió las elecciones presidenciales, donde Senegal desempeñó un papel fundamental para que el candidato ganador, Adama Barrow, pudiera asumir la presidencia de Gambia tras el arrepentimiento de Jammeh de aceptar su derrota, abogando por el respeto a la voluntad popular dentro de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS, por sus siglas en inglés) y del Consejo de Seguridad de la ONU. Así, después de 22 años de dictadura y aislamiento, se dieron las condiciones para un nuevo acercamiento a nivel político entre estos dos países.

Integración y contrastes sociales entre Senegal y Gambia: retos, desafíos y oportunidades.

En enero de 2019 el presidente de Senegal, Macky Sall, con su similar de Gambia, Adama Barrow, inauguraron con bombo y platillo el Puente Trasnacional de Senegambia, que atraviesa el río Gambia y une ambos países, un proyecto simbólico y largamente esperado, financiado por un consorcio hispano-libanés, el Banco Africano de Desarrollo y el Banco Mundial, con un costo de 75 millones de euros, en lo que se espera sea el parteaguas para el reinicio de una cooperación más estrecha entre ambos países, tan necesaria a nivel continental, bilateral y, sobre todo, para los habitantes de la subregión.

A pesar de la existencia de dos Estados, podemos hablar sin reparos de una sola nación, realidad que se manifiesta en las artes, la música, el deporte, la educación y la comunicación social. Y en efecto, la realidad social de Senegambia no puede ser considerada como una utopía. Los fuertes vínculos sociales han trascendido la frontera que establecieron los europeos. Existen fuertes lazos sociales, familiares y parentales entre senegaleses y gambianos que es imposible ignorar.

No obstante, a lo largo de su vida independiente ambos Estados han mantenido relaciones turbulentas, que por momentos han tenido grandes pasajes, pero con evidentes recelos y desconfianzas. A pesar de todas las similitudes culturales, simplemente los senegaleses y los gambianos no están dispuestos a compartir un mismo camino debido a las diferencias que trajeron los sistemas coloniales británico y francés, por más ilógica que nos pueda parecer hoy en día la forma en la que se construyó artificialmente la frontera.

Entre las fuentes de conflicto y tensión destacan dos: el movimiento rebelde de Casamance, región del sur de Senegal que está aislada del resto del territorio por Gambia, misma que ha mantenido aspiraciones independentistas desde la década de los ochenta, y el temor del gobierno de Banjul de ser absorbido por Dakar a medida que avancen hacia una mayor integración y cooperación. En contraste, desde la perspectiva de los senegaleses, la integración total es particularmente bienvenida.

Por sus características, Gambia es uno de los Estados más pequeños del África continental, y aunque obtienen buenas oportunidades si se unen a un país económicamente más fuerte como Senegal, sus autoridades difícilmente aceptarían perder el poder político que significa un Estado independiente.

Por su parte, Senegal es un país más grande y estable, cuya capital, la ciudad de Dakar, es una de las más dinámicas e importantes de todo el continente. Si la integración a nivel supranacional se concreta (situación muy poco probable), tendrían que determinarse e implementarse importantes acciones en muchos ámbitos.

Vista de la ciudad de Dakar, capital de Senegal, con la bahía de Hann al fondo. Fotografía: Flickr.

Uno de ellos es la cuestión de los idiomas. Aunque Senegal es francófono y Gambia anglófono, en ambos países se hablan otras lenguas nativas, entre las que destaca el wolof. Así, este asunto no representa un gran obstáculo en términos de integración, al menos no en la medida como ocurre en Camerún. En realidad, la cuestión monetaria es un asunto mucho más complicado. La moneda de Gambia es inconvertible, mientras que el Franco CFA, vigente aún en Senegal, tiene una fuerte influencia francesa.

Otro aspecto económico a destacar es que la política comercial de Senegal ha sido históricamente de corte proteccionista y muy vinculada a los intereses económicos de Francia, quien subsidia las importaciones de cacahuates de Senegal al pagar un 25% más sobre los precios de los mercados internacionales.

En contraste, Gambia lleva a cabo una política comercial liberal y no discriminatoria, y como consecuencia, el contrabando de mercancías de Gambia hacia Senegal se encuentra muy extendido, y las autoridades senegalesas se quejan por las pérdidas millonarias que dejan a su paso este tipo de prácticas. Integrar plenamente estos espacios será una labor de grandes proporciones, y el gran reto para ambos países (en conjunto o por separado) es expandir sus economías y desarrollar su industria.

Remarco especialmente los problemas monetarios y comerciales porque, dada la coyuntura regional actual, esos asuntos no solo conciernen solamente a Senegal y Gambia. Recordemos que ambas naciones, al formar parte de la ECOWAS, organismo regional que promueve la integración económica regional y plantea el proyecto de moneda común en sus miembros, que llevaría el nombre de Eco (el cual ya abordamos brevemente aquí).

Así, de concretarse, este proyecto sería realmente un proceso de integración plena para ambos países, pero a nivel multilateral, con el resto de sus socios de África Occidental, reviviendo así el espíritu de la “Gran Senegambia” de tiempos antiguos. Esta debería de ser, en mi opinión, la gran apuesta que deben realizar Senegal y Gambia para superar los retos que heredaron de la etapa colonial, mediante una dimensión regional y en igualdad de circunstancias.

Independientemente de ello, tanto el gobierno de Senegal como el de Gambia deben trabajar para reforzar los lazos sociales que los unen, sobre todo en materia cultural y educativa. Quizás el mejor camino para ello es trabajar en el desarrollo de una asociación mutua y políticas públicas conjuntas, que serían un ancla para el progreso, la estabilidad y la paz.

Es buena hora para que los gobiernos de Senegal y Gambia se comprometan activamente en transitar hacia una dirección estratégica para establecer una visión clara, intereses compartidos e incorporar a la sociedad civil en la búsqueda de un mayor desarrollo económico y social. A fin de cuentas, son dos países hermanos que tienen que permanecer juntos.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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