Las relaciones multilaterales entre México y los pueblos del continente africano deberían ser promovidas e impulsadas en mayor medida. Sin embargo, no todas las formas vigentes de cooperación se encuentran en la dirección correcta. Un ejemplo de ello es la presencia, desde hace una década, de los principales cárteles mexicanos de las drogas en algunos puntos de África. Por su trascendencia e importancia a nivel internacional, conviene mucho revisar los principales aspectos de este fenómeno, muy poco abordado, así como las condiciones socioeconómicas que favorecen su propagación.
El narcotráfico mexicano hacia la conquista de África.
México es conocido en todo el mundo por su cultura, su gastronomía, su gran historia y por la calidez de su gente. No obstante, en fechas recientes nuestro país también es recordado por otros asuntos nada agradables, como la aparición de peligrosas organizaciones criminales y capos de las drogas que han concentrado un enorme poder y riquezas.
Aunque los orígenes del narcotráfico en México son inciertos, sí podemos situar la década de los años ochenta, durante el gobierno de Miguel de la Madrid, como el comienzo de la expansión de las operaciones de los diversos cárteles de las drogas, en el marco de un clima de extrema inseguridad, violencia y corrupción. Un factor que ha contribuido a su crecimiento es la vecindad con los Estados Unidos, uno de los mayores mercados de consumo de drogas en el mundo, por lo que México se ha convertido en un sitio predilecto de producción y transbordo de drogas.
Los sucesivos gobiernos federales mexicanos, lejos de resolver el problema, lo han empeorado, al no haber una estrategia integral que lo combata, donde inclusive el narcotráfico ha carcomido algunas instituciones importantes, como la PGR (hoy Fiscalía General de la República), la Secretaría de Seguridad Pública y algunos miembros del Ejército, quienes se han visto involucrados en esos negocios turbios.
De este modo, los tentáculos del narcotráfico mexicano han alcanzado lugares lejanos, entre ellos a África, continente en donde se ha demostrado la presencia de cárteles de las drogas y demás organizaciones del crimen organizado, por lo menos, desde hace once años.
En sus diversos informes, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), ha alertado sobre el fortalecimiento de los vínculos y redes de los cárteles de las drogas latinoamericanos en el continente africano, sobre todo en África Occidental, que se ha convertido en una zona de tránsito de drogas y en trampolín para que la droga producida en América Latina pueda llegar al mercado europeo, aprovechando las debilidades estructurales de los Estados de la región, quienes son incapaces de vigilar y controlar sus fronteras y su espacio aéreo y marítimo.
A pesar de ser una actividad en pleno ascenso, no existen muchas investigaciones que ahonden más en detalles sobre las operaciones del narcotráfico mexicano en África, por lo cual solamente podemos establecer líneas de investigación de carácter exploratorio acerca de este fenómeno, pero con las cuales podemos dimensionar la relevancia del tema.
En primera instancia, hay que tener muy claro que la expansión de las operaciones de los cárteles mexicanos de las drogas obedece a una lógica empresarial, en donde se busca la expansión de mercados y maximizar las tasas de ganancia, por lo cual no debería sorprendernos el hecho de que hayan llegado hasta África, más considerando los peligros y obstáculos cada vez mayores para introducir droga en los Estados Unidos. Al mismo tiempo, los mercados europeos y africanos son cada vez más atractivos para los cárteles.
Dejando de lado que se desenvuelven en la ilegalidad y todos los delitos contra la salud que provocan, económicamente el funcionamiento de los mercados de drogas no son muy distintos a cualquier otro que se desarrolla en la formalidad: tenemos producción, oferta, demanda y precios, en cuya determinación se conjugan diversos factores.
Una particularidad importante de los mercados de drogas radica en el alto riesgo y la generación de violencia que implican este tipo de actividades, y ante ello, las ganancias son millonarias, convirtiéndose en un gran pero peligroso negocio, donde encontramos a muchos individuos que están dispuestos a enrolarse en las filas del narco ante las pocas oportunidades para progresar. Así, los narcotraficantes mexicanos han detectado atractivas oportunidades de negocio en el continente africano, y no han dudado en ir tras de ellas.
Es importante recalcar que el tráfico ilícito de drogas no es nuevo en África. Desde la década de 1950 – es decir, antes de las independencias políticas – África Occidental ya servía como punto de transbordo de cocaína y heroína, aunque en pequeña escala. Posteriormente las diásporas organizadas en la región (sobre todo libanesas y nigerianas) fueron centrales para el crecimiento y fortalecimiento de las redes criminales actuales, donde están inmiscuidas organizaciones como Hezbollah y miembros de cárteles colombianos y venezolanos.
En los años ochenta el tráfico de drogas se incrementó de manera importante, coincidiendo con la desaceleración económica y ciertos conflictos interestatales en la región, como el de Sierra Leona, en donde a los niños que fueron utilizados como soldados se les obligaba a fumar marihuana. Con el paso del tiempo la reproducción de las precarias condiciones socioeconómicas en el Occidente de África ha consolidado el atractivo de esta zona para los narcotraficantes internacionales. No pueden desestimarse las ventajas que proporciona esta región como espacio de triangulación y zona de tránsito, ya que la imposibilidad de ejercer la soberanía en su territorio es el principal incentivo para la operación de los cárteles de drogas latinoamericanos, lo que se traduce en las siguientes ventajas:
- Acceso al mercado europeo de consumo de drogas, mismo que está en crecimiento y del cual se obtienen grandes beneficios, en parte debido a la mayor fortaleza del euro en comparación con el dólar estadounidense;
- Conexión directa mediante el comercio marítimo entre América Latina y África Occidental a través del Atlántico;
- Facilidad para eludir controles de vigilancia;
- Posibilidad de expandir mercados en Europa, África y Asia;
- Debilidad estatal e institucional, y;
- Altos niveles de corrupción a nivel gubernamental
Al parecer fueron los cárteles mexicanos los pioneros entre sus similares latinoamericanos en emprender la aventura africana. En el 2011 aprovecharon los disturbios y confusión generada en el Norte de África a raíz de las primaveras árabes para monopolizar el tráfico de drogas hacia Europa en esta zona. Sin embargo, poco tiempo después los cárteles colombianos, brasileños y peruanos también entraron a competir ese espacio.
Actualmente, y según las autoridades mexicanas, los Zetas, el Cártel de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación son los que trafican drogas por las rutas de África, principalmente cocaína y marihuana, a través de embarques en barcos cargueros comerciales, que zarpan ya sea en México o en Sudamérica, y muchos de los cuales tienen como destino Guinea Bissau. Los traficantes arreglan falsas operaciones de exportación, sobre todo de arroz o pescado, para esconder la droga. Una vez que llegan a las costas africanas, la droga es transportada en lanchas para llegar a tierra, y de ahí es trasladada vía aérea a Europa con la ayuda de la mafia italiana Ndrangheta, con la cual están asociados los cárteles mexicanos.
A grandes rasgos, este es el principal modus operandi de los cárteles mexicanos, pero no el único. Se identifican al menos tres centros de distribución o hubs por las cuales se triangula la droga entre América Latina, África Occidental y Europa, que son las siguientes:
- La costa atlántica, desde va desde Senegal hasta Guinea.
- El Sahel, que se extiende a lo largo de las fronteras de Mauritania, Malí, Argelia, Níger y Libia.
- La zona del Golfo de Benín, de Ghana hasta el delta del Níger.
Al tratarse de zonas convulsas, vulnerables y golpeadas por la guerra y la violencia yihadista, muchas organizaciones terroristas y señores de la guerra también se involucran en este comercio ilegal, obteniendo cuantiosas ganancias que les ayudan a mantener sus operaciones.
Y para rematar, en los últimos años África Occidental no solamente es una zona de tránsito de drogas, sino también en región productora y consumidora de las mismas, en donde los africanos han recibido asesoría por narcotraficantes mexicanos, como por ejemplo, en la construcción de laboratorios de metanfetaminas en Nigeria, con lo cual podemos darnos una idea del nivel de involucramiento del narcotráfico mexicano en el continente africano. Ante ello, los gobernantes africanos no tienen los medios necesarios para combatir el narcotráfico por cualquier método, y en algunas ocasiones, ni siquiera tienen la voluntad política para ello.
Guinea Bissau, el epicentro del narcotráfico en África Occidental.
Cuando hablamos de tráfico de drogas en África, hay un país del continente que resalta sobre los demás, porque sus élites políticas, militares y económicas se han visto enormemente beneficiadas por el narcotráfico, y ese es Guinea Bissau, un país con una superficie de poco más de 36,000 km2, al cual los Estados Unidos y las Naciones Unidas no han tenido reparos en designarlo como un Narco-Estado, el primer país de África en recibir tal etiqueta. Para comprender cómo fue que este país se convirtió en un paraíso para el narcotráfico, hay que revisar algunos factores de corte geográfico, histórico, político y social.
Estamos hablando de un Estado que en 1974 logró su independencia de Portugal, y desde entonces los militares han sido sus principales actores políticos, protagonizando al menos nueve golpes de Estado. Tiene una población de 1.9 millones de habitantes, 70% de los cuales viven por debajo de la línea de pobreza. Para la mayoría de la gente, los mercados ilícitos representan oportunidades laborales y de crecimiento que no están presentes en la economía formal, e incluso, suponen riesgos más bajos que los de los negocios formales.
Sus sistemas político y judicial se encuentran muy corrompidos. Aunado a ello, es el punto de África más cercano a América Latina (la mayor región del mundo productora de drogas), puntos que se encuentran separados por una travesía de cuatro días en barco y cinco horas en avión, lo cual crea las condiciones perfectas para la reproducción del contrabando y el tráfico de drogas que tienen como destino Europa.
Por su fuera poco, a lo largo de su historia Guinea Bissau ha padecido inestabilidad política y golpes de Estado, llegando a un alto grado de descomposición social. Pese a ello, existen elementos dentro de la policía judicial y el sistema político que han intentado frenar el tráfico, de acuerdo con algunos especialistas. Pero al parecer representan la minoría, siendo más aquellos que protegen el tráfico de drogas por su territorio nacional.
En el golpe de Estado de 2009, el entonces mandatario João Bernardo Vieira fue asesinado, al parecer, por un ajuste de cuentas por su intento de contener el poder que sus funcionarios ganaban en el negocio del narcotráfico. De esa magnitud es el nivel de penetración del narcotráfico en sus estructuras estatales.
Varios reportes de diversas ONG’s advierten que el tráfico de drogas podría incrementarse tras el triunfo de Umaro Sissoco Embaló en las elecciones presidenciales en diciembre de 2019, y aunque no existe ninguna evidencia de que el actual presidente esté inmiscuido en alguna red de tráfico ilegal, está detrás de importantes figuras militares claves que sí están involucrados.
Un factor que estimula el tráfico es drogas es porque no hay guardia costera ni aduana en territorio guineano. Es fácil eludir cualquier tipo de revisión de mercancías, y es a través de esas zonas grises donde se cuelan los narcotraficantes mexicanos y latinoamericanos para hacer de las suyas. En el caso de México, desde el 2010 operan en este país tres facciones del Cártel de Sinaloa, con el objetivo de introducir la droga en Europa.
Sin embargo, Guinea Bissau no es el único país de África Occidental que reúne las características para albergar operaciones del narco. Senegal, Togo y Cabo Verde también se encuentran en la lista negra de países donde operan organizaciones criminales.
Respuestas del Estado mexicano a la internacionalización del narcotráfico.
Ante toda esta situación en África y en Guinea Bissau, vale mucho la pena concluir este tema con las posibilidades y acciones que se pueden implementar desde el Estado mexicano para evitar la propagación nacional e internacional del narcotráfico. De entrada, este asunto es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta México.
El narcotráfico es tan solo una modalidad del crimen organizado, que en nuestro país ha tenido la capacidad y la astucia para reinventarse y sobrevivir a las detenciones de los principales capos. Además del tráfico y producción de drogas, también se dedican a la trata de personas, secuestro, lavado de dinero, piratería y huachicoleo.
Hasta hace algunos años la estrategia consistía en fortalecer las capacidades operativas de las fuerzas militares, policiacas y de seguridad mediante la transferencia de recursos, equipo y armamento sofisticado, es decir, una estrategia que se circunscribía principalmente en el ámbito militar. En esta línea se posiciona la Iniciativa Mérida, un acuerdo fallido de cooperación contra el narcotráfico entre los Estados Unidos con México y los países de Centroamérica, que en la práctica todos los países se sometían a los lineamientos dictados desde Washington. Todo ello desató en el país una ola de violencia de proporciones apocalípticas y miles de historias de horror.
Por supuesto que la solución a todos estos problemas de seguridad pública requieren de soluciones y propuestas a nivel interno. No obstante, la dinámica del narcotráfico impone la necesidad de la búsqueda de marcos de cooperación internacionales. Sin duda éste es un reto gigantesco, y más hacia los países africanos involucrados en estas actividades. No se ha hecho prácticamente nada al respecto, pero existen algunas herramientas preventivas y no violentas que pueden dar buenos resultados, como labores de inteligencia financiera, reinserción social, diagnósticos desagregados y confiables sobre la crisis de seguridad, tanto en África como en México, así como reformas a las leyes para legalizar el uso y consumo recreativo de algunas drogas, como la marihuana. El objetivo final es la neutralización de todos los efectos negativos que el narcotráfico deja tras de sí en todos los territorios en donde opera.
El narcotráfico está insertado en la globalización y la economía mundial. Este sentido trasnacional genera una economía y sociedad criminal, lo cual nos obliga a estar atentos sobre sus cambiantes dinámicas, patrones y rutas, con lo cual, y a raíz de las pérdidas de realidad de fronteras y soberanías, adquiere un mayor peso la cooperación entre los países afectados.
De esta forma, México tendrá que encontrar nuevas formas de trabajar con los Estados de África, sobre todo con los de Occidente, para discutir, analizar y proponer soluciones integrales para frenar la violencia en ambos lados del Atlántico. México ya está harto de tanta inseguridad, y África ya enfrenta suficientes problemas como para agregar uno más a su cuenta. La presencia de México en África tiene que ser más agradable y menos violenta.