Ruanda se encamina a unas nuevas elecciones, con un resultado más que previsible

El 2024 será un año clave en materia electoral en todo el mundo, y África no es la excepción. Ahora es el turno de Ruanda, en donde su presidente Paul Kagame busca obtener un nuevo mandato, y si no sucede algo extraño, lo tendrá sin mayor problema.

El próximo 15 de julio, Ruanda celebra unas nuevas elecciones generales en la cual sus ciudadanos elegirán al presidente y a los miembros del parlamento, en las cuales se prevé que Paul Kagame, el actual mandatario, consiga refrendar una nueva reelección en la cual pueda estar por cinco años más al frente del país, abanderado por su partido, el Frente Patriótico Ruandés (FPR).

Además de Kagame – quien tiene 66 años y ha sido presidente desde el año 2000 – a la elección de presidente se presentan dos asipirantes más: Frank Habineza y Philippe Mpayimana. Pese a ello, los expertos y analistas políticos pronostican una amplia victoria para el presidente, que en los pasados comicios obtuvo el 98% de los votos.

A pesar de haber elecciones en este país del oriente africano, éstas son consideradas como una simulación, y son constantes las denuncias de intimidación y violaciones a los derechos por parte de la oposición. Por ello, Paul Kagame es considerado como el dictador de facto de Ruanda, a la que ha gobernado con mano dura tras superar el espantoso genocidio de 1994.

Por si fuera poco, en 2015, mediante un referéndum, Kagame modificó la constitución para eliminar el límite de dos periodos presidenciales, vía por la cual ha legalizado su permanencia en la presidencia del país, maniobra que también ha sido utilizada en algunas naciones africanas. De esta manera, Kagame ha enfrentado severas críticas por parte de la opinión pública en todo el mundo, pero al presidente ruandés eso no le importa.

No obstante, las elecciones de este año son especiales por dos motivos: justo este 2024 se cumplieron 30 años de aquel terrible genocidio que se desató por todo el país, y además, será la primera elección en la cual podrá votar gente que no ha visto a otro presidente que no sea Kagame.

Pero desafortunadamente para la democracia, el liderazgo ejercido por Kagame es casi total en la esfera política, ejerciendo un fuerte control sobre su partido y la oposición, y se reprime y exilia a todo aquel que amenace su autoridad. A ello abona el hecho de que la política es un tema tabú para gran parte de la población ruandesa, temerosa de que pueda ocurrir una nueva serie de matanzas como en el verano de 1994.

Y la mayor carta de legitimidad de Kagame son los éxitos económicos obtenidos durante su mandato. El país es otro completamente distinto desde que llegó a la presidencia. Ruanda dejó de ser una economía primario-exportadora, y hoy impulsa proyectos productivos y de inversión en diversos sectores, entre los que destaca el tecnológico, iniciativas emprendedoras, negocios y el ecoturismo, registrando tasas de crecimiento anual superiores al 5% en promedio.

A su vez, Kagame es aliado de muchos gobiernos de Occidente, a quienes poco le importan también las violaciones a los derechos humanos y la simulación democrática que se vive en el país. En particular, es aliado estratégico de Francia en la región, país que ha perdido presencia en África Occidental debido a los golpes de Estado perpetrados en esta región, por lo cual ha reforzado sus lazos con Ruanda, viendo sus éxitos económicos.

Por su parte, también es importante para la Gran Bretaña, país con el cual llegó a un acuerdo polémico que enviaría a Ruanda migrantes africanos que llegan de forma irregular a las islas, en el marco de una política antimigrante discriminatoria en Europa. Sin embargo, con la reciente victoria del partido laborista en el Reino Unido, el primer ministro electo Keir Starmer planea concluir este plan.

De esta manera, Ruanda se está convirtiendo en un país importante dentro del concierto africano, en donde se ha sacrificado la cuestión democrática para impulsar el crecimiento económico. Esta fórmula ha traído la estabilidad en este país desangrado, pero también deja abierta la puerta a nuevos desafíos. El discurso de Kagame apelando al genocidio se irá desgastando inevitablemente con el paso del tiempo, y una nueva generación de ruandeses tendrá la encomienda de dirigir al país hacia un rumbo más democrático. Probablemente ese cambio no ocurrirá pronto, pero es inevitable.

Con información de SwissInfo, San Diego Union Tribune y Sputnik Mundo.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *