La bonanza petrolera llega a Namibia

Los recientes descubrimientos de petróleo en las costas de Namibia ya están transformando la economía de este país africano, y dados los avances previos, las proyecciones de crecimiento y desarrollo económico son bastante halagadoras. Sin embargo, la petrolización también implica asumir importantes riesgos y desafíos.

Namibia es un país del suroeste de África que, pese a presentar notorios avances económicos y sociales, pasa desapercibido a nivel internacional y continental. No obstante, en los últimos años diversas empresas multinacionales petrolíferas han descubierto importantes yacimientos de hidrocarburos en las aguas profundas namibias, lo cual ya está situando al país en la órbita de la geopolítica del petróleo.

En abril de 2024 la empresa petrolífera portuguesa Galp realizó el descubrimiento de un yacimiento de casi 10 mil millones de barriles de petróleo en Mopane, Namibia, ubicado en la Cuenca de Orange, a lo largo de las costas del sur del país.

Por su parte, las multinacionales petroleras Total Energies y Shell también han descubierto importantes yacimientos por su cuenta, mismos que se estiman en 11 mil millones de barriles. Para dimensionar la noticia, basta con decir que estos enormes depósitos son los más grandes descubiertos hasta la fecha en aguas profundas.

En consecuencia, Namibia se está convirtiendo en una de las áreas más recientes y más atractivas áreas exploradas por la industria petrolera. Actualmente las actividades de exploración están contribuyendo al crecimiento económico de una manera destacada. Se han elevado los pronósticos de crecimiento, y se ha proyectado una disminución del déficit presupuestario. El gobierno ya trabaja en conjunto con los legisladores en la gestión del dinero, las formas de recaudarlo y la manera de implementarlo.

También se discute la entrada del país a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), dentro de la cual se defienden los intereses de diversos países que cuentan con hidrocarburos, y de concretarse, Namibia entraría de lleno a uno de los foros internacionales con mayor poder de decisión en el mundo.

Estamos hablando de un país joven, pero con gran estabilidad política. Consiguió su independencia apenas en 1990, tras liberarse del protectorado sudafricano que administraba este territorio desde el fin de la primera guerra mundial. Pese a tener un territorio extenso, su población es poco numerosa (solo 2.6 millones de habitantes), y su economía, aunque pequeña, se encuentra en pleno crecimiento (en 2023 el Producto Interno Bruto creció 4.2%), aunque depende de las exportaciones de materias primas, sobre todo, del uranio.

Tras el descubrimiento de yacimientos de petróleo, la dependencia con respecto a los bienes primarios y la industria extractiva se podría acentuar más, aunque el país también se caracteriza por una economía basada en el turismo y los viajes de ocio. Pero ahora también está atrayendo viajes de negocio de alto nivel, sobre todo de directivos de alto nivel y representantes de las multinacionales del petróleo, y no es para menos.

Hasta el momento, todo son promesas y expectativas. Desde el propio gobierno namibio se pide calma, puesto que aún no se ha extraído ninguna gota de petróleo o gas. Aún se prueba su viabilidad comercial. Posiblemente a finales de 2024 se concreten las primeras inversiones.

En otros países, como Guyana, la economía se ha disparado gracias a los recientes descubrimientos de petróleo, y en Namibia se puede replicar este éxito. También queda pendiente por evaluar los impactos que tuviera la explotación y comercialización del petróleo de Namibia en la transición hacia energías limpias y las prioridades de desarrollo sostenible hacia cero emisiones de carbono a la atmósfera.

De esta manera, Namibia se enfrentará al mayor reto en la historia del país: alcanzar mayores niveles de crecimiento y desarrollo apoyándose en su petróleo, sin abandonar los objetivos en materia de sustentabilidad, tanto ambiental como social. Y basándonos en los resultados que ha presentado, podemos decir que cuenta con las instituciones lo bastante sólidas como para ser optimistas de que el futuro será promisorio para esta nación, y su petróleo contribuirá a un mayor progreso.

Con información de ElEconomista.es, Reuters y Financial Times.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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