África, fuera del radar de la política exterior mexicana

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Las relaciones multilaterales entre México y África siempre han sido muy cordiales y amistosas, pero se han desarrollado casi en el abandono. Dada la coyuntura internacional actual, es momento de que México acelere sus acercamientos hacia este continente.

El territorio mexicano y el continente africano se encuentran separados geográficamente por la inmensidad del Océano Atlántico. Sin embargo, esta distancia es todavía más lejana en el marco de las relaciones diplomáticas y comerciales. Y es que, como es lógico, nuestro país y África han atravesado por procesos históricos muy distintos el uno del otro.

Poco a poco, con el transcurso del tiempo, se fueron dando las condiciones técnicas que permitieron entablar diálogos amistosos con los africanos, pero ahora, más que nunca, existen numerosas razones por las que tanto mexicanos como africanos deberían impulsar una relación basada en los principios básicos de respeto, solidaridad, cooperación e igualdad para generar beneficios para todos. Pero vayamos por partes.

El primer contacto que México tuvo con África se dio en la época colonial, cuando comenzó la migración forzada de africanos a la Nueva España. Después de consumar su independencia, México pasó por un largo y doloroso proceso de consolidación de un proyecto de nación durante el siglo XIX, mientras que África era explorada, colonizada y saqueada por las potencias europeas.

Habría que esperar hasta 1960 – año que marca el comienzo de la descolonización africana – para que dieran inicio las relaciones internacionales formales entre México y unos países africanos ya independientes. No obstante, desde antes México se mostró activo en algunos asuntos africanos muy precisos, como en el rechazo a la ocupación de Etiopía por los italianos durante la segunda guerra mundial y la condena al Apartheid en el Sur de África. De hecho, México fue de los primeros países del mundo en imponer un boicot a este sistema. Además, en diversos foros internacionales México siempre mantuvo una postura favorable a la autodeterminación de los pueblos africanos y en contra de la discriminación racial.

Como era de esperarse, el inicio de las relaciones diplomáticas con los países africanos fue lento y sin un rumbo claro. Etiopía fue el primer país de África con el que México formalizó relaciones bilaterales, aunque fue Ghana el primero con el que se estableció la apertura de embajadas, en agosto de 1961. Después se hizo lo propio con Guinea y Senegal un año más tarde.

En este interesante documento se menciona que, en esa época, varios dirigentes africanos respetables mostraron un gran entusiasmo en establecer relaciones con nuestro país, lo que dio pie a la realización de varias misiones diplomáticas recíprocas. Sin embargo, desde entonces las relaciones con África no eran prioritarias para el Estado mexicano. Siempre se llevaron a cabo en función del criterio y disposición del presidente en turno. A pesar de ello, nunca han dejado de ser amigables, y por momentos se han dado buenos pasajes, como el reconocimiento como Estado a la República Árabe Saharaui Democrática desde 1979.

Tras la crisis económica de inicios de los años ochenta, México se trazó el objetivo de convertir el sector externo en un componente estratégico para el desarrollo del país con la adopción de un nuevo modelo económico, en donde el comercio y las inversiones extranjeras iban a jugar un papel fundamental. Su adhesión al GATT (antecedente de la actual Organización Mundial de Comercio) en 1985 reflejó este cambio.

Pero ello no implicó en absoluto un mayor acercamiento hacia África. Por el contrario, con el ingreso de México a la OCDE en 1994 y, sobre todo, tras la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Canadá y Estados Unidos en ese mismo año, México quedó estrechamente vinculado con el bloque Occidental. Se pretendía que al establecer nexos y aprendiendo de la experiencia de estos países, México accedería a un mayor desarrollo. Con esto, las relaciones con África siguieron relegadas a un segundo plano, junto con la alianza para encontrar soluciones comunes para los principales problemas de los países en desarrollo.

Fue hasta el año 2004, con la creación de la Dirección General para África y Medio Oriente, cuando la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) creó las primeras líneas de acción específicas para que México se vincule con África. Resultado de estos trabajos, se han diagnosticado correctamente los beneficios que tendría para el país un mayor acercamiento a los países africanos. No obstante, los datos reflejan una realidad muy distinta.

Actualmente, México ha firmado 12 Tratados de Libre Comercio con 46 países y 32 acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones. Y en ninguno de éstos figura un solo país africano. Por si esto fuera poco, de acuerdo con datos del Banco de México, en mayo de 2018 las exportaciones mexicanas hacia África sólo representan el 0.22% del total del valor de las mismas, mientras que el monto de las importaciones del continente son del 0.37% del total en este mismo periodo. A lo largo de los últimos 25 años, el comercio exterior con África ha aumentado lentamente. En 2017 las exportaciones sumaron $657 millones de dólares, mientras que las importaciones $1,346 millones. En la siguiente infografía se visualizan las cifras desagregadas por país. Solo se consideran aquellos con los que México registra mayores intercambios dentro del continente.

Elaborada con datos del Banco de México.

Sudáfrica es el mayor socio comercial de México en África. El 27.18% de las exportaciones y el 20.93% de las importaciones totales al continente se deben a este país. Otros países del continente con los que México tiene el mayor volumen de intercambios comerciales son Nigeria, Túnez, Egipto, Kenia y Marruecos, siendo este último país el mayor destino de las importaciones provenientes de África.  

Fuera del plano económico, las relaciones con África tampoco son muy amplias, aunque sí se han concretado algunos acuerdos y visitas recíprocas mutuas. Por ejemplo, con Sudáfrica se han firmado acuerdos de cooperación en las áreas de desarrollo social, salud, ambiental, científica y cultural, siendo esta última la más promisoria.

Además de Sudáfrica, México mantiene relaciones bilaterales a nivel embajada con otros siete países africanos: Argelia, Egipto, Etiopía, Ghana, Kenia, Marruecos y Nigeria. En el pasado se mantuvieron embajadas con algunos países más, pero éstas se cerraron aludiendo restricciones presupuestales, como el caso de Namibia en 2002. En cambio, se han establecido consulados honorarios en diversos países africanos donde hay presencia mexicana, y en muchos casos los embajadores son concurrentes en países vecinos.

A nivel multilateral también se han realizado algunas alianzas e iniciativas, aunque todas ellas con un bajo perfil político y diplomático. Entre lo más sobresaliente, hay que decir que desde 2005 México se acreditó como observador permanente de la Unión Africana, y también cuenta con el mismo estatus ante la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS, por sus siglas en inglés). A su vez, México ha intentado abrir espacios para la difusión de África, sobre todo a nivel cultural, a través de actividades creadas a través de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID) y del fideicomiso ProMéxico.

Sin duda, la más llamativa de ellas ha sido la realización de la “Semana de África en México“, que es una serie de eventos que tienen como objetivo incrementar las posibilidades de cooperación multilateral, bilateral y de negocios con los países africanos. Tiene lugar a fines del mes de mayo, para hacerla coincidir con el día de África (25 de mayo), en donde participan el gobierno de México, representantes de las embajadas africanas en el país, empresarios y representantes de la academia y la sociedad civil. Con todo, esta iniciativa no ha tenido un gran impacto, ni ha despertado enorme interés del público mexicano.

Hasta aquí la crónica de lo más relevante de las relaciones internacionales que ha sostenido México con África, mismas que se han desenvuelto más por inercia que por planeación. Entre los factores que impiden el desarrollo de una estrategia orientada a un mayor acercamiento a los países africanos destacan estos tres:

  1. El enorme desconocimiento sobre las características de los 54 países africanos, incluyendo aquellos con los que ya se han establecido relaciones diplomáticas. Al no tener claridad sobre la realidad y el contexto actual de cada uno de estos países, se ha optado por tomar distancia con los africanos, renunciando así a las oportunidades y ventajas que ofrece el continente en todos los ámbitos y áreas.
  2. Derivado de lo anterior, prevalece una notoria falta de voluntad política para estrechar lazos más sólidos y duraderos con África. Los mandatarios y altos funcionarios mexicanos han carecido de una visión a largo plazo para posicionar a México más alto en el exterior.
  3. La gran vinculación entre México y los Estados Unidos, a tal grado que prácticamente la totalidad de la política exterior gira en torno a lo que haga o deje de hacer la Unión Americana.

Este último punto es el más determinante de todos. Desde el comienzo de su vida independiente, México está condenado a entenderse con su poderoso vecino norteño, debido a la existencia de fuertes lazos identitarios, históricos, culturales, económicos y políticos.

Actualmente, la relación con los Estados Unidos no pasa por su mejor momento, debido a los comentarios, insultos y amenazas de su presidente Donald Trump hacia la comunidad mexicana. Sus declaraciones con respecto a la construcción de un muro fronterizo a lo largo de la frontera sur estadounidense y de cancelar el TLCAN hicieron cimbrar a la economía mexicana. Finalmente, y después de largas rondas de negociación, se firmó un nuevo tratado con Estados Unidos y Canadá, bajo el nombre de USMCA o T-MEC, con condiciones y capítulos que aparentemente serán mejores para todos.

Todo este drama con Norteamérica pone al descubierto lo peligroso que puede resultar para México tener una dependencia comercial excesiva respecto a sus vecinos del Norte. A pesar de que se han buscado opciones para alcanzar una mayor vinculación con el resto del mundo, principalmente a través del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP), la Unión Europea y la Alianza del Pacífico (con Colombia, Chile y Perú), no es suficiente. Una mayor diversificación del comercio internacional mexicano debería ser un asunto de carácter urgente, y al respecto, el mercado africano no ha sido explorado a profundidad. Desafortunadamente en México prevalece la concepción de África como un continente atrasado, y que no tiene mayor sentido ni beneficio buscar alianzas estratégicas en un lugar donde la mayoría de su población lucha por sobrevivir.

Nada más alejado de la realidad. Dadas las condiciones actuales, podrían florecer los vínculos con países como Etiopía, Botsuana, Ghana, Tanzania, Namibia y Egipto, además de fortalecer y ampliar las relaciones con aquellos que hoy concentran la mayor parte de estos intercambios comerciales. Sin embargo, las políticas de acercamiento y negociación con los africanos deberán ser diseñadas con cuidado, tomando en cuenta los distintos contextos que se desarrollan en el continente, y aún dentro de cada país. 

No será sencillo alcanzar el delicado equilibrio entre los intercambios comerciales, la cooperación en todos los ámbitos y las denuncias a algunos regímenes autoritarios africanos. Además, este posible acercamiento tendrá que estar acompañado de trabajos de investigación para conocer más a fondo la realidad africana, teniendo en cuenta el desconocimiento que tenemos de las sociedades del continente.

Lo ideal sería establecer lazos sólidos y duraderos con la mayor cantidad de países posible e intercambios de productos y servicios que promuevan la complementariedad de las economías africanas y la mexicana, pero antes de todo, es necesaria la voluntad política para convertir las oportunidades en realidad, aunque no se visualiza a corto plazo este escenario. Muchos países similares a México en cuanto a economía y peso en la escena internacional desde hace rato ya están establecidos en África, caso de Brasil, Japón, Malasia y Corea del Sur, entre otros. México no debe quedar rezagado más tiempo.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

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