Crisis, inestabilidad y conflictos en la República Democrática del Congo

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Personal de la Misión de las Naciones Unidas para el Congo (MINURSO) vigilando las calles de la ciudad de Goma. Fotografía: Wikimedia Commons.

Lograr la paz y consolidar un buen gobierno son condiciones sin las cuales ninguna nación puede prosperar. No obstante, permitir que se propague el caos, la crisis y el desorden en determinadas regiones puede resultar ventajoso para algunos, que se aprovechan de la extrema fragilidad e inestabilidad existente para hacer negocios y obtener ganancias a costa del sufrimiento de la mayoría de la población. Veamos los que sucede en este país africano.

La República Democrática del Congo se encuentra dentro de los países peor evaluados en las más recientes clasificaciones mundiales: ocupa el lugar 176 de 189 países en el Índice de Desarrollo Humano; 156 de 163 en el Índice Global de Paz; 161 de 180 en el Índice de Percepción de Corrupción; y 126 de 137 en el Índice de Competitividad Global.

Por supuesto, estos resultados no son obra de la casualidad. La inestabilidad política, conflictos internos, un gobierno ineficiente y una economía con serios problemas estructurales son las principales causas que mantienen a este país en niveles muy bajos de desarrollo. No obstante, dada su extensión territorial (2.3 millones de km2), su población numerosa (81.3 millones de habitantes) y la gran riqueza natural que posee, debería presentar un desempeño mucho mejor que el que presenta ahora.

El Congo es un lugar misterioso, legendario y castigado. Es el epicentro de la explotación de recursos, el pulmón y el corazón de África. Aunque pocas veces es reconocido como un país importante dentro del continente, los hechos y la realidad dictan lo contrario. Además de ser catalogado como uno de los pocos países megadiversos del mundo, la República Democrática del Congo (RDC) posee una amplia gama de recursos naturales y minerales, entre los que se encuentran oro, plata, cobre, zinc, petróleo, coltán, uranio, caucho, marfil, madera y otros más, todos ellos insumos primordiales para la industria. El valor de todas sus reservas minerales se calcula en 2.1 billones de euros. Y no solo el subsuelo es valioso, ya que también tiene una importante dotación de recursos hídricos, muy apreciados en un continente donde el agua es un recurso escaso. Además, la posición geopolítica de la RDC es privilegiada, al ubicarse en pleno centro de África y compartir fronteras con nueve países.

De todos sus recursos, quizá el más importante y estratégico en la actualidad es el coltán o cobalto. Se estima que la RDC posee el 60 % de las reservas probadas de este material en todo el mundo, que es utilizado como un componente indispensable para mejorar el rendimiento de las baterías de automóviles eléctricos y dispositivos móviles, ya que es fino y posee buena conductividad. Al menos la mitad de todo el cobalto utilizado en el mundo proviene de la RDC, pero gran parte de él se refina en China para fabricar smartphones y demás dispositivos portátiles. Por este motivo, el precio de este material ha ido subiendo en los mercados internacionales –el año pasado el precio por tonelada oscilaba en $82,000 dólares – tendencia que seguramente se mantendrá en el futuro ante el boom en la producción de automóviles eléctricos.

No estamos exagerando al afirmar que el mundo se comunica gracias a la RDC y su cobalto. Sin embargo, este país – antigua colonia belga y propiedad privada del Rey Leopoldo II– no se beneficia de éste ni de sus otros recursos que son explotados en su territorio. En cambio, su riqueza ha atraído a muchas naciones y hombres de negocios sin escrúpulos que han explotado a su conveniencia los recursos de los congoleños, quienes han recibido sufrimiento y olvido a cambio de sus recursos, en vez de utilizarlos para impulsar el desarrollo de su población.

A lo largo de su historia, la RDC ha sido víctima de los más crueles sucesos que puede experimentar una nación. Durante la época colonial, la fortuna robada al Congo sirvió para financiar la opulencia y el desarrollo de Bruselas. La lucha por su independencia fue una compleja y sangrienta disputa entre una multiplicidad de actores internos y externos: insurgentes, militares, Bélgica, la CIA y hasta el Che Guevara pelearon activamente en el Congo. Patrice Lumumba fue el gran héroe y mártir, pero en medio de todo el caos, el militar Mobutu Sese Seko consiguió imponerse sobre todos sus adversarios e implantó una larga dictadura (1965-1997), tiempo en el que le cambió el nombre al país como“Zaire”. Este dictador llegó a tener una fortuna que llegó a representar el total de la deuda externa nacional, mientras que su pueblo se encontraba en la miseria.

Pese a que su régimen fue muy cruel, no logró consolidar la influencia del Estado en todo el territorio del país. La razón de ello es que la capital, Kinshasa, se encuentra muy al Oeste, y existen muchas zonas que se encuentran totalmente aisladas del poder central, sobre todo en el Este. La selva del centro es muy cerrada y densa, las rutas terrestres son muy malas y el país no tiene los medios necesarios para construir una red carretera decente. Estos factores provocan que en determinadas regiones la influencia de otros países vecinos sea mayor que la del gobierno de Kinshasa.

MAPA. Principales ciudades y focos de conflicto a lo largo del territorio de la República Democrática del Congo. Como vemos, el Este y el Sur del país son las regiones más convulsas, mientras que el gobierno de Kinshasa se muestra incapaz de detener la violencia.
MAPA. Principales ciudades y focos de conflicto a lo largo del territorio de la República Democrática del Congo. Como vemos, el Este y el Sur del país son las regiones más convulsas, mientras que el gobierno de Kinshasa se muestra incapaz de detener la violencia.

En este sentido, en 1997 Mobutu se vio obligado a huir del país derivado de la mala gestión de la crisis de refugiados ruandeses que habían llegado al Este del Congo tras el genocidio en su patria, cuando la Alianza de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo-Zaire (AFDL), bajo el liderazgo de Laurent Kabila tomaron Kinshasa, con el apoyo de los gobiernos de Ruanda y Uganda. El país se renombró con su nombre actual, República Democrática del Congo, aunque de democrática no tiene más que el nombre. En 2002 el presidente Laurent Kabila fue asesinado, y su hijo Joseph asumió la presidencia, concluyendo así un conflicto armado que involucró varias naciones africanas.

Desde entonces, la violencia y la inestabilidad se han mantenido en este país, conjugándose los conflictos étnicos y regionales, luchas por el control del poder político, la pobreza y los intereses en torno a la explotación de la gran riqueza natural y mineral del país, una combinación de donde nada bueno puede salir. Todo ello hace de la RDC un Estado fallido y un espacio donde el significado de la palabra crisis cobra una dimensión de carácter permanente ante las dificultades para progresar.

El panorama de la RDC no pinta nada bien, tanto así que la ONU ha creado la misión de estabilización de las Naciones Unidas en la RDC (MONUSCO) para proteger a los civiles y mantener la paz en un territorio donde seis millones de personas han muerto desde 1996 y actúan 70 grupos rebeldes. Las violaciones a mujeres y niñas por parte de las fuerzas de seguridad son también parte del desastre humanitario, así como el reclutamiento de niños como soldados. De la misma manera, está perfectamente documentado que muchos niños son obligados a trabajar en las minas de cobalto.

Sin embargo, y a pesar de ser un territorio muy inseguro, no han faltado quienes asuman el riesgo para aprovechar las riquezas naturales del país y el poco control para su explotación. Además de la presencia ya mencionada de compañías chinas en las minas de cobalto, destaca el proyecto hidroeléctrico Inga III, financiado por consorcios chinos y españoles, apoyado por el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo.

Resultado de este y otros proyectos, se ha denunciado el desplazamiento de personas de sus tierras, daños al ecosistema y la opacidad en los contratos firmados, que otorgan enormes beneficios a la élite gobernante y sus socios extranjeros, ciegos (o cínicos) ante la situación del país. Ya se ha hecho pública la red de negocios y fortunas que Joseph Kabila ha logrado construir desde el poder, que abarca prácticamente todos los sectores económicos del país. De esta forma, mucha gente ha convertido la guerra y la crisis del Congo en un modo de vida, a las que, por supuesto, les interesa que el país no cambie y todo siga igual.

A más de 15 años de distancia de la conclusión formal de la guerra, la RDC sigue siendo un país muy pobre, golpeado e inestable, y quizás sea el lugar de África donde las profundas heridas abiertas desde la época colonial se reflejan con mayor intensidad. Continúan vigentes guerras provinciales en el Este del país, justo donde se ubican los yacimientos de coltán. El crecimiento económico promedio en los últimos 10 años es de 6.13% anual, pero la inflación y la tasa de crecimiento demográfico anulan una buena parte del crecimiento de la economía, que aún depende mucho de los precios de las materias primas. En fechas recientes la disminución del presupuesto gubernamental, la depreciación del franco congolés, la corrupción creciente, la pérdida del poder adquisitivo y salarios más bajos han provocado la agudización de la crisis económica, que pronto se convirtió en política ante la proximidad de las elecciones presidenciales.

Tienda de abarrotes en una de las calles de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo. Imagen de Kaysha en Pexels.

En los últimos dos años la RDC experimentó un periodo incierto, donde el presidente Kabila postergó dichas elecciones, en las cuales ya no se podía presentar nuevamente como candidato al cumplir los dos periodos que señala la Constitución del país. Todo ello en medio de un ambiente de represión y detenciones de líderes opositores.

Aunque varios analistas pronosticaron una guerra civil, después de muchos estira y afloja, el pasado 30 de diciembre de 2018 se llevaron a cabo las elecciones, dando por resultado el triunfo del opositor Félix Tshisekedi, en medio de denuncias de fraude. Esta fue la primera transición pacífica de poder en la historia del país. A pesar de que el partido de Kabila perdió, ya se habla de un acuerdo entre Kabila y Tshisekedi, lo que vuelve aún más complejo e incierto el futuro del país.

Como vemos, lo que se desarrolla en la RDC nos afecta directa e indirectamente en nuestra vida cotidiana, mucho más de lo que podríamos imaginar. Se denuncian las violaciones a los derechos y libertades de las personas en otras regiones, pero si se éstas se cometen a africanos, tienen poco impacto mediático. Es por ello que difundir lo que allí sucede es muy importante, para mostrar las condiciones en las que vive su población y el desenvolvimiento de los acontecimientos que van a ocurrir en esta extensa nación, que serán determinantes para el futuro del continente, del mundo, y de la industria tecnológica.

Las potencias mundiales y el resto de los países africanos quieren beneficiarse de las riquezas del Congo, pero nadie quiere hacerse responsable del orden y la pacificación del país. Mientras la RDC no implemente un verdadero proyecto integral de nación y supere sus conflictos, todos seguirán aprovechándose de su situación. Pero el día en que finalmente lo haga, habrá despertado un gigante africano.


Carlos Luján Aldana

Economista Mexicano y Analista político internacional. Africanista por convicción y pasatiempo. Colaborador esporádico en diversos medios de comunicación internacionales, impulsando el conocimiento sobre África en la opinión pública y difundiendo el acontecer económico, geopolítico y social del continente africano, así como de la población afromexicana y las relaciones multilaterales México-África.

3 comentarios

  1. gracias por el análisis, me ha servido de mucho para realizar mi trabajo de investigación sobre este Estado fallido…

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